Los diputados de Podemos cierran filas con Montero tras intentar Díaz el control del grupo
La ministra de Igualdad logra que la mayoría de diputados de Unidas Podemos le jure fidelidad y eso impide a Sánchez echarla del Consejo de ministros
La ministra de Igualdad, Irene Montero, está cosechando apoyos explícitos del grupo parlamentario de Unidas Podemos tras la polémica de la su nueva ley estrella del solo sí es sí y ese extremo se considera entre las filas moradas como una de las claves de su supervivencia en el Ejecutivo de Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno del PSOE pidió a la ministra de Trabajo Yolanda Díaz activar algo parecido a una OPA hostil contra Podemos tanto dentro como fuera del hemiciclo. Pero según ha podido saber este diario, Montero y el portavoz Pablo Echenique han logrado que el grueso de los diputados morados juren fidelidad a la responsable de Igualdad. Sin los 35 diputados de Unidas Podemos, Sánchez tendría serias dificultades para cerrar la legislatura.
Montero logra apoyos directos en mensajes privados y grupos de comunicación de Unidas Podemos, según ha podido saber de fuentes parlamentarias. Se trata de mensajes de apoyo que se han ido enviando en los días más duros de la polémica sobre el sí es sí, antes y después de que Sánchez interviniera para activar unilateralmente una iniciativa parlamentaria que corrigiera la Ley de Libertad Sexual. El apoyo parlamentario a Montero se registró también en medio de una guerra fría con la ministra de Trabajo e impulsora de Sumar, que mientras tanto se mantiene de perfil ante la polémica.
En Podemos explicaban que el enfado de Montero se dirigía en esos días más a la responsable de Trabajo que a la bancada socialista, con la que los morados entienden y saben que deben pugnar cada propuesta parlamentaria y enfoques de estrategia política. Todo ello mientras la Moncloa difundía tesis sobre una presunta «distensión» entre el sector de Díaz y la dirección de Podemos, que los morados evitaban negar o desmentir porque entendían que el presidente estaba forzando la gallega a ceder a algunas de sus exigencias.
Fuego cruzado
En el medio de este fuego cruzado de ataques y decepciones, Montero recibía mensajes de apoyos de sustancialmente todos los diputados de Podemos y los trabajadores del Congreso del partido. Puede parecer algo descontando, pero así no es. El grupo parlamentario de Unidas Podemos se divide básicamente en tres facciones: el de Izquierda Unida, que cuenta con cinco representantes, el de «los catalanes», es decir, los afines a Ada Colau, que son controlados en mayoría por Yolanda Díaz, y los restantes de Podemos. La mayoría de estos diputados son aquellos que visten la camiseta morada, y todos ellos juraron fidelidad a la número dos del partido en los últimos días de enero y primeros de febrero.
El hecho de que Montero lograra el respaldo firme de sus diputados demostró que la operación de opa hostil de Yolanda Díaz no había dad sus frutos, y que, por ende, el presidente Pedro Sánchez no contaría con alrededor de veinte escaños en el caso de un alejamiento de Montero y Ione Belarra del Consejo de Ministros. El control del grupo parlamentario es clave para Podemos, al igual que la cercanía demostrada también en las horas más oscuras por los socios nacionalista de Bildu y ERC. El partavoz de ERC Gabriel Rufián defendió abiertamente esta semana al ministerio de Igualdad, a tal punto que en el partido morado ya se comenta que el líder republicano ejerce de «portavoz de Podemos» en el hemiciclo.
Antes, Iglesias había cosechado el visto bueno de Bildu para reeditar lo que en las filas moradas siempre se ha entendido como un grupo parlamentario amplio, formado por Podemos y los nacionalistas. La tesis de Iglesias es que los intereses, aunque diferentes entre ellos, coinciden a la hora de crear un bloque hoplítico con el que impedir todo tipo de acercamiento del PSOE al Partido Popular. El gran logro en esa legislatura de Iglesias, tal y como de alguna manera reconoció Arnaldo Otegi en una charla interna en su partido, ha sido exactamente atar en corto al PSOE a las exigencias de los morados y de sus aliados nacionalistas.
El fracaso de la operación de Yolanda Díaz de controlar el grupo parlamentario de Unidas Podemos obliga a Sánchez a alternar el bastón a la zanahoria en su relación con los socios de investidura y de gobierno. Hace una semana ordenó a bombo y platillo modificar de urgencia la ley de Montero. Unos días después dijo que «la ley del sí es sí ha tenido efectos indeseados, y me quedo corto». Dejó sola a Montero y ordenó a los suyos culparla de los fallos de la norma, mientras la responsable de Igualdad intentaba responsabilizar a todo el Ejecutivo y sobre todo a la ministra de Justicia. Finalmente, ya desde Bruselas, y a pocas horas de una remodelación de Gobierno que se prevé inminente, Sánchez volvió a recular para aclarar que la ministra de Podemos no se toca: «Todos mis ministros y ministran tienen mi confianza, cuentan con ella, incluyendo la de Igualdad. No se contempla la ruptura. El Gobierno de coalición progresista continúa».