Decenas de intelectuales firman un manifiesto contra los actos por el aniversario de Franco
El Gobierno organizará durante 2025 cien eventos para conmemorar los 50 años del fallecimiento del dictador
Fernando Savater, Félix de Azúa, Juan Luis Cebrián, Albert Boadella, Cayetana Álvarez de Toledo, Andrés Trapiello, Nicolás Redondo Terreros y Arcadi Espada, entre otros intelectuales, escritores y periodistas, han firmado un manifiesto en respuesta a los actos que el Gobierno va a celebrar en este 2025 con motivo de la muerte de Francisco Franco. Con el título de La Constitución es la única celebración posible, este grupo de intelectuales quiere poner en valor la Carta Magna frente a las «mentiras» del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Entre los firmantes del manifiesto destacan numerosos colaboradores de este periódico como Esperanza Aguirre, Ricardo Cayuela, Rosa Cullell, Teresa Freixes, Luis Alberto de Cuenca, Pablo de Lora, Rosa Díez, Antonio Elorza, Pilar Marcos, Xavier Pericay, Javier Rioyo, Fernando Rodríguez Lafuente, Gabriel Tortella, Yaiza Santos, Andreu Jaume, José Luis Pardo o Joaquín Leguina que denuncian «la mistificación histórica y su miserable recurrencia a la Guerra Civil y a la ‘memoria histórica’».
«Ni la libertad empezó en España hace cincuenta años, ni desenterrar el espectro de Franco logrará dividir a los españoles en dos bandos, como es su propósito», aseguran los firmantes en el primer párrafo del manifiesto. A continuación puede leer el texto completo que se presentará de forma pública este miércoles 8 de enero:
Contra Franco: la Constitución es la única celebración posible
Es bien sabido por todos que celebrar en este 2025 «España en libertad» con cien o más actos es solo el subterfugio para celebrar la muerte de Franco y también la penúltima de las mentiras de quien los promueve, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ni la libertad empezó en España hace cincuenta años ni desenterrar el espectro de Franco logrará dividir a los españoles en dos bandos, como es su propósito. Con su «a moro muerto, gran lanzada» no hace Pedro Sánchez sino recordar una desdichada realidad: el prolongado fracaso de la oposición para acabar con un dictador decrépito y sanguinario que murió en la cama y la soledad y sacrificio de los pocos y heroicos luchadores que lo combatieron.
Con la Guerra Civil perdida para la República, el presidente Manuel Azaña pronunció su célebre «Paz, piedad, perdón». Dirigió esas palabras a todos los españoles, sin distinción de bandos. Sabía que ese era el único camino de la reconciliación tras una guerra que había abierto heridas muy hondas en todas las familias españolas, en un país partido por la mitad.
Casi noventa años después el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido hacerlas suyas, pero con un planteamiento guerracivilista ya olvidado que viene a decir: «Ni paz ni piedad ni perdón; perdón solo para los nuestros, piedad únicamente para los míos y paz para nadie». Llegó a la Moncloa enfrentando a todos con todos y hoy como entonces camina apoyado en la muleta de la mentira. Sus siete años de Gobierno han sido los de la corrupción política e institucional más grave de nuestra democracia. A ella ha sumado ahora la mistificación histórica y su miserable recurrencia a la Guerra Civil y a la «memoria histórica», consistente en olvidar lo que no le aprovecha y recordar únicamente lo que le conviene. A un tiempo muro y cortina de humo. Un muro entre españoles y la cortina con que trata de ocultar toda su miseria personal, política y moral, y la de su entorno, y cuantos procesos judiciales lo acorralan por corrupción.
La inmensa mayoría de los españoles decidió dejar atrás definitivamente una guerra y una dictadura en la que no pocas de sus víctimas habían sido victimarios, en la que el dolor de unos no se podría comprender ni perdonar sin perdonar y comprender el de los otros. Quienes habían perdido la guerra renunciaron a la venganza y quienes la habían ganado, al poder que disfrutaban.
Sin memoria no hay justicia y sin olvido no hay paz. Reparar solo a unas víctimas es despertar en las otras los agravios, y olvidarse de estas, la mayor de las injusticias. Las víctimas son de todos, la memoria es personal e intransferible y la verdad es una tarea común.
Hacemos desde aquí un llamamiento a la ciudadanía, y en especial a las fuerzas políticas, a boicotear cuantos aquelarres promuevan en torno a Franco aquellos que dicen celebrar la libertad echando mano de la discordia, su mayor amenaza, y de la reconciliación, promoviendo el encono civil.
Los españoles ya estamos reconciliados. Lo hizo una abrumadora mayoría, y dio a ese pacto el nombre de Constitución de 1978. La única fecha de celebración posible y deseable.