España es de los últimos países europeos que aún permiten bloqueadores de pubertad
Reino Unido se suma a Finlandia, Suecia, Noruega y Dinamarca en la prohibición de los agonistas de la GnRH
Con retraso y a contracorriente. Así se podría resumir la política de España con respecto a las políticas de autodeterminación de género en el contexto de Europa. El Gobierno de PSOE y Unidas Podemos aprobó la ley trans en febrero de 2023, cuando los países pioneros en aplicar la norma ya estaban dando marcha atrás. Ahora, la prohibición indefinida de los bloqueadores de la pubertad en Reino Unido, por entenderse que representan un «riesgo de seguridad inaceptable», coloca a España entre los pocos países de la Unión Europea que permiten la prescripción de agonistas de la GnRH sin ningún tipo de restricción.
El Gobierno británico ha anunciado este miércoles que este medicamento queda prohibido indefinidamente en aquellos niños con disforia de género que buscan transicionar. La decisión, que será revisada en 2027, se fundamenta en el consejo de expertos médicos independientes y significa que las clínicas privadas no podrán recetar ni suministras estos fármacos en el Reino Unido, aunque un ensayo clínico del National Health Service (NHS) seguirá adelante el próximo año.
El debate en torno a este asunto viró definitivamente en el Reino Unidos con el informe Cass, publicado este mismo año por la pediatra Hillary Cass, sobre cómo abordar la disforia de género en menores. Este fue encargado a la ilustre doctora por el Gobierno británico para analizar y comprender la causa y los efectos del aumento de niños trans, que se dispararon un 4.400% en los últimos años. Para ello, el equipo de Cass, en colaboración con la Universidad de York, hizo un análisis exhaustivo de 113.269 casos de menores y jóvenes en 18 países. El resultado alumbró el mayor estudio que existe a este respecto.
Las conclusiones del informe son tan claras como demoledoras: el acompañamiento psicológico es necesario para detectar otras posibles causas del malestar (tales como autismo, depresión, ansiedad o trastornos alimentarios) y hay una falta de evidencia concluyente sobre los efectos de las hormonas cruzadas en la salud psicosocial, el desarrollo cognitivo o la fertilidad de los menores.
La marcha atrás comenzó antes, en 2022, con la orden de cierre de la Clínica Tavistock, la institución pública que centralizaba los tratamientos de cambio de sexo a menores. Tras un estudio de varios años, los rectores de la sanidad británica dictaminaron que durante casi 20 años se facilitó en Tavistock tratamientos hormonales y quirúrgicos a menores que en realidad no los necesitaban.
Reacción en cadena
Reino Unido es el último país en sumarse a una reacción en cadena que comenzó en 2020 en Finlandia, que restringió el uso de tratamientos farmacológicos para menores trans, dando prioridad al acompañamiento psicológico y estudiando caso por caso para detectar contraindicaciones médicas. Más adelante se unieron Suecia, Noruega y Dinamarca. Italia, a raíz de la llegada de Giorgia Meloni al Gobierno, ha creado una comisión de expertos para estudiar también su prohibición.
Los países europeos más laxos en la administración de agonistas de la GnRH son Países Bajos y Francia, aunque en este último se vivió un debate encarnizado en 2022, cuando la Académie Nacional de Médecine pidió precaución en su uso debido a los posibles efectos secundarios, entre los que incluyó el «impacto en el crecimiento, debilitamiento óseo y riesgo de infertilidad». De momento, sin embargo, se siguen suministrando con normalidad.
España, sin información
España, pese a la experiencia de otros países, dice no tener información sobre posibles efectos adversos. Así lo señaló el Gobierno en una respuesta al Grupo Parlamentario Vox, que pedía el cese de la administración ordinaria de agonistas de la GnRH en niños. «En lo relativo al derecho a la salud, debe garantizarse que la infancia pueda vivir acorde a su género», respondió el Ejecutivo, que abundó: «Hasta la fecha, no se ha identificado ninguna señal de sospecha de reacción adversa adicional a las que aparecen en las fichas técnicas de estos medicamentos, ni comunicado por otras fuentes al Comité Europeo de Seguridad (PRAC)».
Por eso, las feministas aglutinadas en la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres instan al Ministerio de Sanidad a aprender de la experiencia de otros países antes que tener que sufrir las terribles consecuencias por las que ya han pasado muchos jóvenes europeos. El ejemplo del Reino Unido está muy reciente.