Guerra abierta en el Gobierno: Robles señala a Bolaños para frenar la salida de la jefa del CNI
Fuego cruzado entre Moncloa y Defensa a la espera de las explicaciones de Paz Esteban y a la búsqueda de otras «cabezas de turco»
Margarita Robles. | Europa Press
La guerra fría ha dado paso a una guerra abierta y quienes la encarnan son dos perfiles no menores en el Ejecutivo: la ministra de Defensa, Margarita Robles, y el de Presidencia, Félix Bolaños. Una de las mujeres de mayor confianza del presidente y su ministro para todo y negociador principal. «Dos hombres de Estado con la institucionalidad a prueba de bombas», que en estos momentos han abierto un fuego cruzado en sus respectivas responsabilidades por el espionaje de Pegasus. Fuentes de Moncloa consultadas por THE OBJECTIVE acusan al entorno de Robles de filtrar información contra Bolaños para defender al CNI como chivo expiatorio, pero también asumen que «él empezó primero» al dejarla a los pies de los caballos en su reunión con el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, a quien garantizó que «ella va por libre» respecto a su intervención en el Congreso sobre el espionaje.
La situación es de extrema tensión en el Ejecutivo ante el fuego cruzado que se libra entre los dos tótems de Pedro Sánchez, a pocas horas de que comparezca la responsable del CNI, Paz Esteban, cuyo puesto está en la cuerda floja. Según adelantó este periódico, su salida del servicio secreto se descuenta en el núcleo duro del jefe del Ejecutivo y en los círculos de Interior y Defensa se apunta a una «cabeza de turco» ante la necesidad del presidente de cobrarse una pieza para ERC y para su socio minoritario en la coalición, Podemos.
Sin embargo, en las últimas horas, la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha dado muestras de no rendirse fácilmente respecto a la caída de la responsable del CNI, cuyo cese debe firmar ella misma y no el jefe del Ejecutivo, recuerdan en Moncloa. Fuentes gubernamentales atribuyen a la titular de Defensa el señalamiento de Bolaños para intentar frenar el cese de la responsable de los espías que, según dijo, «está teniendo que aguantar estoicamente imputaciones que no se corresponden con la realidad». A la espera de las explicaciones que ofrezca la directora del CNI, en Moncloa atribuyen además a Robles la búsqueda de otras responsabilidades por el espionaje al presidente, y que se ofrezca una cabeza, al margen del CNI, que equilibre la balanza entre Moncloa y Defensa. Se apunta en tres direcciones que pasarían por las manos de Félix Bolaños, ministro de Presidencia y ex secretario general de Presidencia.
Los tres departamentos que apuntarían a Bolaños
Se pone en la diana el Departamento de Seguridad, adscrito a la Secretaría General de Presidencia, que actualmente ocupa Francisco Martín, pero que ocupaba Bolaños en el momento del espionaje al presidente en mayo de 2021. De este departamento depende el órgano responsable de las comunicaciones que, según fuentes de Moncloa, está formado por «funcionarios, técnicos e informáticos» que se encargan de entregar a los ministros los dispositivos móviles, las tablets y ordenadores pero que «ni están capacitados para hacer barridos de seguridad ni es su función». Este organismo actúa en coordinación con el Centro Criptológico Nacional (CCN) de manera que si un ministro tuviera sospechas de espionaje acudiría al secretario general de Presidencia que, a su vez, lo entregaría al CCN, dependiente del CNI, para su examen y posterior informe.
Según explican miembros de Moncloa, el departamento de Comunicaciones es el que se encarga de entregar los terminales físicos a los ministros tras la toma de posesión (tablets y móviles), así como de instalar el software del sistema cifrado llamado COMSec, que sí depende de Moncloa. Se trata de una app similar al WhatsApp que sirve para hacer llamadas y enviar mensajes de forma segura, pero que «no sirve para proteger los teléfonos frente a Pegasus». «No es un dispositivo de seguridad», subrayan.
Otro de los departamentos en el ojo del huracán es el de Seguridad Nacional de Moncloa, dirigido por el general Miguel Ángel Ballesteros, en las quinielas para suceder a Paz Esteban al frente del CNI y a quien fuentes gubernamentales apuntan por no haber estado al tanto del espionaje que se presume que viene de Marruecos. Desde Moncloa niegan responsabilidad alguna ya que el general Ballesteros «dirige un departamento de prospectiva y análisis, encargado de cuestiones específicas de geopolítica y geoestrategia» que trascienden de cuestiones de seguridad de dispositivos y personal.
Y, en último termino, la comisaría de Moncloa en manos de María Marcos, de quien depende un equipo conjunto de policías y guardias civiles responsable de la seguridad del presidente del Gobierno. Una unidad que, según las fuentes gubernamentales consultadas, se encarga de «la seguridad del presidente, vicepresidentes y expresidentes del Gobierno, ni siquiera de los ministros» y que se centra en coordinar los servicios de escoltas para los desplazamientos y el uso de la flota de aviones del Ejército del Aire para los desplazamientos, pero que tampoco es competente respecto al material del que disponen los miembros del Consejo de Ministros y, ni mucho menos, del mantenimiento o comprobación de sus dispositivos telefónicos.
La implicación de Bolaños
Fuentes de Moncloa entienden que, de momento, nada implica a Bolaños y que la batalla que se libra entre el titular de la Presidencia y Robles «quedará en tablas» y «no llegará la sangre al río», pese al malestar generado entre ambos entornos. Las alarmas saltaron en Presidencia del Gobierno a primera hora de este miércoles cuando la ministra de Defensa atendió a los medios de comunicación a su llegada a la sala Ernest Lluch del Congreso. Preguntada por la responsabilidad de la seguridad de los teléfonos del presidente, Robles respondió de forma directa: «No hay más que mirar las normas y ahí se les aclaran todas las dudas. La ventaja de una democracia es que todo está en la Ley, todo está en las normas. No hay más que echar un minuto de tiempo», recomendó la ministra de Defensa.
Unas palabras que fueron interpretadas en Moncloa como un reconocimiento de la autoría de la filtración de la información de El Confidencial, en la que se apuntaba a la reponsabilidad de Bolaños en la brecha de seguridad de los dispositivos móviles del Gobierno, atendiendo al decreto de estructura del Ejecutivo. En Presidencia del Gobierno también mostraron malestar al comprobar que «todo el mundo trata de salvar su responsabilidad y señalar a otro», cuando esa estrategia «no tiene ni pies ni cabeza».
Así las cosas, en Moncloa siguen apuntando a una negligencia del CNI y explican que «la realidad de nuestro funcionamiento no está en las normas sino en las prácticas», dicen conscientes de que el intento de implicar a Bolaños pasa por rastrear su comportamiento en el espionaje que denunció la exministra de Exteriores, Arancha González Laya, en agosto de 2020, un año antes de los hechos recientes y de la llegada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en abril de 2021 a España. Un viaje secreto que enfadó considerablemente a Marruecos y provocó una grave crisis diplomática con el país vecino. En aquel momento, Bolaños no era ministro de Presidencia, sino secretario general de Presidencia y, por tanto, responsable del departamento de Comunicaciones.
Bolaños aseguró el martes en la Cadena SER lo siguiente: «No me consta que haya un informe sobre algún espionaje a González Laya». Un extremo que afinó un poco más la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, al día siguiente en Onda Cero: «No hay constancia de ello en el Centro Criptológico Nacional», a donde no habría llegado una investigación en profundidad sobre los terminales de los miembros del Gobierno, que no se ha producido hasta el pasado fin de semana, cuando el Gobierno dijo tener constancia por primera vez de los hechos.
