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Víctor de Aldama, el comisionista que ha hecho temblar los cimientos del Gobierno

En su círculo. muy reducido, es descrito como una persona pragmática pero, sobre todo, como un superviviente

Víctor de Aldama, el comisionista que ha hecho temblar los cimientos del Gobierno

Víctor de Aldama. | Alejandra Svriz

A lo largo de su vida, Víctor de Aldama ha transitado por los pasillos del fútbol y la política, pero su nombre permaneció en la sombra hasta el 21 de febrero de 2023, cuando la operación Delorme estalló con la fuerza de un rayo, desnudando las entrañas de una red de corrupción que tocaba los cimientos del Gobierno de Pedro Sánchez. En esa jornada, la Guardia Civil detuvo a Koldo García Izaguirre -asesor y mano derecha del exministro José Luis Ábalos- que estaba acusado de recibir comisiones ilegales durante la compra de material sanitario en plena pandemia de la covid-19.

La operación, que contó con la colaboración de la Fiscalía Anticorrupción y la Audiencia Nacional, desembocó en la detención de 20 personas, entre ellas, nombres de empresarios olvidados como Íñigo Rotaetxe y Juan Carlos Cueto. Pero fue alrededor de las 12 del mediodía, tras horas de registros y detenciones, cuando un nuevo nombre irrumpió en la escena: Víctor de Aldama, un enigma hasta ese momento, cuya conexión con el escándalo pasó inadvertida para muchos. Para los medios deportivos, era el presidente del Zamora FC, pero para el resto del país era un absoluto desconocido. Sin embargo, su vínculo con la política y el poder eran mucho más profundos de lo que parecía.

El hombre tras la sombra

Aldama llevaba 25 años como mediador en diversos negocios, siempre con perfil bajo, moviéndose como pez en el agua entre despachos ministeriales y oscuros pasillos de poder. En ocasiones, como Pedro por su casa, se deslizaba entre ministros y empresarios, cultivando una red de influencias en la que pocas personas sabían realmente qué papel jugaba. Es un hombre reservado, desconfiado, que no muestra fácilmente su interior. Su círculo es reducido, casi diminuto, pero aquellos que han logrado cruzar la línea de su fachada dura lo describen como un ser pragmático, astuto, y sobre todo, un superviviente.

Aldama, que en su juventud tuvo que asumir el papel de cabeza de familia antes de lo esperado, creció rápidamente entre las dificultades. Su astucia le permitió, sin necesidad de grandes estudios formales, convertirse en un negociador hábil, capaz de resolver problemas con una eficacia que solo los más astutos logran dominar. La mayoría, sin embargo, no sabe nada de su vida privada, de los traumas que esconde, ni de su faceta más humana. Y es que nada ni nadie puede tambalearle… a priori.

La debilidad de Aldama: su familia

Como los más cercanos a él aseguran, su familia es el único talón de Aquiles de un hombre que parece tener controlado todo a su alrededor. Es la única clave que puede hacerle saltar la bomba que derribe gobiernos, que haga tambalear imperios. Y fue precisamente esa debilidad la que lo empujó a tomar decisiones arriesgadas. Después de permanecer un mes y medio en prisión preventiva, Aldama, prometió que saldría. Y no lo hizo especialmente por él. Quienes le conocen saben que su debilidad puede manejar -como José Luis Moreno a sus muñecos- al hombre que es capaz de derrumbar gobiernos.

En un giro inesperado de los acontecimientos, Aldama accedió a proporcionar información que sacudiría el sistema. Durante su declaración ante el juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, señaló a altos cargos del Gobierno, desvelando detalles sobre la trama de corrupción que implicaba a figuras clave de la política. Según su testimonio, fue el propio Pedro Sánchez el que le solicitó y le agradeció sus gestiones, incluidas las que facilitaron la llegada de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez a España. Aldama, sin inmutarse, aseguró que Sánchez le agradeció personalmente su intervención en la visita de Rodríguez, que incluía una cena con ministros y una conversación telefónica con el presidente, orquestada a través del exministro Ábalos. Asimismo, no dudó en implicar al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien organizó un acceso especial para Delcy en el aeropuerto de Barajas.

Pero lo más contundente de su declaración fue el relato de los sobornos: 400.000 euros en efectivo entregados a Ábalos por contratos relacionados con la compra de mascarillas, otros 250.000 euros destinados a Koldo García, y comisiones repartidas entre diversos miembros del Gobierno, como Ángel Víctor Torres y Santos Cerdán. Aldama también detalló cómo 25.000 euros llegaron a manos de Carlos Moreno, jefe de gabinete de María Jesús Montero, por un aplazamiento de deuda.

La cara oculta de Aldama

A pesar de la apariencia de hombre templado y calculador, aquellos que lo conocen bien aseguran que Aldama es un ser de carácter volátil, explosivo. Es conocido por su temperamento ardiente, capaz de transformar una conversación trivial en una tormenta de ira descontrolada. Su entorno más cercano lo describe como alguien que, aunque no es rencoroso, posee una capacidad de explosión emocional imparable. En este contexto, THE OBJECTIVE ha revelado audios en los que Aldama mostraba una faceta desconocida hasta entonces: un hombre furioso, dispuesto a defender sus intereses a toda costa. En una de estas grabaciones, se le escucha increpando a un socio con una ira que parecía estar al borde del descontrol:

«¡Estás tú para tocarme los cojones a mí! ¿Vale? Que tú no sabes el fin de semana que yo llevo y llevas todo el puto fin de semana machacándome! ¡Que ya estoy hasta los cojones! Te he llevado a todos lados, te he consolado, estoy haciendo todo por ti… ¡Ya basta! ¡Ya basta! ¡Y a mí tú no me chillas! ¿Te queda clarito? ¿Clarito?».

Este estallido, que sacó a la luz la tensión interna de la trama, deja claro que, aunque Aldama se mueva en las sombras con astucia y sigilo, también es un hombre de pasiones intensas, de emociones que no puede ocultar por completo.

El hombre que sacudió el poder

Víctor de Aldama ha jugado un papel clave en una de las tramas de corrupción más grandes de los últimos tiempos en España, una trama que, de confirmarse sus revelaciones, podría poner en jaque a altos dirigentes del Gobierno. Con su mirada afilada, su carácter indomable y su astucia de superviviente, Aldama ha sido el hombre que, desde las sombras, ha desvelado los secretos que algunos querían mantener ocultos para siempre. Y si algo se puede asegurar es que no ha terminado.

Quizá en su jugada maestra final, Aldama no solo esté buscando su libertad, sino también algo mucho mayor: la caída de aquellos que, por un breve instante, pensaron que podían controlarlo.

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