The Objective
Comunidad Valenciana

El PP teme que Vox pida la alcaldía de Valencia a cambio de apoyar a Catalá en la Generalitat

Aunque la opción de aupar a Pérez Llorca es la prioridad actual, Vox piensa en cómo dar el ‘sorpasso’ al PP en 2027

El PP teme que Vox pida la alcaldía de Valencia a cambio de apoyar a Catalá en la Generalitat

Pleno del Ayuntamiento de Valencia. | Rober Solsona (EP)

El relevo de Carlos Mazón en la presidencia de la Generalitat Valenciana ha abierto una negociación política de alto voltaje en la que Vox podría tener la llave del futuro del Gobierno valenciano y, de paso, del Ayuntamiento de la capital. En el Partido Popular se empieza a temer que la formación de Santiago Abascal esté preparando un movimiento estratégico de enorme impacto: reclamar la alcaldía de Valencia a cambio de apoyar la investidura de María José Catalá como presidenta de la Generalitat.

Aunque Juanfran Pérez Llorca es la opción de salida inicial del presidente en funciones Carlos Mazón para mantener una transición controlada y continuista, las conversaciones con dirigentes autonómicos y municipales apuntan a un escenario alternativo que inquieta verdaderamente a la dirección del PP. Según fuentes consultadas por THE OBJECTIVE, Vox podría ofrecer su apoyo parlamentario a Catalá para llevarla al Palau de la Generalitat, pero exigiría a cambio el control del Ayuntamiento de Valencia.

La maniobra pasaría por una fórmula legal pero políticamente arriesgada. Uno de los cuatro concejales de Vox en el consistorio renunciaría a su acta para permitir la entrada de Vicente Barrera, actual presidente provincial de Vox en Valencia y número siete de las listas municipales en 2023. Una vez incorporado al pleno, Barrera podría ser designado alcalde de Valencia hasta 2027, completando una jugada que reforzaría la posición de Vox tanto en el plano autonómico como municipal.

En el entorno del PP creen que sería una operación «inviable», dado que el PP gobierna la ciudad con 13 concejales frente a los cuatro de Vox, lo que dejaría el control del consistorio en los de Abascal pese a tener la tercera parte de ediles. Pero la posibilidad de que Vox utilice su peso en las Cortes Valencianas para reordenar el tablero de poder ya preocupa a dirigentes populares, que temen un cambio de equilibrios en el bloque de la derecha valenciana.

Valencia, la joya de la corona

Para Vox, la Comunidad Valenciana es la primera región de España donde cree tener a tiro el sorpasso al PP. Mantener la Generalitat bajo una coalición en las Cortes Valencianas y, además, controlar la alcaldía de Valencia en 2027 supondría un salto cualitativo en su consolidación territorial. «Valencia podría ser el nuevo gran símbolo del centro-derecha. Si Vox consigue gobernarla, podría convertirse en un actor determinante ante el electorado conservador en toda España», analiza un diputado popular.

El partido de Abascal considera que la figura de Vicente Barrera —extorero, empresario y actual dirigente provincial de Vox— podría ofrecer una imagen de solvencia y gestión local que le permita ensanchar su base electoral en la capital. Su entrada en la alcaldía serviría también para «equilibrar» la balanza de poder y gestión en la capital del territorio valenciano.

En cambio, para el PP valenciano el coste sería altísimo. «Entregar la ciudad de Valencia para ganar la Generalitat sería un error histórico», señalan dirigentes del entorno municipal. «Catalá está consolidando el gobierno local y su salida dejaría el Ayuntamiento en manos de Vox, con un escenario inestable y un daño enorme a la marca del partido para el futuro».

Catalá, entre la ambición y la prudencia

De puertas para fuera, María José Catalá insiste en que su único objetivo es continuar como alcaldesa de Valencia, pero quienes la conocen admiten que sus aspiraciones personales pasan por la presidencia de la Generalitat. Su interlocución con actores del PP nacional la convierte en una de las figuras a tener en cuenta en la arquitectura del PP valenciano.

Catalá ha mantenido una relación complicada con Vox en el Ayuntamiento, marcada por roces en cuestiones de gestión y comunicación. Fuentes parlamentarias reconocen que la alcaldesa «necesita descolgarse del sambenito de las malas relaciones con los de Abascal», y que un acuerdo a dos bandas que la llevara al Palau de la Generalitat podría despejar su horizonte político y permitirle proyectarse en clave autonómica aunque en unas circunstancias muy complicadas por la gestión de la dana.

Pero el precio sería muy alto. Sacrificar la ciudad de Valencia —la joya institucional y electoral del PP en la Comunidad— a cambio de controlar la Generalitat dividiría al partido y podría alimentar tensiones internas. «El PP no puede permitirse perder la capital», apuntan fuentes populares. «Ha de ser el gran escaparate de gestión y la base del poder territorial en la Comunidad Valenciana».

Una ecuación con más variables

El movimiento de Vox se interpreta como una estrategia de reposicionamiento a medio plazo, diseñada para reforzar su marca en la comunidad autónoma donde percibe mayor potencial de crecimiento. Si lograra gobernar Valencia y mantener influencia en la Generalitat, el partido de Abascal se presentaría en 2027 como una alternativa real al PP en el bloque conservador, especialmente ante un electorado descontento por la gestión de la dana y con algunas de las políticas municipales emprendidas desde hace dos años por el gobierno de Catalá como los Gay Games que se celebrarán en 2026, la implantación de la Zona de Bajas Emisiones en negociación actual entre PP y PSOE o la construcción imparable de carriles bici como en los tiempos de la izquierda.

Si permanece en la alcaldía, la dirigente popular deberá enfrentarse en las municipales de 2027 a Pilar Bernabé por el PSOE y, posiblemente, al propio Vicente Barrera por Vox. Si, en cambio, da el salto a la Generalitat con el apoyo de Vox, podría reforzar su perfil de liderazgo regional pero dejaría su bastión municipal en manos de un socio que se caracteriza por la imprevisibilidad.

A pesar de este escenario, el perfil de Juanfran Pérez Llorca sigue siendo la opción de consenso que se quiere preservar en la actualidad. Su candidatura, respaldada por Mazón y los dirigentes provinciales del PP valenciano, podría permitir mantener la legislatura sin sobresaltos. Sin embargo, si Vox apuesta por cambiar Valencia por la Generalitat, la sucesión podría transformarse en un tablero de riesgo político sin precedentes que seguramente abocaría a elecciones anticipadas con el riesgo de perder el control político también frente a la izquierda. Y eso es algo que ahora mismo o interesa ni al PP ni a Vox.

El equilibrio imposible

La dirección nacional del PP antepone la estabilidad a los nombres, consciente de que la Comunidad Valenciana es, junto con Andalucía y Madrid, una de las autonomías estratégicas de cara a 2027. Pero la amenaza de que Vox convierta la investidura en un trueque político con la capital añade un elemento de incertidumbre.

«Valencia no se negocia», repiten fuentes del PP. Sin embargo, en el juego valenciano nadie descarta movimientos inesperados. La operación que situaría a María José Catalá en el Palau y a Vicente Barrera en el Ayuntamiento sería una jugada de audacia extrema para Vox, pero representaría un gran sacrificio para el PP.

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