Nervios en Gibraltar tras ceder Londres la soberanía de Chagos a Mauricio
El secretario de Estado británico y Fabián Picardo aseguran que la soberanía del Peñón no está en discusión
El reciente anuncio del Gobierno del Reino Unido de ceder la soberanía de las Islas Chagos a Mauricio ha generado una ola de críticas y preocupación tanto dentro como fuera del país, poniendo en el foco el compromiso de Londres con otros territorios de ultramar como Gibraltar y las Islas Malvinas.
Ante la incipiente inquietud, el Gobierno británico ha reiterado su postura firme respecto a la soberanía de sus colonias, subrayando que este acto no debe interpretarse como un precedente para futuros acuerdos sobre otros territorios bajo su control.
El secretario de Estado para Europa, Stephen Doughty, fue el encargado de despejar las dudas a través de un mensaje en la red social X en el que afirmó que la soberanía británica sobre Gibraltar, las Malvinas y otros territorios de ultramar «no está sujeta a negociación». En su mensaje, subrayó que el caso de las Islas Chagos es único y no comparable con el de otros territorios, insinuando que la historia y el contexto de cada territorio británico son diferentes.
Gibraltar y Chagos
Esta defensa de la soberanía británica sobre Gibraltar ocurre en un momento en que Londres se enfrenta a la presión internacional, particularmente de España, para resolver la cuestión de la soberanía del Peñón. Desde 1965, la ONU ha instado repetidamente a Reino Unido y España a iniciar negociaciones sobre Gibraltar, una solicitud que Londres ha ignorado sistemáticamente, lo que mantiene a este territorio en la lista de «territorios no autónomos» de las Naciones Unidas.
A pesar de que la descolonización es un principio clave en la resolución 1514 de la ONU, Reino Unido ha mantenido el control sobre Gibraltar, argumentando que la autodeterminación de los gibraltareños es lo primordial.
El caso de las Islas Chagos, sin embargo, difiere aparentemente. Las Chagos no tienen población residente, ya que sus habitantes fueron desalojados por el Gobierno británico en la década de 1960 para permitir la construcción de una base militar en la isla de Diego García. La cesión de este archipiélago a Mauricio viene después de décadas de lucha diplomática por parte de este país africano, y parece estar motivada tanto por razones históricas como por la presión internacional. No obstante, este movimiento ha despertado preocupaciones sobre las implicaciones que podría tener para otros territorios británicos de ultramar.
Punto de quiebre
Algunas voces críticas, como la del exministro de Defensa británico Grant Shapps, han expresado su malestar por la decisión del gobierno. Shapps argumentó que este gesto podría debilitar la postura británica frente a otros territorios disputados, como Gibraltar o las Malvinas.
También puso en duda las implicaciones estratégicas y militares de la cesión, especialmente en relación con la base de Diego García, que sigue siendo de vital importancia para las operaciones militares británicas y estadounidenses en la región.
En Gibraltar, la reacción no tardó en llegar. El ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, se pronunció en la red social X, subrayando que cualquier decisión sobre la soberanía del Peñón debe ser tomada exclusivamente por sus habitantes.
Picardo reiteró que la situación de Gibraltar es completamente distinta a la de las Chagos, recordando que Gibraltar es un territorio habitado, con derechos reconocidos a su población que no pueden ser ignorados. El mensaje del Gobierno gibraltareño fue claro y vino a «poner fuera de duda lo que estaba fuera de toda duda»: la cesión de las Islas Chagos a Mauricio no supone un precedente que pueda aplicarse a otros territorios.
El acuerdo entre medias
Por otro lado, las negociaciones entre Reino Unido, la Unión Europea y España sobre la inclusión de Gibraltar en el espacio Schengen siguen sin llegar a un acuerdo definitivo. Este contexto de incertidumbre ha aumentado la preocupación entre los gibraltareños sobre el futuro del territorio, aunque tanto el Gobierno británico como el gibraltareño han insistido en que la soberanía no está en discusión.
El tiempo apremia para alcanzar un acuerdo en Gibraltar. El próximo 10 de noviembre, la Unión Europea aplicará en sus fronteras el nuevo Sistema de Entradas y Salidas (SES), el cual registrará a todos los viajeros de naciones no pertenecientes a la UE que accedan al espacio Schengen por estancias cortas de hasta 90 días.
Este sistema sustituirá el actual proceso de sellado de pasaportes y facilitará el intercambio de información en tiempo real entre los Estados miembros, garantizando que las autoridades fronterizas cuenten con los datos necesarios en el momento adecuado. Dado que el plazo se aproxima rápidamente, la necesidad de llegar a un acuerdo se vuelve cada vez más crítica para evitar complicaciones adicionales en la gestión de las fronteras de Gibraltar.
En su agenda, el ministro José Manuel Albares tiene programadas importantes reuniones esta semana. El miércoles 9 de octubre se reunirá con los alcaldes del Campo de Gibraltar para abordar cuestiones locales, y el jueves 10 de octubre, sostendrá un encuentro con diversas asociaciones de la región, lo que resalta la importancia de la situación en el Peñón en el contexto de las negociaciones con el Reino Unido.
Las Malvinas: otro foco
A pesar de los intentos del Gobierno británico de separar el caso de las Chagos del de otros territorios de ultramar, la polémica sigue viva. Diversos medios de comunicación británicos han advertido sobre el impacto que esta decisión podría tener en futuras negociaciones sobre Gibraltar y las Malvinas, especialmente en el contexto de las tensiones con España y Argentina, respectivamente.
En Argentina, según ha conocido THE OBJECTIVE, algunos analistas ven la cesión de las Chagos como una señal de que Reino Unido podría estar perdiendo fuerza en su defensa de la soberanía de las Malvinas, lo que podría animar al Gobierno argentino a reavivar su reclamo sobre el archipiélago. Un comunicado de la Cancillería de Argentina recogía esta misma idea, entendiendo que la decisión sobre Chagos abre un camino esperanzador hacia un «diálogo serio y constructivo con el Reino Unido» sobre la soberanía de las Islas Malvinas.
La decisión de ceder las Islas Chagos a Mauricio ha generado críticas de algunos académicos y activistas, quienes argumentan que el Gobierno británico no consultó adecuadamente a los chagosianos, los habitantes originales que fueron desplazados forzosamente. Varios de estos activistas han manifestado su oposición a la soberanía mauriciana, señalando el maltrato que los chagosianos han sufrido por parte de las autoridades de Mauricio y cuestionando si este acuerdo realmente los beneficiará.