Irene Montero, la 'villana' que desafía a Díaz para evitar el fin de ciclo de Podemos en 2023
La ministra de Igualdad quiere dar una guerra sin cuartel a Yolanda Díaz hasta mantener viva la llama de su candidatura para las generales de 2023
A lo largo de 2022, Irene Montero, actual ministra de Igualdad, ha descubierto cómo su papel se iba desdibujando, mientras el de su examiga y ahora competidora, Yolanda Díaz, recibía aplausos y elogios en todos los foros que compartían. Montero detectó que Díaz buscaba el visto bueno de la prensa progresista nada más arrancar la coalición. Avisó a Pablo Iglesias, pero este intentó, al menos hasta 2021, quedarse al margen de una rencilla que consideraba resultado de una mezcla de celos y envidia. Iglesias seguía creyendo que Díaz era una persona de su máxima confianza, al menos hasta su nombramiento como sucesora en marzo de ese año.
En los últimos quince meses, Díaz ha trabajado con ahínco para forjar una imagen de presidenciable. Ha reforzado su equipo con perfiles muy ‘navegados’ y cercanos a Ada Colau, y ha recuperado el antiguo lema errejonista de la «transversalidad», que Iglesias había enterrado tras la batalla de Vistalegre II. Díaz, que nunca fue errejonista, ahora actúa de una forma parecida al exenemigo de Iglesias. Juan Carlos Monedero avisó de ello antes que nadie. Aunque la primera que le vio el plumero a la política gallega fue, sin duda, Montero.
Ahora, Díaz ha lanzado su proyecto Sumar y aspira en el año 2023 a afianzar el cierre definitivo de la «etapa» de Podemos (la primera vez que empleó ese término fue en la reunión con los diputados de Unidas Podemos tras su nombramiento). La política gallega ha llegado para quedarse. «Al menos diez años», afirma en sus conversaciones privadas, que sus afines trasladan públicamente. Esto significa que Sumar no es un proyecto parecido al de Podemos de 2014 y 2015: Díaz no plantea una guerra relámpago para ganar al PSOE la hegemonía, sino que quiere construir una alternativa de izquierda tanto al PSOE como al centro-derecha a diez años vista. Es un planteamiento para ser ella presidenta del Gobierno. Tal vez no en la próxima legislatura, pero sí en la siguiente.
La ‘mala de la película’
Aun así, la política gallega tiene ante sí a una villana. Es Irene Montero, que se prepara para convertirse en la mala de la película, acompañada por Iglesias, que ya ha avisado a su examiga de Ferrol que está faltando al «respeto» al partido morado, y que él y los demás no se quedarán de brazos cruzados. Hace un año, el entorno de Iglesias admitía que existía una «guerra fría» con Díaz. Ahora nadie duda que el conflicto está más caliente que nunca.
Díaz no llevará a su marca a las elecciones autonómicas y municipales. Su plan pasa, tal y como adelantó THE OBJECTIVE, por desgastar a Podemos en esos comicios, demostrar que su ciclo se ha acabado, y reconstruir un espacio nuevo de izquierda alternativa al PSOE sobre esas cenizas. Montero, sin embargo, quiere impedirlo.
Su nombre circula incluso como posible candidata para las generales de 2023 si finalmente Díaz no cede a su exigencia de ser la número dos por Madrid y todos los puentes saltan por los aires. Iglesias ha pedido a Montero paciencia. Pero ella está lista para actuar si hace falta. Lo lleva preparando desde 2018, como desvelaron algunos libros sobre la materia.
En Podemos creen que la pelota está en el tejado de Díaz. Será ella quien deberá aclarar qué quiere hacer. Tan solo avisan de que están preparados para afrontar cualquier tipo de amenaza. Incluso un adelanto electoral, tal y como avisó hace unas semanas Iglesias. ¿Fue una amenaza velada a Díaz o una provocación a Sánchez? Los morados aseguran que se trató solo de una reflexión privada y personal del ex secretario general. Esta es la versión oficial, porque en política hay que avisar que casi nada es casual.
Dos leyes estrella
A lo largo de la legislatura Irene Montero ha ganado algunas batallas importantes. Acaba de aprobar su ley trans, muy criticada por los sectores feministas clásicos, que ven en ella el fantasma del «borrado de la mujer». Y pensaba haber ganado también la batalla de la ley del solo sí es sí. Pero en este caso una omisión ha provocado una alud de correcciones a la baja en las condenas a agresores.
Montero nunca ha reconocido error alguno, aunque hubo un momento en el que se abrió a que cayeran algunas cabezas en su equipo para sortear el caos. Finalmente, el ataque de Vox en el Congreso le permitió convertirse en víctima y «blindarse» en el ministerio.
«Nuestra Yolanda»
Para 2023, por lo tanto, Irene Montero cree que puede empezar un curso político razonablemente reforzada. Desde las primeras negociaciones con Sánchez en 2019, exigió el Ministerio de Igualdad porque consideraba que bajo la premisa feminista podía construir un perfil de candidata. Ese planteamiento sigue vigente, aunque tanto en Podemos como en el PSOE avisan de que su nota como ministra está muy baja.
Los que llevan años en la sala de máquinas del partido morado consideran que esos datos son falaces. Montero siempre se ha centrado en polarizar la sociedad para rentabilizar el conflicto en el marco de una lógica amigo-enemigo. En 2023 hará lo mismo, dispuesta a todo con tal de derribar a quien considera la última traidora de Podemos. «Qué lejos han quedado los tiempos en los que Irene llamaba a Díaz ‘nuestra Yolanda'», zanjan fuentes conocedoras del choque interno en el partido y de las intenciones de la ministra. Falta un año para las elecciones, pero se prevé muy largo.