Interior solo deporta al 5% de los inmigrantes irregulares que tienen orden de expulsión
El detenido por matar a un sacristán en Algeciras llevaba al menos siete meses en situación irregular en España y estaba pendiente de expulsión
Yasin Kanza, investigado por un delito de terrorismo tras matar con un machete a un sacristán y herir gravemente a un sacerdote el pasado miércoles en dos iglesias de Algeciras, en Cádiz, llevaba al menos siete meses en situación irregular en España. El agresor, de 26 años y origen marroquí, fue detenido el pasado 16 de junio en la localidad gaditana porque no tenía papeles y desde entonces, pesaba sobre él una orden de expulsión del país. Un expediente que no se ejecutó «de manera inmediata», precisan fuentes de Interior, porque «al tratarse de un procedimiento administrativo» debía garantizarse «con todas las garantías».
El retraso en el proceso de devolución, en el caso de este arrestado, que también fue expulsado de Gibraltar en 2019 tras atravesar el Estrecho en moto acuática, no es único. Los datos reflejan que son muy pocos los casos de personas en situación irregular que finalmente son deportados a su país de origen. Las cifras a las que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, a partir de distintas respuestas parlamentarias del Gobierno, muestran que en 2022 el Ministerio del Interior solo ejecutó en torno a un 5% de los expedientes de expulsión.
Marruecos y Argelia
Las fuentes consultadas por este periódico afirman que, el pasado año, de casi 50.000 ciudadanos procedentes del continente africano que entraron de forma ilegal en España, el departamento dirigido por Fernando Grande-Marlaska solo deportó a aproximadamente 2.500. En otras palabras, ejecutó uno de cada 25 expedientes de expulsión. En el caso de Marruecos, el retorno de inmigrantes no alcanzó el 6% del total, es decir, unos 360 de los 6.000 que llegaron a territorio nacional en 2022, según datos de Interior.
En la misma línea, de los 3.000 ciudadanos llegados de Senegal, Guinea o Costa de Marfil, según indican fuentes policiales, Interior solo expulsó a 10. De la inmigración procedente de Argelia (3.346 personas), por otro lado, el balance de devoluciones fue cero. Esto último se debe, como ha informado en distintas ocasiones este periódico, a la ruptura de relaciones entre Argelia y España tras el apoyo del Gobierno de Pedro Sánchez al plan marroquí para el Sáhara Occidental.
Una de las primeras reacciones de Argelia en este conflicto diplomático, además de llamar a consultas a su embajador en Madrid, fue el rechazo en frontera de un gran número de inmigrantes que eran devueltos a su país de origen en barcos y vuelos del Ministerio del Interior tras haber alcanzando las costas españolas. Actualmente, la potencia del norte de África sigue poniendo importantes obstáculos en esta cuestión y mira para otro lado ante el control de la inmigración que sale hacia España, según admiten a este periódico fuentes policiales dedicadas a la supervisión de las fronteras exteriores de la UE.
¿Por qué no se ejecutan las expulsiones?
La cuestión es: ¿por qué el Gobierno no ejecuta los expedientes de expulsión? Puede deberse a dos opciones, indican fuentes expertas en la materia. Por un lado, apuntan a la falta de colaboración por parte del país de origen. Para llevar a cabo la devolución es necesario que una delegación diplomática del Estado del que procede facilite al inmigrante una copia de su pasaporte y lo reconozca como ciudadano. Un trámite que, en todos los casos, depende del interés del país al que el ciudadano en situación irregular debe volver.
En el caso de Marruecos, de donde procede el presunto terrorista Yasin Kanza, el Partido Popular insiste en la «falta de colaboración» por parte del país alauí y «en el poco peso del Gobierno en el norte de África» para ejecutar las devoluciones. «El expediente de expulsión es igual para todos, pero si el país en cuestión no los acepta, ahí está el problema», explica a este periódico la diputada del Partido Popular Ana Vázquez.
«España no tiene peso político en África»
El PP, en palabras de su secretaria nacional de Interior, advierte de que «esto es un efecto llamada que no ayuda a la contención en las salidas desde los países de origen». «En el Partido Popular lo llevamos denunciando desde hace mucho tiempo. Hemos exigido al Ejecutivo en varias ocasiones fomentar las políticas de retorno, que de media se sitúan en un 5%, según las respuestas del Gobierno», critica.
«España ya no pinta nada en África, no tiene peso político, no la respeta nadie y el ejemplo de ello es que los países ya no le aceptan ni sus propios nacionales, incluso Marruecos», prosigue Vázquez. La diputada popular insiste en la necesidad de llevar a cabo políticas de retorno, porque así «el inmigrante que quiere salir de su país ve que su vecino viene devuelto desde España y ya no arriesga su vida y su dinero para salir». Y añade: «Estamos ante el más bajo número de expulsiones de la historia a pesar de que han sido los años con llegadas de más inmigrantes de la historia».
Los hechos
Los hechos que conmocionaron el pasado miércoles a la ciudad de Algeciras se produjeron poco antes de las 20.00 horas, cuando Yasin Kanza entró en la iglesia de San Isidro armado con un machete. Acto seguido, mientras gritaba «Muerte a los cristianos» y «Alá es grande» atacó al cura, Antonio Rodríguez, dejándolo gravemente herido. Posteriormente, accedió a otro templo, el de Nuestra Señora de La Palma, en la que, tras causar diversos destrozos a diversas cruces e imágenes religiosas, atacó al sacristán, Diego Valencia.
La víctima logró salir de la iglesia, pero fue alcanzando por el agresor en una plaza cercana, donde le causó heridas mortales, ante la mirada de numerosos vecinos, creando una situación de alarma. Instantes después, el individuo intentó entrar a una tercera iglesia, pero antes de ello fue neutralizado y detenido por agentes de la Policía Nacional.
Antes de cometer el ataque, Yasin Kanza había estado en torno a las 18:00 de esa misma tarde en la iglesia de San Isidro. El detenido entró al interior del templo y comenzó a discutir con distintos feligreses, entre ellos unas catequistas, por profesar y difundir una religión distinta al Islam. Enajenado, se marchó del lugar y una hora después, vestido de blanco —aunque portaba una sudadera encima—, armado con un machete de grandes dimensiones en una mano y con el Corán en otra, volvió al mismo lugar para atentar contra el religioso, que ese momento estaba celebrando una misa en la capilla.