La Guardia Civil de Cádiz se queda sin flota para combatir a los narcos tras el último siniestro
La Comandancia gaditana tendrá que pedir una patrullera a otra demarcación hasta que repare todas las averiadas
La Guardia Civil de Cádiz se ha vuelto a quedar sin flota propia para combatir el narcotráfico en la zona del Estrecho de Gibraltar. El choque entre una narcolancha y una patrullera del instituto armado en la madrugada del jueves en la desembocadura del Río Guadalquivir, que se saldó con la muerte de un presunto narcotraficante, ha dejado totalmente inoperativa la embarcación por una fuga de agua. La Río Irati, ahora siniestrada, era la única de las tres de la Comandancia gaditana que estaba disponible para salir al mar, según revelan a THE OBJECTIVE fuentes de la Benemérita.
Diez meses después del arrollamiento a los guardias civiles en el puerto de Barbate, que tuvieron que utilizar una neumática pequeña ante la falta de embarcaciones para disuadir a los narcos que finalmente acabaron con la vida de dos agentes, el Servicio Marítimo de la Guardia Civil en Cádiz sigue padeciendo los mismos problemas. Las embarcaciones «se rompen cada dos por tres», las reparaciones «tardan después mucho tiempo en finalizarse» y «eso implica que estemos varias semanas con los barcos inoperativos», revela a este periódico un guardia civil dedicado a la lucha contra el narco.
Desde el trágico suceso en Barbate en febrero, sin embargo, que las tres patrulleras de la Comandancia de Cádiz estén fuera de servicio no implica que los agentes no puedan vigilar el narcotráfico. Si se da esta circunstancia, la Guardia Civil puede solicitar a la Comandancia de Algeciras una de sus embarcaciones, siempre y cuando tengan alguna disponible. Si no es así, se hace la misma petición a la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva. Una «solución a corto plazo» que, en cualquier caso, critican fuentes del instituto armado, «pone en evidencia la carencia de medios para luchar contra el tráfico de droga».
Embarcaciones nuevas averiadas
El problema, prosiguen las mismas fuentes, no es tanto el envejecimiento de las patrulleras de la Guardia Civil en Cádiz, como ya admitió el Ministerio del Interior tras el asesinato de los agentes. La Río Irati y la Río Iro se incorporaron a la flota recientemente y aun así han presentado deficiencias y averías de forma continua. La primera de ellas, que sufrió el impacto de la narcolancha hace unos días en el río Guadalquivir, se incorporó al servicio marítimo en 2023 y tuvo un coste de más de dos millones de euros. «Lleva más tiempo parada que funcionando, le entra agua por todos lados, se estropea… Después se da parte de la garantía y en unos casos las averías entran, y en otras no, por lo que se tarda mucho», explica un guardia civil.
Más grave es el caso de la Río Iro, la «patrullera más rápida del mundo», según explicó durante su presentación la subdelegada del Gobierno, Blanca Flores a finales del pasado mes de agosto. Una embarcación diseñada específicamente para combatir el narcotráfico y la inmigración ilegal en las costas gaditanas y que pocos meses después, también está inoperativa.
«Una lancha superrápida del tipo H60 de 18 metros de eslora y 4,5 metros de manga, capaz de llegar a los 60 nudos de velocidad gracias a dos motores intraborda de 1.800 caballos cada uno. Está fabricada en aluminio, un material muy resistente ante posibles embestidas de las narcolanchas, que es lo que suelen hacer las embarcaciones que se dedican al tráfico de droga», explicó la Guardia Civil. Pero «no es que solo no podamos hacer frente a todo lo que ocurre en el Estrecho de Gibraltar, donde la violencia es cada vez mayor. Es que nos traen embarcaciones y siguen presentando problemas cada dos por tres, esto no se admitiría en ninguna empresa privada», critican agentes desplegados en Cádiz.
«Es nuestro día a día»
La prueba de lo que denuncian estos guardias civiles se evidenció también el pasado jueves, en el siniestro con la neumática en la que iban tres presuntos traficantes. Durante la noche, la patrullera Río Irati estaba vigilando la desembocadura del Guadalquivir cuando advirtió la presencia de al menos media docena de narcolanchas que se adentraban hacia el río. Los agentes iniciaron una persecución y poco después una de las gomas impactó a gran velocidad contra la embarcación del instituto armado, provocándole una fuga de agua. La violencia del golpe causo lesiones a dos guardias civiles. «Es nuestro día a día», insisten las mismas fuentes.
La patrullera siguió persiguiendo a la narcolancha hasta que la estrechez del río les hizo adentrarse más arriba por el tamaño de la embarcación. Fue cuando vieron cómo los traficantes abandonaban la barca y se ocultaban en el coto de Doñana, dejando atrás, malherido, a un tercer narco. Al advertirlo, los agentes se trasladaron hasta el lugar con una neumática de menor tamaño y trataron de reanimarlo sin éxito. La Guardia Civil trasladó al presunto traficante, un vecino de La Línea de la Concepción, a una zona más accesible para que fuese atendido por los servicios de emergencia. Tampoco pudieron hacer nada. En ese momento, los otros dos que habían huido regresaron a la goma para incendiarla y no dejar rastro de la droga.