THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ECHABARRIGA

Rita Maestre, Ortega Smith y el 'Adeste Fideles'

«Cuando alentamos y difundimos este tipo de comportamientos nos cargamos de base los ideales de las democracias europeas»

Rita Maestre, Ortega Smith y el ‘Adeste Fideles’

Imagen del incidente en el pleno del Ayuntamiento de Madrid. | Agencias

Asamblea de Madrid. El orador termina de dar su discurso y se dirige hacia su escaño. Entonces él escucha alto y claro: «Me das asco», en un tono que indica que quien le insulta no lo hace en broma, precisamente. El orador se da la vuelta, se dirige indignado hace el insultador. Adelanta claramente el cuerpo en señal de intimidación. Levanta la mano en gesto de amenaza. Lleva unos papeles en la mano, de forma que al hacer el susodicho aspaviento se lleva por delante una botella de plástico vacía. La botella sale volando describiendo una parábola, en dirección contraria a quien le ha injuriado. La compañera del injuriador escucha algo que ha dicho el injuriado, se adelanta a su vez y le pega un empujón en el hombro al injuriado.

Hasta aquí todo parecería una simple bronca de borrachos de las muchas que hay en mi barrio a las dos de la mañana.

Con la diferencia de que los protagonistas no están borrachos.

Ninguno se ha comportado bien.

El que ha iniciado todo esto es el que ha dicho lo de «me das asco». El injuriado tendría que haberse limitado a levantar la barbilla hacia el cielo y a seguir adelante como una reina, cual Cleopatra indiferente. Podría también haberse quejado al presidente de la asamblea. Pero ha reaccionado: grave error. La amiga podría también haberse quejado al presidente de la asamblea, pero pega un empujón. Otro grave error.

Nadie aquí se ha comportado bien. Pero lo bueno (o lo malo) aún está por venir.

La amiga, a berrido limpio, anuncia a quien quiera escucharle que el injuriado le ha tirado una botella de Coca-Cola a su amigo injuriador. Falso. Después dice que le ha tirado una botella. Falso. Luego dice que ha habido una agresión física. Falso. Luego entra en una bronca brutal con el presidente de la asamblea. Amenaza al presidente de la asamblea «le pondremos a usted una queja por su comportamiento inaceptable como presidente de este pleno» (el presidente se está comportando maravillosamente). El presidente de la asamblea, que está bastante más equilibrado que todos ellos, le dice «pues muy bien, que tengan muy felices navidades usted y todo su grupo». Se nota que está intentando contener la risa.

Desde aquí toda mi admiración al presidente de la asamblea.

No sé cómo se llama usted, pero gracias por el momentazo.

Ahí no acaba la cosa. Salen del pleno todos los colegas del insultador y entonces ofrecen una rueda de prensa en la que reiteran que ha habido una agresión física que en realidad no ha habido. En ningún momento el injuriado ha agredido físicamente al injuriador. ¿Le ha intimidado? Sí. ¿Ha sobrerreaccionado? Por supuesto. Pero la única agredida ha sido la botella voladora. Repito que el único contacto físico ha existido desde la chica hacia el hombre al que ha pegado un claro empujón. Pero ¡que no venga la realidad a estropearte una buena noticia! Porque la versión que corre por todo Twitter, bots mediante, es que el insultado en realidad ha agredido al insultador.

Repito la secuencia de hechos. El primero insulta. El segundo sobrerreacciona, se acerca en exceso, se salta lo que en proxémica se llama distancia de seguridad. Esta distancia se sitúa entre 50 cm y 1,20 m, y se trata del espacio donde solamente permitimos entrar a las personas cercanas. Al saltársela y al adelantar el cuerpo en comunicación no verbal entendemos que está intimidando, pero no que este se está produciendo una agresión física. En todo caso, una amenaza. La tercera le pega un empellón al segundo.

¿Fue Goebbels el que dijo que una mentira repetida acaba por adquirir consistencia de verdad? Pues los amigos del injuriador se aplican el cuento. Basta con extractar un momento del vídeo y ralentizarlo para que parezca que de verdad el señor insultado ha agredido al insultador. Y basta con repetir sin parar «agresión física» como si no hubiera un mañana. Y ya tenemos la noticia del día.

No conozco personalmente a Eduardo Rubiño pero puedo contar una anécdota. Este muchacho -que se dice a sí mismo demócrata y progresista- vetó mi participación en un programa de televisión al que yo iba a acudir y dejó muy claro que si iba yo no iba a él. Hago constar que se trataba de un programa de entretenimiento pero como el chaval dijo que no se sentaría cerca de mí, me vetaron a mí (la cadena era La Sexta). Todo porque yo me había atrevido a cuestionar la ley trans.

Este chico miente. No, no le han agredido. Pero ya mentía antes. Su grupo no ha hecho más que repetir como si no hubiera un mañana que la señora Ayuso ha recortado derechos LGTBI en Madrid. Lo que he recortado, con muy buen tino, ha sido la parte de esa ley en la que se exigía una barbaridad tal como que si un menor iba a empezar un tratamiento experimental e irreversible no contara con el asesoramiento de profesionales.

Pese a que esa reforma no tiene ningún valor legal, ya que existe una ley trans nacional de rango superior a esta ley, la reforma sí que tiene un enorme valor simbólico. La Comunidad de Madrid sigue así la estela de países como el Reino Unido, Dinamarca, Suecia o Finlandia que han tomado las mismas medidas, no porque sean unos santos, sino porque desde hace tiempo se han iniciado demandas millonarias contra los profesionales que han sometido a estos menores a estos tratamientos. Y cuando las barbas del vecino veas cortar… En el momento en el que estas demandas empiecen a darse en España al menos al PP podrá decir que ellos cambiaron una ley.

Y las demandas llegarán.

Ya han llegado.

Una mujer  gallega de 24 años, Susana Domínguez, es el primer caso en España de una detransicionadora que demanda a la Sanidad Pública por haberle practicado modificaciones experimentales e irreversibles en su cuerpo con la excusa de «cambiarle el sexo» (el sexo no puede cambiarse: la apariencia física sí). Los profesionales del sistema público de salud pasaron por alto los antecedentes de problemas mentales en la familia de la joven, que comenzó tratamientos de bloqueo de la pubertad y de reemplazo hormonal a los quince años y que en realidad sufría rasgos de un trastorno del espectro autista, depresión y trastorno esquizoide.

Los profesionales sanitarios del Servicio Gallego de Salud atendieron al autodiagnóstico de la joven, influenciada por foros de internet. «Yo tenía 15 años. ¿Cómo me dejaron hacer eso? ¿Cómo podía estar segura de lo que quería?», dice Susana

El caso recuerda al de Keira Bell en el Reino Unido, que fue indemnizada en 2020 y consiguió cambios legislativos y el cierre de la clínica Tavistock.

En su momento yo me reuní con la propia presidenta de la Comunidad de Madrid y con parte de sus consejeros para explicarles el contenido de esta ley, que finalmente se ha reformado. Era una ley de más de ochenta páginas y escrita en un lenguaje intencionalmente muy complicado para que no se entendiera de lo que la ley hablaba. Los consejeros me reconocieron que ellos no habían leído esa ley, y que se la habían encontrado como herencia del equipo anterior. Lo que más llamaba la atención era el extensísimo capítulo dedicado a crear redes clientelares en forma de chiringuitos y asociaciones varias. Obviamente yo no fui la única persona que se reunió con miembros del gabinete de Ayuso. El gabinete de Ayuso recibió a muchas asociaciones diferentes, entre ellas Amanda.

Amanda es una asociación de madres de niñas con disforias de género acelerada. Niñas como Susana Domínguez. Niñas que tenían problemas psicológicos previos (depresión, autismo, ansiedad, trastornos de personalidad varios…)  y que se dirigieron a un adulto en busca de consejo. A veces un profesor, a veces un terapeuta. Niñas a las que les dijeron que la solución a su problema pasaba por iniciar un tratamiento experimental e irreversible con bloqueadores de pubertad. Y madres a las que les amenazaban con quitarle la custodia de sus hijas si se oponían a que sus hijas se sometieron a dicho tratamiento.

La primera vez que yo conocí a una madre de las que integran Amanda fue hace cuatro años. Amanda trabajaba entonces en la clandestinidad porque recibían muchísimas amenazas. Muchas de estas madres siguen trabajando en la clandestinidad. Se las acusaba de transfobas y de fascistas. Desde luego no son un lobby. Son una asociación de madres.

Pero la SER ha decidido llamarlas lobby transfobo. Repitiendo las palabras y las ideas de la formación Más Madrid en la que trabaja Eduardo Rubiño.

Lobby tránsfobo. Qué vergüenza ajena. Qué desprecio a la verdad.

Qué curioso que cuando yo me reuní con personas del PP en la comunidad de Madrid hubo un consejero del PP que me dijo claramente que no podían reformar las leyes porque no se querían enfrentar al «lobby trans». Me lo dijo por teléfono.

El lobby trans sí es un lobby. Si quieren saber cómo funciona este lobby les recomiendo encarecidamente la lectura del libro La secta: el activismo trans y cómo nos manipulan donde explica  detalladamente cómo funcionan las campañas de acoso del transactivismo y sus estrategias de manipulación, que recuerdan a una «secta que opera mediante la persuasión coercitiva, la propaganda, la censura y las promesas de salvación», y que «se centra en personas vulnerables como los adolescentes».

Eduardo Rubiño no acabó una carrera universitaria. Creo que carece la de la formación necesaria para entender la ley que se reformó. Y lo digo porque repito que la ley estaba redactada intencionadamente en un lenguaje abstruso y muy complicado y que para entenderla bien yo necesité de la asesoría de varios juristas. También quiero recordarles que yo he estudiado psicología y que entre las asignaturas que tome estaba en la psicobiología y la neuropsicología, y que por eso yo podía entender el alcance de los tratamientos a los que la ley se refiere. Sé que son experimentales Sé que son irreversibles. Sé que, a largo plazo, los efectos secundarios son devastadores. La muerte entre ellos.

Repito: Eduardo Rubiño carece de la formación mínima necesaria para entender el articulado de esa ley.

Eduardo Rubiño no está en condiciones de entender el alcance de dicha ley. No es experto en los temas que tratan esa ley.
Eduardo Rubiño no ha trabajado jamás fuera del ámbito de la política. Y, como digo, no ha acabado ninguna carrera universitaria.

Muchas personas en el PP tampoco entendían el articulado de dicha ley, pero mientras que el PP se avino reunirse con psicólogas abogadas, juristas, médicas, asociaciones de madres y con todo tipo de expertos, la formación Más Madrid no sólo no quería reunirse con nosotros sino que como bien digo evitaba incluso encontrarse con nosotras (las personas que nos atrevimos a hacer pública nuestra opinión) en platós de televisión e imponía vetos y campañas de cancelación.

Vetos y camapañas de cancelación que solo tienen un nombre, precisamente ese nombre que ellos llevan siempre a flor de labios: fascismo.

Vamos a repetirlo alto y claro: Fascismo. Que no sean ellos los únicos que abusan de la palabrita comodín.

Eduardo Rubiño es lo que llamamos un gaypitalista, un gay «blanco, rico y privilegiado» (salario bruto mensual:5.118,96€. Salario bruto anual: 71.665,44 €. Salario base: 3.050,66 €. Suplementos: 1.134,52€). Disfruta de un piso propio a los 32 años, algo inaudito en España para cualquier joven trabajador de su edad que no haya tenido la inmensa suerte de nacer en un entorno determinado.

Eduardo Rubiño no representa a nadie en España más que a su grupo de amigos.

Y ha quedado clarísimo que su grupo no representa a nadie. No solo porque en Madrid la mayoría la tiene Ayuso, sino porque cuando el otro día organizaron una manifestación para protestar contra la reforma de dicha ley aparecieron cuatro gatos y su prima. Y no es que lo sepa por las fotos, sino porque vivo en Madrid y el manifestódromo está debajo de mi casa. Ya que vivo en el centro y me como todas las manifestaciones que se organizan.

Repito que eran cuatro gatos y su prima porque no representan a nadie. Y precisamente porque no representan a nadie es por lo que tienen que montar estos numeritos. Para hacerse visibles.

 Porque por supuesto Eduardo Rubiño tardó nada y menos en presentarse en la SER. En el mismo medio de comunicación que ha acusado a un grupo de madres coraje de ser un lobby transfobo (¿a qué espera Amanda para demandar?). Eduardo Rubiño se presentó en la SER a denunciar que «había sido víctima de una agresión».

He sido víctima de diversas agresiones a lo largo de mi vida. Me violó un hombre a punta de navaja En una pelea de bar me interpuse entre un hombre y una chica y él me pegó tal bofetón que perdí la audición durante semanas, porque me rompió el tímpano. Y desde que Más Madrid y Podemos me colocaron en su punto de mira, sufrí tres agresiones en la calle, a manos de perfectos desconocidos que me llamaban tránsfobo.

Trabajo haciendo talleres de escritura expresiva. Tanto presenciales como online. Algunos los imparto en colaboración con una psicóloga clínica, Mónica Manrique. A lo largo de los años en los que lo he impartido he asistido a testimonios de agresiones de todo tipo. Mujeres víctimas de agresiones sexuales y de maltrato continuado por parte de sus parejas o de sus familias. Créanme: sé lo que es una agresión. Tanto por lo que la he vivido como porque lo que he tenido que escuchar o que leer en el acompañamiento a víctimas. Y pueden ustedes llamar a lo que hizo Ortega Smith sobrerreacción o intimidación. O incluso amenazada velada. Pero no agresión física, no se trata de una agresión física.

 Para colmo, las versiones de más Madrid eran completamente contradictorias. Primero se decía que Eduardo Rubiño había sido agredido con una botella de Coca-Cola, después que se había tratado de una botella de agua… y finalmente el casi agredido dice que «Ortega Smith ha estado muy cerca de establecer el contacto físico» (sic). Lo siento, Eduardo, pero si no ha habido contacto físico, no ha habido agresión física.

Ha habido en todo caso agresión física desde Rita Maestre a Ortega Smith, cuando ella le pegó el empujón y el golpe en el hombro. Pero teniendo en cuenta que él la puede tirar al suelo de un sopapo si quiere, esa agresión es más simbólica que otra cosa

Recapitulemos.

Secuencia de hechos: agresión verbal por parte de Rubiño, respuesta intimidatoria por parte de Ortega Smith a Rubiño, y agresión física desde Rita maestre a Ortega Smith.

(Esta última, como digo, más simbólica que otra cosa puesto que Rita Maestre mide mientras sesenta y no llegará a pesar 50 kilos y Ortega Smith mide metro 90 y es un hombre bastante fornido).

Analicemos la secuencia de hechos desde el campo de la psicología de la comunicación.

¿Qué vemos aquí?

1. Baiting, o poner un cebo. La carnada envenenada del narcisista. Una de sus herramientas favoritas: la provocación. Baiting proviene de la palabra anglosajona que significa cebo. El baiting consiste en apretar botones en la psique de la víctima de manera caigan en el juego de manipulación y provocación narcisista. Con Ortega Smith resultó sorprendentemente fácil. Ortega Smith debe creer que la palabra «autocontrol» tiene que ver con el mando de la tele.

2. Glowering o intimidación. En proxémica se considera intimidación, como ya he dicho, han hecho de saltarse de la distancia de seguridad (los primeros estudios en proxémica los realzó Hall en 1966, y concluyó que las personas manejan su distancia social entre sí como una forma de comunicación). Ortega Smith responde al baiting con una táctica de intimidación.

3. Pity play o juego de dar pena. El narcisismo implica por definición arrogancia. Los narcisistas tienen una idea exagerada de ellos mismos, y distorsionada. Jugar a hacerse las víctimas les sirve como sustituto de un auténtico sentido de la propia valía. Les encanta jugar hacerse las víctimas porque así se convierten en los héroes de una historia que a menudo, en realidad, no gira alrededor de ellos. Son especialistas en alterar la narrativa de una historia para que los demás les vean como las víctimas. Y se suelen creer sus propias historias porque así reafirman su propia convicción de que ellos son los que merecen más atención y respeto.

4. Smear campaign o campaña de desprestigio. Las campañas de manipulación narcisistas son intentos de destrozar la imagen de sus víctimas y sus reputación así como el sentido de la realidad tanto de los víctimas como de terceras personas. Los narcisistas son especialistas en alterar la narrativa de una situación.

Desde el pleno del Ayuntamiento de Madrid nos han enseñado en directo las tácticas que suelen usar los narcisistas a la hora de comunicarse.

Pero seamos sinceros: el narcisismo político es un síntoma, la consecuencia inevitable de una sociedad cada vez más narcisista. Una epidemia que ha favorecido el éxito arrollador y amenazante de los populismos. La legitimación social de personalidades políticas abiertamente narcisistas como Silvio Berlusconi, Donald Trump, Boris Johnson, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, por citar solo algunos, solo puede favorecerse en el contexto de una sociedad también narcisista.

El narciso político no se diferencia de cualquier otro narcisista. Su obsesión por la visibilidad, el reconocimiento y la adulación. De ahí su tendencia a montar espectáculos efectistas sin complejos ni mesura, y también sin profundidad.

Lo explica Victor Lafuente en su libro Decálogo del buen ciudadano. Cómo ser mejores personas en un mundo narcisista (Península): «El egocentrismo narcisista propio de nuestra época es el resultado de un doble programa ideológico, el de la nueva derecha y la nueva izquierda que empezaron a surgir en los años setenta y se han consolidado en este siglo. Ambas ideologías pecan de lo mismo: fomentar un excesivo individualismo. La nueva derecha, un individualismo económico, y la nueva izquierda, un individualismo cultural. Como consecuencia, nos hemos entregado todos a un individualismo rampante, destructivo con la comunidad y con nosotros mismos».

Repito: «El egocentrismo narcisista propio de nuestra época es el resultado de un doble programa ideológico, el de la nueva derecha y la nueva izquierda. Ambas ideologías pecan de lo mismo: fomentar un excesivo individualismo. La nueva derecha, un individualismo económico, y la nueva izquierda, un individualismo cultural».

Así que hemos asistido a un espectáculo lamentable en el que se han perdido las formas por parte de todo el mundo. Incluidos los medios satélites, para los cuales la verdad y la honestidad son palabras huecas.

Más Madrid mediante desde el principio. Miente al decir que se han recortado derechos en la Comunidad de Madrid, porque no son capaces de decir un solo derecho que en realidad se haya recortado. Mienten cuando han dicho que se intenta eliminar a las personas LGTBI de los espacios públicos de Madrid, porque Madrid es una de las ciudades del mundo con mayor visibilidad LGTBI y una de las más seguras para la comunidad LGTBI, según reconoció ILGA (ILGA-Europa es Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex, un lobby que promueve los intereses de las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales, a nivel europeo, no es susceptible de considerarse una asociación conservadora precisamente).

Pero sobre todo Más Madrid miente cuando dicen que son de izquierdas. Se supone que las políticas de derecha o de izquierda se diferencian sobre todo en los servicios y ayudas que se destinan a la sociedad. Defender una ley concebida a mayor gloria de las multinacionales farmacéuticas no es ser de izquierdas. Promover campañas de cancelación y vetar a los que piensan diferente de los espacios públicos, como ha hecho Más Madrid, contra cualquier mujer que se atreviera a cuestionar las leyes LGTBI y las leyes trans no es ser de izquierda. Mentir descaradamente no es ser de izquierdas, es ser un oportunista.

Precisamente ayer un pequeño grupo de amigos habíamos convocado un acto frente al Congreso, para protestar contra la polarización política, el oportunismo y el circo en el que se está convirtiendo la política en España.

Fuimos al Congreso a cantar el Adeste fideles para recordar aquella Nochebuena de 1914 en la que soldados alemanes y franceses abandonaron las trincheras y se unieron en una tregua de Navidad. Queríamos reclamar una política más limpia, más honesta, menos manipuladora. Desde el Ayuntamiento de Madrid nos recordaron por qué habíamos promovido esto. La razón última de nuestro acto simbólico. Su espectáculo lamentable de manipulación y victimismo.  Su pérdida de las formas.

Hoy es Nochebuena. Quizá yo desde este artículo les pueda recordar que el populismo, el oportunismo, el sensacionalismo, va en contra de todos nosotros como comunidad. Que cuando alentamos y difundimos este tipo de comportamientos nos cargamos de base los ideales de las democracias europeas, que nos constó dos guerras asentar: los principios de cooperación, de solidaridad, de igualdad, de fraternidad, de transparencia y de respeto a los derechos humanos.

Si quiere usted unirse a nosotros, estaremos cantando de nuevo el sábado que viene, a la una del mediodía, frente a la Puerta del Congreso de Madrid. No hace falta que usted sepa cantar, basta con que traiga algo blanco. Si usted no vive en Madrid le animo a que organice una iniciativa parecida frente al Ayuntamiento de su localidad.

Le invito a hacerlo porque nunca debemos subestimar el poder de nuestras acciones, por muy simbolicas que sean. Con un pequeño gesto puedes cambiar muchas cosas. Para bien o para mal. El Universo nos pone a todos en la vida de los demás para impactarnos unos a otros de alguna manera. Y, como dijo Esopo, ningún gesto amable, por pequeño que sea, se pierde nunca

Por cierto, repito lo que dije ayer. Si a estas alturas del partido, usted todavía no sabe qué regalarle a esa persona que lo tiene todo (ya tiene bufandas, gorros guantes, perfumes y un armario en el que no le cabe todo el modelerío), ¿por qué que no le regala un curso online de escritura expresiva? Si quiere más información me la pide, en [email protected]. También me puede escribir si quiere más información sobre los talleres que impartimos Mónica Manrique y yo.

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