La guerra en Ucrania despierta el anhelo militar del independentismo más radical
El secretario de ‘Societat d’Estudis Militars’ criticó la apuesta por la paz de JxCat asegurando que «rechazar la violencia es rechazar ser un Estado»
El Gobierno de la Generalitat, con su líder Pere Aragonès al frente, ha atajado cualquier debate que vincule la invasión rusa a Ucrania con el conflicto territorial en Cataluña. Pese a que Oriol Junqueras ha equiparado la «corrupción» de Putin con la de algunos «partidos españoles», y el expresidente autonómico Quim Torra apeló a la vía eslovena para lograr la secesión, los nuevos responsables políticos han descartado una guerra de independencia a raíz del conflicto ucraniano.
Este cierre de filas por la «paz» del Ejecutivo catalán contrasta con la vocación militar que están exhibiendo en las redes sociales el independentismo más duro y algunos de los llamados jóvenes turcos, hombres y mujeres con presencia en el debate público y académico catalán y que en los años más álgidos del proceso independentista reivindicaron la revolución del Maidán, de 2013, que derrocó al entonces presidente de Ucrania, el prorruso Viktor Yanukovich, por oponerse al acercamiento del país a la Unión Europea.
El secretario de ‘Societat d’Estudis Militars’, Daniel Soler, replicó un mensaje de Junts per Catalunya de rechazo a la violencia asegurando que «ser un Estado es ejercer el monopolio de la violencia» y que «rechazar la violencia es rechazar ser un Estado».
No es el único de esta entidad, que colabora con la Assemblea Nacional Catalana (ANC) en jornadas veraniegas de entrenamiento militar, en pronunciarse de forma parecida. Diana Coromines, que fue responsable de Asuntos Públicos de la delegación del Govern en Dinamarca, se hacía eco en un artículo en el foro Racó Català del «discurso débil» de la consellera de Exteriores, Victòria Alsina, a la hora de pronunciarse sobre la invasión del Kremlin.
Según Coromines, el discurso de que «con la violencia no se va a ningún sitio» es falso, y los «hechos demuestran» no se va a ningún lugar «con discursos hipócritas y débiles» y que, «según cómo con violencia se va a todos sitios».
La periodista, además, respondía que tampoco España era Rusia a un usuario que en Twitter argumentaba que Cataluña no tenía la capacidad de defenderse de un Estado. Es decir, admitiendo de forma velada que la intervención durante el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 fue menos bélica y, en consecuencia, más asumible de confrontar por parte del movimiento independentista: «Digamos que los rusos tampoco son exactamente lo mismo que los españoles, ni Cataluña está fuera de la UE, ni los Piolines se pueden comparar a los tanques rusos», en referencia a los barcos enviados por el Gobierno de Mariano Rajoy con agentes de la Policía Nacional.
El presidente de Ucrania no huyó como Puigdemont
Otro de los paralelismos que se han hecho entre ambas realidades es el hecho de que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, no ha abandonado el país después de la entrada de los tanques rusos en Kiev. El mandatario ucraniano afirmó que él y su familia se quedaban porque «no era un traidor», mientras que Carles Puigdemont decidió fugarse a Bruselas sin decir nada a los suyos.
Ara torneu-me a dir que Puigdemont hauria hagut de mantenir la declaració d’independència de Catalunya i que el poble hauria defensat al carrer les nostres institucions. Va, ànim. pic.twitter.com/5HD4kXbpUU
— Jordi Galves (@jordigalves) February 25, 2022
Esta diferencia en las estrategias ha abierto un encendido debate sobre la idoneidad o no de la decisión de Puigdemont de abandonar España. Algunos historiadores y columnistas han puesto el dedo en la llaga al recordar que «Zelenski se queda, mientras que Puigdemont marchó». El columnista de El Nacional, Jordi Galves, ha optado por culpar implicítamente a los catalanes de que, a diferencia de los ucranianos, no hubieran defendido en las calles la declaración de independencia.
La escritora y activista feminista, Marta Roqueta, también reprochaba a «los tres partidos independentistas» no usar la invasión de Rusia de una forma que «beneficie internacionalmente la causa independentista».
La ayuda de Europa
Una de las teorías más extendidas entre este núcleo de independentistas es que Europa no tendría más remedio que centrarse en lo que pasaba en Cataluña, y la exposición internacional de Puigdemont servía a este propósito. Sin embargo, la falta de voluntad del grueso mayoritario de los independentistas para llegar a las últimas consecuencias hace, según su visión, que la comunidad internacional no haya prestado mayor atención.
Asimismo, la política de pactos de ERC con el Gobierno de Pedro Sánchez ha neutralizado el «asunto catalán» y ahora ven cómo otras regiones del Viejo continente, con un conflicto bélico de primer orden, ocupa toda la atención internacional.
De hecho, poco antes del inicio de la invasión, la Generalitat había organizado el acto ‘Escolta Europa’ (Escucha Europa) con el fin de pedir a las instituciones comunitarias avanzar hacia el derecho de autodeterminación. Este evento también ha suscitado las críticas de estos independentistas por considerar que la política de los hechos vista en Ucrania son más efectivas que la retórica del Govern.