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Teresa Ribera: la virtual 'número dos' de la Comisión Europea

La jurista será el contrapeso socialista de una de las comisiones más conservadoras que se recuerdan

Teresa Ribera: la virtual ‘número dos’ de la Comisión Europea

Teresa Ribera.

Por fin una buena noticia para España en el ámbito internacional y europeo más allá de las filias y las fobias que el actual Gobierno de coalición progresista genera. Teresa Ribera (Madrid, 55 años) será, a expensas de lo que depare el examen de candidatos en las próximas audiencias del Europarlamento, vicepresidenta de la Comisión Europea para Transición Limpia, Justa y Competitiva y responsable de Competencia, cartera donde se abordan las ayudas de Estado y fusiones de compañías. Formará parte de una de las seis vicepresidencias ejecutivas del nuevo Ejecutivo de la democristiana alemana Ursula von der Leyen. 

En la práctica, bien puede calificarse que será la número dos de la Comisión, el órgano de gobierno de la UE, por el poder que dispondrá. Quizá demasiado, apuntan algunos escépticos expertos en temas comunitarios, porque sus funciones se solaparán con las de algunos de sus colegas y tal vez dispersen sus convicciones medioambientales, de las que la presidenta Von der Leyen se declara menos convencida últimamente.

Ribera, de formación jurista y una de las grandes expertas internacionales en asuntos ecológicos y cambio climático, a los que ha dedicado más de veinte años, deberá ser el contrapeso socialista de una de las Comisiones Europeas más conservadoras que se recuerdan a lo largo de la historia de esta institución como consecuencia de los resultados de las últimas elecciones europeas en las que las fuerzas de la derecha, aunque fragmentadas entre sí en tres bloques, se han impuesto a socialdemócratas y liberales.

No cabe duda que el mérito es ante todo de ella, pero justo es reconocer que las habilidades de Pedro Sánchez mostradas en Bruselas y la empatía del presidente del Gobierno español con Von der Leyen han jugado también a su favor, además, obviamente, de la composición del nuevo Parlamento Europeo y del equilibrio actual de gobiernos en la UE dominados por la derecha. Apenas cuatro comisarios socialistas de los 27 que conforman la Comisión proceden de la órbita socialista. Europa está en el momento presente dominada por Ejecutivos conservadores y en algunos países, como por ejemplo Italia, directamente controlados por partidos de derecha radical. La premier italiana, Giorgia Meloni, ha forzado que una de las vicepresidencias comunitarias sea ocupada por uno de sus estrechos colaboradores, Rafaelle Fitto, ministro de Asuntos Europeos, que será el responsable de Cohesión y Reformas. No ha gustado demasiado ese nombramiento en Berlín, París y Madrid.

Ribera, en su papel de supercomisaria, tendrá que hacer ejercicios malabares para llevar adelante su doctrina de políticas verdes combinada con la defensa de las grandes industrias. Ella ha asegurado en una larga entrevista el pasado jueves al diario El País, que su intención es seguir desarrollando lo que ha venido haciendo a lo largo de estos más de cinco años en el Gobierno de Sánchez, donde ha ejercido de vicepresidenta tercera, responsable de Transición Ecológica. Asegura identificarse con las recomendaciones de Mario Draghi. El expresidente del BCE y del Gobierno italiano es tajante: si la UE quiere seguir existiendo, deberá destinar a través de deuda pública 800.000 millones de euros anuales para el desarrollo de industrias limpias y tecnológicas a fin de evitar el retraso tecnológico con Estados Unidos y China.

Ribera afronta el empeño con ganas como no podía ser de otro modo. Otra cosa es que lo logre y que no encuentre en el camino múltiples obstáculos en el delicado entramado de las ayudas de Estado, los monopolios y las fusiones. En esa materia se mueve peor. Allí se encontrará con las grandes compañías y el encubrimiento o directamente apoyo de Gobiernos, que priman más los intereses nacionales por encima de los comunitarios. Anticipa la próxima vicepresidenta que la nueva Comisión reformará las reglas de la competencia, porque, según ella, «la idea es poder dedicar recursos públicos a incentivar industrias competitivas. Y conseguir que el campo de juego sea similar para todos los actores». Tendrá que convencer para ello a socios como Alemania.

La hasta ahora vicepresidenta tercera del Gobierno de Sánchez ha estado en la Administración, pero también fuera de ella. Fue secretaria de Estado de Cambio Climático en el segundo mandato de José Luis Rodríguez Zapatero y más tarde en París al frente durante cinco años del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales, un think tank francés dedicado al análisis y la estrategia medioambientales.

Tuvo gran protagonismo en el Acuerdo de París sobre Cambio Climático y participó en el de Kioto anteriormente. Ribera cree firmemente en la descarbonización a través de la transición verde y se opone a la política nuclear. Tendrá que moderar su postura en Bruselas sobre esto último, pues muchos de sus colegas discrepan.

No tiene un carácter fácil, aunque en la corta distancia es una persona afable. Es muy exigente con sus colaboradores y dura en las negociaciones. Se considera una convencida del diálogo y de no levantarse de la mesa hasta no alcanzar un acuerdo. No piensan así dirigentes de la industria petrolera y energética, que tuvieron que lidiar con la ministra arduamente en ocasiones durante la última crisis a raíz de la invasión rusa de Ucrania.

Ribera es tildada por sus detractores de arrogante, seguramente por sus amplios conocimientos en asuntos medioambientales. Bruselas no es Madrid. Tendrá que moverse con cautela por los despachos comunitarios y más en todo lo que respecta a cuestiones de competencia, donde los intereses nacionales priman sobre los europeos. No pocos de sus futuros colegas en la Comisión están en las antípodas de su pensamiento.

Madre de tres hijas y esposa de uno de los consejeros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Mariano Bacigalupo, argentino de nacimiento, es hija de médico y de docente. Confiesa ser una apasionada de la cocina y del senderismo, y que siempre que puede se escapa a Menorca. Sánchez confió en ella desde que llegó al poder en 2018, la puso de número de dos en la lista electoral socialista por Madrid y candidata del PSOE en las recientes elecciones europeas. Fue derrotada por el PP, pero ya anunció que no tenía intención de ocupar su escaño en el Europarlamento. Se entiende mal que los populares anuncien que votarán en contra de su nombramiento cuando la Cámara de la UE proceda a la votación en noviembre o diciembre próximos. De momento, no parece suficiente el argumento esgrimido por su portavoz en el Congreso, Miguel Tellado, de que el PSOE votó en contra de la candidatura de Miguel Arias Cañete como comisario cuando el Gobierno de Mariano Rajoy lo eligió en 2014. 

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