El Paraíso en la Tierra está en Madrid: la electrónica de vanguardia vuelve a la capital
Fueron 16.200 los fans de la electrónica que poblaron el pasado fin de semana la Universidad Complutense de Madrid
El Paraíso en la Tierra puede que esté en Madrid. Los pasados 24 y 25 de junio, el festival referente de la música electrónica de vanguardia regresó a la Ciudad Universitaria de la capital para reunir a 40 artistas locales, nacionales e internacionales: había representación de hasta 10 países diferentes.
Un cartel reducido respecto a ediciones anteriores pero igualmente icónico, ya que llegaba en un momento perfecto y confirmaba sin ningún tipo de dudas que, después de tres años, el público estaba como loco por volver a bailar. Misión cumplida: la tercera edición del festival Paraíso, que tuvo su correspondiente parón por la pandemia, no pudo cerrarse con mayor éxito. Y es que, más allá del buen ambiente y el movimiento continuo, el público respondió: según estimaciones de la propia organización, fueron 16.200 los fans de la electrónica de distintos puntos del país los que se dieron cita en el campus de la Universidad Complutense de Madrid.
Jornada 1: la fiesta está de vuelta
La fiesta empezaba el viernes por la tarde temprano. A las 18:00 abrían las puertas y a las 18:50 las primeras actuaciones daban el pistoletazo de salida a dos jornadas de música y buen ambiente. El directo de Charlotte Adigéry & Bolis Pupul y de Delone estrenaban los escenarios Club y Nido, respectivamente, mientras que el dj set de Gui Scott era el elegido para calentar el arbolado escenario Jardín. Poco a poco, el recinto iba llenándose, y el público repartiéndose entre los tres escenarios.
Especialmente, entre la sesión de la burgalesa Yahaira, que dejó el escenario Nido –el dedicado a los artistas de la escena madrileña– a reventar gracias a su homenaje a la cultura de club, y la de la jovencísima creadora francesa Crystal Murray, que congregaba a la primera gran masa del escenario principal.
Masa pero no masificación. De hecho, una de las grandes victorias del festival Paraíso es lograr un entorno disfrutable y en muchas ocasiones lleno de gente con ganas de bailar, pero sin caer nunca en las aglomeraciones que han hecho tristemente famosos a otros festivales de España. Espacio para bailar en todos los escenarios, barras (y baños) suficientes para pedir (y expulsar) bebida sin esperar demasiado y zonas para relajarse con sombra y asientos.
Con el ambiente ya caldeado, la inglesa Shygirl tomaba los mandos del Club con el sol casi desaparecido, dando paso a la primera noche del regreso de Paraíso. En las horas restantes, destacaron sobre todos los demás el memorable b2b de Danilo Plessow y Marcellus Pittman –a pesar de un pequeño incidente en mitad de la sesión–, el dj set de CC:Disco! y de Hunee, respectivamente, en el escenario Jardín, y el b2b de Javi Redondo y de Álvaro Cabana en la casa de los locales, el escenario Nido, sesión que –con el británico Ivan Smagghe en el Club– cerró por todo lo alto el primer día de festival.
Jornada 2: como si no hubiera un mañana
El sábado, con la resaca todavía palpable, volvía el público a congregarse en torno a los tres escenarios. Rusowsky & Ralphie Choo y Chico Blanco, con sus directos explosivos a primera hora de la tarde, sentaron las bases para otras tantas horas de celebración. Los primeros, a pesar de actuar mucho más temprano de lo que están acostumbrados, no dejaron un segundo de respiro al público mientras saltaban del house al hardtek pasando por el drum n bass y el trap. El segundo, con un directo a medio camino entre el club y la actuación hizo también vibrar al público, aunque con un sonido que en ocasiones sonaba algo desganado.
Por su parte, al escenario Nido regresó lo más granado de la escena madrileña, con el dj queer Cascales, sucedido por las chicas de Two Ex, que levantaron a la gran multitud que se reunió a su alrededor. La resaca ya era cosa del pasado.
El show continuó con el live del sueco Axel Boman, en el escenario principal, que traía los sonidos de su último y aclamado disco, Atra, con un directo elaborado y elegante que hacía imposible no mover los pies en todo momento. Tampoco decepcionó Baiuca, que con su folclore gallego actualizado fue capaz de casi reventar el Jardín en uno de los pocos conciertos del festival donde hubo algo de masificación. Aunque, eso sí, a sus cantos tradicionales de labranza mezclados con ritmos cercanos al downtempo o la cumbia les faltaron algo de fuerza para alcanzar todo su potencial.
Al mismo tiempo, en el escenario principal, el artista DJ Seinfeld, que a pesar de su nombre y de ser una incorporación de última hora está considerado como uno de las personas claves de la escena electrónica europea, cumplía con todas las expectativas depositadas en él con un dj set que alternaba el house más soulero con los ritmos de club más descarnados.
También destacaron los dj set de Kamma & Masalo, Seth Troxler, Ben Ufo y Ears on Earth, pero sobre todo un b2b inédito en nuestra escena: John Talabot y Pional. Cerró, en familia, Flaca, que en el escenario Nido se atrevió con lo suyo: cumbia, reguetón y lo más urbano. Una sesión de demostró que en la variedad está el gusto. Todo, amenizado con la performance de la Juan Gallery, con sus «novias», que divirtieron y confundieron a partes iguales.
Satisfacción de crítica, público y organización
La organización del evento ha querido destacar el desarrollo del festival «sin incidencias, junto a la satisfacción y el agradecimiento del público por la comodidad del evento. Es por ello que esta edición ha servido para consolidar el nuevo formato del festival, más íntimo y con una clara apuesta por descubrir nuevos artistas». Esa intimidad fue palpable en todo momento: no hubo colas a la hora de recoger las pulseras, de pedir consumiciones en las barras y prácticamente ninguna a la hora de acudir al baño. Una facilidad de movimiento que dista, y mucho, de las imágenes que hemos visto en algunos macrofestivales recientemente.
La única pega, resaltada en comentarios en redes sociales por algunos asistentes y que quedó especialmente patente en el mencionado directo de Baiuca: el sonido, que por momentos era demasiado bajo, a pesar del esfuerzo de la organización por reubicar los escenarios para no repetir errores del pasado. Gajes del oficio y de estar localizados en pleno corazón de la zona universitaria madrileña.
José Morán, cofundador del mítico Festival de Benicàssim y director de este nuevo Paraíso, celebraba después la acogida de su regreso: «Ha sido muy gratificante ver cómo el público ha sabido apreciar el esfuerzo que supone hacer un festival como el nuestro, en el que tratamos de cuidar cada detalle, desde la programación artística a la calidad de los servicios ofrecidos al público. El feedback que hemos recibido por parte de los asistentes, los músicos y todas las empresas implicadas ha sido muy positivo».