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España

Ningún hotel te puede impedir el acceso al mar: no hay playas privadas en España

Las costas se consideran bienes públicos o nacionales, de modo que su acceso es libre y gratuito

Ningún hotel te puede impedir el acceso al mar: no hay playas privadas en España

Una playa privada. | Freepik

En España, ningún hotel puede impedir el acceso al mar, ya que no existen las playas privadas en el país. Así lo confirma el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en respuesta a una solicitud realizada por THE OBJECTIVE a través del Portal de Transparencia.

No obstante, algunos complejos hoteleros de lujo del país, situados en los archipiélagos balear y canario y en la Costa del Sol (Málaga) principalmente, promocionan un servicio denominado «playa privada», que en realidad consiste en un tramo de playa cuyo acceso está restringido exclusivamente a los huéspedes del establecimiento o, en ciertos casos, también a personas externas que adquieran un pase específico. Estas zonas suelen contar con un beach club, un establecimiento ubicado junto al mar o en una playa que ofrece una experiencia de ocio exclusiva con servicios para los usuarios como tumbonas, sombrillas, toallas, bares y atención personalizada. Además, es frecuente que se ofrezcan en estas zonas actividades recreativas o de relajación, como yoga frente al mar, deportes acuáticos o excursiones en el mar organizadas directamente desde la playa.

La finalidad de esta zona exclusiva es proporcionar una experiencia más placentera, segura y personalizada para los clientes del hotel, que, en general, suelen contar con un alto poder adquisitivo. A diferencia de las playas públicas, que pueden estar masificadas y contar con la presencia de vendedores ambulantes, las denominadas «playas privadas» están gestionadas y vigiladas por el propio establecimiento, lo que se traduce en un entorno más tranquilo, ordenado y libre de aglomeraciones. Asimismo, al ser mantenidas por el hotel, estas zonas suelen estar más limpias y cuidadas que las playas que poseen acceso libre.

En el caso de España, al igual que ocurre en países como México o Italia, las playas están consideradas bienes públicos o nacionales, de modo que su acceso es libre y gratuito, no pueden privatizarse, son de uso común y cuentan con protección ambiental. A pesar de ser lugares públicos, pueden tener limitaciones por razones ambientales, de seguridad, protección del medio o por otras causas adicionales siempre que estén justificadas legalmente y no vulneren el carácter público del bien.

Según lo establecido en el artículo 132.2 de la Constitución Española y en el artículo 3 de la Ley 22/1988, de 28 de julio, de Costas, las playas forman parte del dominio público marítimo-terrestre, por lo que no pueden ser de propiedad privada. Así lo recalca también el Ministerio de Transición Ecológica: «No hay playas privadas en España».

La Ley de Costas, que regula el dominio público marítimo-terrestre y busca su conservación, garantiza que cualquier persona pueda disfrutar libremente de la costa, incluyendo la arena, la orilla y los seis metros interiores al límite de pleamar (la máxima altura que alcanza el mar durante la marea alta), sin importar quién sea el propietario de los terrenos adyacentes. Por tanto, los hoteles no tienen potestad legal para impedir el paso a quienes deseen acceder a la zona costera si existe una vía pública o una servidumbre de paso establecida. Tampoco pueden prohibir a nadie instalarse en la arena frente a sus instalaciones, siempre que estas personas no hagan uso del mobiliario o de los servicios que cuentan con exclusividad para los huéspedes.

A pesar de ello, en la práctica, algunos alojamientos emplean el término «playa privada» para referirse a la orilla del mar cuyo único acceso viable es a través de sus instalaciones, ya sea por su ubicación o por la configuración del terreno. Esto no significa que el hotel sea propietario de esa playa, sino que tiene el control del acceso a esta desde su propiedad. En estos casos, aunque legalmente no pueden prohibir el paso, puede resultar difícil para personas ajenas al hospedaje acceder a esas playas «exclusivas» si no existen caminos públicos próximos.

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