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«De la ley a la ley»: El día en que Puigdemont se inspiró en la Transición para romper España

Se cumplen cinco años del pleno en el Parlament en el que la mayoría independentista vulneró la legalidad para celebrar el referéndum del 1-O

«De la ley a la ley»: El día en que Puigdemont se inspiró en la Transición para romper España

Ayer y hoy se cumplen cinco años de los tensos plenos del 6 y 7 de septiembre de 2017 en el Parlament, cuando la mayoría independentista -formada por 72 diputados, menos de los 90 que se requieren para cambiar el Estatut- cruzó el Rubicón de la legalidad al aprobar las llamadas ‘Leyes de desconexión’ para celebrar el referéndum del 1 de octubre y proclamar la secesión de Cataluña. PSC, PP y Ciudadanos abandonaron el pleno para expresar su oposición, y la marca catalana de Podemos votó en contra. Joan Coscubiela, entonces líder de los morados, advirtió a Junts pel Sí y la CUP de la «cacicada» que estaban a punto de acometer.

Poco después de coger las riendas del procés en enero de 2016, Carles Puigdemont afirmó en una entrevista en TV3 que evitaría cualquier vacío legal en este tránsito que debía llevar a Cataluña de ser una comunidad autónoma a una república independiente. «Iremos de la ley a la ley», afirmó en clara alusión al harakiri que se infligieron las Cortes franquistas para desmontar el engranaje legal de la dictadura y poder celebrar las primeras elecciones democráticas en España. Torcuato Fernández Miranda, presidente de las Cortes y profesor en Derecho Político, fue el artífice de esta estrategia y cita parafraseada por Puigdemont.

Es una de las únicas veces, o tal vez la única, en la que el mandatario catalán se inspiró en una Transición de la que siempre ha renegado. La piedra angular de la propaganda independentista en el exterior es denunciar que la democracia española ha heredado los vicios de la dictadura y que la Transición fue algo así como una farsa. Pero el nacionalismo catalán no dudó en intentar reproducir ese mismo esquema. Eso sí, con el agravante de pervertir la gesta en un contexto de democracia y elecciones libres.

El independentismo llegó a estudiar hasta doce procesos constituyentes de otros países para tener referencias y ejemplos a la hora de afrontar la ruptura. El Consejo Asesor de la Transición Nacional, órgano creado por el gobierno de Artur Mas en los prolegómenos del plan rupturista, en 2013, empieza a diseñar la arquitectura legal de ese nuevo Estado catalán que vislumbran. Otros grupos de académicos y juristas también analizan otros procesos históricos como el de Sudáfrica (con su Constitución provisional tras el régimen de apartheid) o el que se ha producido en varios países de América Latina.

En su órbita no solo está Escocia o Quebec. Después del no a la independencia de Escocia en 2014, y de la primera consulta del 9 de noviembre de 2014 con Mas al frente del Govern, el independentismo catalán da un paso más. El procés llega a un punto de inflexión. La mayoría independentista aprueba la Ley de Referéndum y la Ley de Transitoriedad Jurídica, que deben dar cobertura legal al referéndum del 1-O (pese a que había sido tumbado por el Tribunal Constitucional) y ya no hay marcha atrás.

Fin de la ‘revolución de las sonrisas’

El Govern, formado por Junts y ERC, y con el apoyo externo de la CUP deciden tirar adelante con el referéndum y la declaración de independencia con un apoyo electoral que no supera el 48% del censo. Después de años identificándose con Escocia, Quebec, o incluso Austria o «la Dinamarca del sur», en palabras de Artur Mas, su referencia prioritaria pasa a ser la Transición.

El referéndum del 1 de octubre no estipula tampoco ningún umbral mínimo de participación. Se declarará la independencia si hay mayoría de votos a favor de la misma (sabiendo que no ha habido campaña por el ‘no’ y que, como en 2014, solo se sintieron llamados a participar los adscritos a la causa independentista). A diferencia de las elecciones regladas, se permite votar a partir de los 16 años de edad. Si el 6 y 7 de setiembre fueron sesiones plenarias llenas de tensión, el 1-O, con la intervención de la Policía Nacional y la Guardia Civil para impedir la votación, resulto en una jornada dramática. En ese periodo terminó la revolución de las sonrisas, como fue bautizada por el independentismo.

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