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Comunidad Valenciana

Mazón supera el ecuador de la legislatura marcado por la incertidumbre sobre su futuro

El presidente autonómico logra salvar los presupuestos, pero no acalla los rumores sobre su continuidad

Mazón supera el ecuador de la legislatura marcado por la incertidumbre sobre su futuro

Carlos Mazón, a su llegada al pleno de las Cortes Valencianas | Jorge Gil (Europa Press)

Todo cambió con la dana. Hasta entonces, el relato dominante hablaba de un gobierno valenciano sólido, cohesionado, con un presidente fuerte al frente del Ejecutivo autonómico. Pero siete meses después de aquellas inundaciones que causaron 228 muertos, el escenario político ha dado un giro inesperado. Lo que parecía indiscutible –el liderazgo de Carlos Mazón– ha sido sustituido por una ola creciente de conjeturas sobre su futuro inmediato, especialmente según se acerca el congreso nacional del Partido Popular previsto para julio.

A pesar del desgaste, el PP valenciano ha conseguido esta semana un logro impensable hace apenas diez meses, sacar adelante unos presupuestos autonómicos tras la salida de Vox de todos los gobiernos de coalición. Lo que parecía una quimera se ha materializado gracias al apoyo puntual de los de Abascal. En el entorno de Mazón lo presentan como un balón de oxígeno, y defienden que el presidente autonómico está «más fuerte que nunca» para liderar la reconstrucción de las poblaciones afectadas. Pero el ecuador de la legislatura llega acompañado de una doble paradoja: por un lado, una agenda política que se consolida con decenas de medidas de gestión; por otro, un liderazgo frágil, bajo vigilancia mediática y con contestación social en la calle, con manifestaciones que se repiten cada mes en Valencia desde la catástrofe.

«Este partido ha pasado de ser un partido de militantes a un partido de cargos, y esto ocurre desde antes de la dana», señalan voces críticas internas. Las decisiones se toman desde los despachos, aseguran, sin contraste alguno ni con la militancia ni con la sociedad civil. El debilitamiento orgánico se ha hecho evidente esta semana con la fractura del grupo popular en Paterna. No se trata de una localidad menor: sus más de 76.000 habitantes la sitúan como la tercera población de la provincia. A la reciente salida del número dos de la lista, se han sumado ahora dos concejales más. Las bajas de Manuel Barreiro, Julio Casillas y Jesús Gómez confirman un rechazo profundo a un modelo de partido que prima los apellidos sobre el mérito. «Es una crisis absoluta de liderazgo y de aceptación», señalan desde dentro.

La crisis de Paterna ha reactivado todas las alarmas. Ya no es un simple episodio local. Internamente, se denuncia que la militancia no tiene presencia real ni en los pueblos pequeños ni en grandes núcleos como Valencia. De hecho, las sedes de distrito que antes funcionaban como punto de encuentro para los afiliados en la capital fueron cerradas incluso antes de las elecciones de 2023.

Vida orgánica

El primer atisbo de vida orgánica en meses se ha producido este sábado en Náquera, en un acto con militantes promovido por la dirección provincial. La convocatoria fue interpretada como una réplica directa al evento organizado semanas antes por el entorno de Francisco Camps, que reunió a más de 1.500 personas en Valencia.

La asistencia de Carlos Mazón y del secretario general Juanfran Pérez Llorca al acto de Náquera fue leída por muchos como un intento de reforzar una imagen de unidad más aparente que real. Los rumores sobre un relevo inminente se intensifican. Entre las quinielas internas, gana peso la opción de que Pérez Llorca asuma el liderazgo del partido y de la Generalitat a medio plazo hasta el congreso regional. Según fuentes consultadas, la hoja de ruta pasaría por una dimisión pactada de Mazón, que dejaría sus cargos tanto en el gobierno valenciano como en el partido. Su relevo se ejecutaría sin necesidad de gestora, garantizando una transición sin sobresaltos.

La salida de Mazón no sería abrupta. Se baraja una incorporación al Senado, que le permitiría seguir vinculado a la política nacional con proyección y visibilidad. Al mismo tiempo, Gerardo Camps –histórico del partido– podría quedarse en Madrid con funciones orgánicas o regresar a Valencia para reforzar el Ejecutivo. En paralelo, Pérez Llorca consolidaría un liderazgo transitorio de bajo perfil, diseñado para garantizar la estabilidad interna hasta el congreso regional de 2026, similar al de José Luis Olivas cuando sustituyó a Eduardo Zaplana tras ser llamado a desempeñar tareas ministeriales por José María Aznar.

Las encuestas internas manejadas por el partido no dibujan un panorama desastroso. Reflejan un empate técnico entre bloques en la Comunidad Valenciana, con el PP como primera fuerza. La reedición del gobierno autonómico sería viable con el apoyo de Vox. Mientras tanto, ni el PSOE ni Compromís logran capitalizar el desgaste del Ejecutivo, y figuras como Diana Morant no rentabilizan su ofensiva política. Compromís, por su parte, ha perdido fuelle desde los primeros meses de críticas por la gestión de las inundaciones.

En ese contexto, el próximo congreso regional del PP –previsto tras el nacional de julio– se perfila como el momento clave para redefinir el liderazgo del partido con vistas a las elecciones de 2027. Si Mazón da un paso al lado, suenan con fuerza actualmente dos nombres: el de María José Catalá, actual alcaldesa de Valencia, como apuesta oficialista, y el del expresidente Francisco Camps, que ya ha dejado entrever su intención de volver. Pero el futuro de Catalá no está exento de condicionantes. Su proyección como posible candidata depende en gran medida de la estabilidad en el Ayuntamiento de Valencia, hoy comprometida por un escándalo de corrupción que afecta a su equipo de gobierno y ha abierto fisuras internas. El desenlace de esa crisis local podría ser decisivo para sus aspiraciones autonómicas.

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