Menores en riesgo: los peligros de acceder a Internet sin supervisión
El Barómetro Audiovisual de Andalucía evidencia potenciales peligros como el grooming, el impacto de los influencers o el consumo de pornografía
Casi la mitad de los menores de 18 años ha comenzado a hacer uso de Internet antes de los ocho años. El 32,4% lo hace entre los ocho y diez años, el 18,4% entre los 11 y los 13 años. Tan solo el 3,2% accede a Internet a partir de los 13 años de edad. Además, cabe destacar que el 70,1% de los menores de 18 años realizan un consumo habitual de Internet.
Estos datos han sido recientemente publicados por el Consejo Audiovisual de Andalucía en el Barómetro Audiovisual de Andalucía. La investigación detalla una serie de percepciones y hábitos de la población andaluza con respecto a los usos y hábitos audiovisuales. El estudio ha sido realizado gracias a la elaboración de 3.025 encuestas a andaluces mayores de 16 años. Incluye una gran variedad de temáticas como los hábitos de exposición a los medios de comunicación, la regulación de contenidos audiovisuales o la relación entre menores y uso de internet.
Según los expertos consultados por THE OBJECTIVE, los resultados referidos a menores traen consigo un análisis sobre los posibles riesgos en la red. «Internet sin filtros es una bomba de relojería en manos de un niño. Estos estudios hay que tomarlos como una advertencia» asegura Salvador Martí, fundador de Alexia Enséñanos y Policía Local de Logroño. Miriam Araújo, Doctora en Ciencias de la Salud, docente e investigadora en la Universidad de Huelva, también añade que en Internet hay mucho contenido beneficioso, pero puede ser muy perjudicial si se tiene un «acceso desmedido y libre sin el control de un adulto».
Uno de estos peligros es el acceso a la pornografía, sobre el que el informe también recoge algunos datos. El BAA apunta que el 31% de las personas encuestadas asegura controlar el consumo de pornografía en Internet a sus hijos menores de edad, mientras que el 68% dice no hacerlo. Según Miriam Araújo, el consumo de pornografía genera adicción y provoca numerosos daños en los menores: «El consumo de pornografía viene cada vez a edades más tempranas, donde el cerebro tiene mucha plasticidad, lo que genera que las estructuras neurológica se adapten y generen conexiones neuronales, esto los lleva a pensar que la realidad es similar a lo que están viendo tras sus pantallas».
La exposición a la pornografía genera la imitación de conducta, lo que supone un riesgo tras consumir ese tipo de contenido: «El problema de la pornografía es que es adictiva. Y quieres más. Y pedir más implica consumir contenido más fuerte y más severo. Por eso es imprescindible la prevención de pornografía en niños y adolescentes», afirma Salvador Martí. La mayoría de andaluces encuestados coincide con las palabras del fundador de Alexia Enséñanos. Según el Barómetro Audiovisual de Andalucía, el 60,6% de las personas consultadas está de acuerdo en que la pornografía puede incitar a los menor a realizar comportamientos sexuales violentos.
El uso del marketing es uno de los motivos por los que el consumo de pornografía se ha disparado en los últimos años. Según Miriam Araújo, las técnicas utilizadas por este tipo de empresas están muy estudiadas y generan una gran adicción. Además, reafirma que este tipo de contenido que se extrapola en muchas ocasiones a la realidad está basado en: «violencia, agresiones, relaciones de poder donde no existe empatía ni comunicación y lo único que importa es el placer propio y autónomo».
El 57,4% de las personas encuestadas afirman que los menores de 18 años que residen en su hogar sí tienen perfil activo en redes sociales. La doctora en Ciencias de la Salud, asegura que las redes sociales producen «mucha adicción, mucho engaño y la sensación de aislamiento de la realidad». Los últimos estudios publicados por medios como La Razón, corroboran esta idea sobre el impacto que genera en las relaciones sociales.
El grooming (acoso y abuso sexual online), es uno de los peligros que señalan especialistas como Salvador Martí. Los datos muestran cómo gran parte del abuso a menores se concentra en este tipo de delito: «Hoy en día el pederasta no sale a la calle, sino que amparado en un cómodo sillón desde su casa, se hacen un perfil falso y accede fácilmente al contacto con niños y niñas. Hay que tener cuidado porque el índice de pederastia en red es muy alto». Además, el fundador de Alexia Enséñanos, afirma que la mayoría de las veces, los padres se dan cuenta de que sus hijos son víctimas de esta práctica demasiado tarde.
El Barómetro Audiovisual de Andalucía ha incluido este año una novedad: Un estudio acerca del impacto en la población andaluza de los influencers. Los datos muestran que la población con menor edad es más propensa a seguir a estas figuras sociales, mientras que las personas con más edad, registran unos porcentajes inferiores. Las encuestas recogen que los andaluces que tienen entre 16 y 24 años sí siguen activamente a este tipo de perfiles, concretamente en un 82,1% de los casos, mientras que en el otro extremo, las personas de 65 años han respondido de manera afirmativa en un 7,6% de las ocasiones.
«Los influencers tienen una gran repercusión sobre los niños, y normalmente recurren a ellos cuando no tienen suficiente confianza en su casa para expresar sus inquietudes» asegura Salvador Martí. Miriam Araújo añade que la adolescencia es el momento donde se forja la identidad, por lo que surge la necesidad de imitar a jóvenes referentes a quien imitar. De ahí, la necesidad de seguir a influencers que aporten valores positivos: «Hay muchos influencers que deberían estar vetados en las redes. Educan a los jóvenes en insultos, violencia, abusos y principios denigrantes. Se debería dar muchísima más visibilidad a estos influencers que educan y enseñan dentro de valores positivos».
El 93,2% de las personas encuestadas atribuyen la responsabilidad de los contenidos ofrecidos por medios de comunicación de comunicación a los padres legales o tutores legales. Este dato contrasta con el 30,5% que opina que deben ser las instituciones públicas las que tomen este papel. El 10% pone el foco en el canal de difusión.
Los datos, evidencian la importancia que se le atribuye a la familia ante esta realidad. Sin embargo, los especialistas coinciden en que la respuesta debe provenir en dos direcciones: familia e instituciones. «El papel de la familia es fundamental, pero las instituciones tienen que generar contextos de seguridad. No tiene sentido que todo el peso recaiga sobre los padres si no existe un apoyo real por parte de las instituciones», reafirma Miriam Araújo. Salvador Martí asegura que es una «responsabilidad a partes iguales», donde el Gobierno debe tomar cartas sobre el asunto y los padres controlen el consumo de contenido a sus hijos menores.