The Objective
España

Menores centinela por 2.000 euros al día: el narco encuentra al cómplice 'perfecto' en Cádiz

Las organizaciones saben que son mano de obra barata y tienen la garantía de que nunca irán a prisión o serán detenidos

Menores centinela por 2.000 euros al día: el narco encuentra al cómplice ‘perfecto’ en Cádiz

Un detenido por portar un fardo de droga. | Europa Press

El narcotráfico y sus nuevos métodos en el Campo de Gibraltar tienen totalmente desbordados a la Guardia Civil y a la Policía Nacional desde hace meses. Las familias que controlan el negocio ilícito de la droga en Cádiz han comenzado a utilizar armas de guerra —algo que nunca se había visto en la zona— para defender sus alijos, como pudo comprobarse hace dos semanas cuando tres agentes resultaron heridos tras un tiroteo mientras vigilaban un alijo en un almacén en Isla Mayor (Sevilla). Esa, sin embargo, no es la única novedad. A esa escalada de violencia se suman estrategias que las organizaciones criminales han comenzado a poner en marcha, como el uso de menores centinela para vigilar a las fuerzas de seguridad y que los cargamentos que llegan por mar desde Marruecos tengan aún mayor porcentaje de éxito.

Según revelan fuentes de la lucha contra el narcotráfico, los clanes han comenzado a reclutar a menores para actuar como «puntos informantes» o «aguadores» en el Campo de Gibraltar y otras zonas costeras de Andalucía. La función principal de estos jóvenes consiste en vigilar y alertar sobre la presencia de Policía Nacional, Guardia Civil, Servicio de Vigilancia Aduanera o de helicópteros de cualquiera de estos cuerpos durante los alijos. Colocados en carreteras, rotondas, miradores, playas estratégicas e incluso escondidos en distintas zonas del rio Guadalquivir, convertido en una auténtica autopista de la droga, los adolescentes se encargan de detectar cualquier movimiento policial.

A bordo de motocicletas o vehículos y con dispositivos como walkie-talkies, escáneres y radios, los muchachos están prevenidos para dar el chivatazo a los clanes. Aunque esas no son las únicas herramientas con las que cuentan. Los jóvenes disponen de aplicaciones gratuitas en los móviles con las que verifican si los coches que advierten son policiales o no, comprobando si están aseguradas con el número de la matrícula, revelan las mismas fuentes. Si la app dice que no tienen seguro, hay una alta probabilidad de que ese coche pueda ser sospechoso. Una vigilancia cada vez más sofisticada por la que las organizaciones de la droga llegan a pagar hasta 2.000 euros por servicio a cada menor.

Las tarifas

Las tarifas varían dependiendo del clan, la importancia del alijo y el rol del menor, explican fuentes policiales. Por ejemplo, las cantidades oscilan entre 1.000 y 1.500 euros por actuar como punto en un alijo para dar soporte y vigilancia. Esa cifra puede aumentar hasta los 2.000 euros si el menor progresa a funciones de «bracero», es decir, si carga también los fardos de droga. Si además la vigilancia es nocturna y los jóvenes ya están en nómina de la organización, el pago puede ser aún mayor y alcanzar hasta los 3.000 euros. 

Las familias que controlan el negocio se aprovechan de la alta tasa de paro juvenil en zonas del Campo de Gibraltar, que alcanza cifras superiores al 50%, para fichar tempranamente a estos nuevos trabajadores. Además, son conscientes de que captar a un menor también supone un menor impacto penal para ellos y que, en muchas ocasiones, solo pueden ser identificados y no detenidos, pese a que su labor de vigilancia haya sido efectiva. «La normalización del narcotráfico como salida económica también juega un papel clave. La ausencia de alternativas provoca, al final, que los menores se rindan hasta esa forma de conseguir dinero fácil», explican fuentes de la lucha contra el narco. 

25 menores en el desembarco de un alijo

Una de las últimas intervenciones en Andalucía en la que participaron un grupo de menores se produjo el pasado mes de agosto en Cala Arena, en Algeciras. La Policía Nacional intervino casi 900 kilos de hachís, para cuyo desembarco y posterior transporte habían participado previamente 25 menores. El grupo entró en acción tan pronto como la narcolancha llegó a la playa virgen y soltó los 21 fardos en la arena. Los chavales comenzaron a subir por la ladera con el cargamento hasta que vieron a las fuerzas de seguridad y huyeron dejando la mercancía atrás. 

Dos de los que intentaban zafarse de las autoridades fueron detenidos. Un joven de 15 años, de origen marroquí y con residencia legal en España y otro de 17, de nacionalidad española y cuyo padre había denunciado su desaparición unas horas antes. Ambos fueron identificados por los agentes como «puntos informales» del clan y comprobaron pagos de entre 1.400 y 1.500 euros, según señalan fuentes próximas a la investigación. La investigación, dirigida por el Juzgado de Instrucción número 3 de Algeciras, busca quién fue el responsable de captar a los jóvenes. 

Sin prisión

Otra tarea para la que son contratados estos jóvenes es para el suministro de garrafas de combustible a las narcolanchas, más conocido como «petaqueo». Una salida que, junto a la vigilancia de alijos, cada vez aceptan más jóvenes y que las fuerzas de seguridad temen que se extienda. Además de la intervención en Algeciras, la Guardia Civil también ha detectado recientemente este modus operandi en Barbate y La Línea.

Al final, advierten fuentes policiales, las organizaciones criminales tienen la garantía de que esa mano de obra —que aunque parezca cara, es de las más bajas en el tráfico de hachís— no implicará prisión directa para los chavales y en muchos casos ni siquiera una imputación, si son menores de 14 años. La ley establece que si no superan esa edad no pueden ser detenidos penalmente, solo retenidos lo mínimo imprescindible para su protección e identificación. Una circunstancia que convierte a estos chavales en los cómplices perfectos del narco. 


Publicidad