Rosa Díez: «Si depende del PSOE, Arnaldo Otegi será lehendakari»
La expolítica conversa con THE OBJECTIVE sobre ‘Caudillo Sánchez’, su examen a la mente del presidente del Gobierno y un análisis sobre sus años al frente del país
La primera vez que Rosa Díez (País Vasco, 1952) escuchó el nombre de Pedro Sánchez fue en boca del exministro de Exteriores Carlos Westendorp en los pasillos del Parlamento Europeo. El partido había abierto un proceso para la contratación de varios asistentes de libre designación para cada diputado y el que fuera el regidor en la Política Exterior española y primer mentor del actual presidente del Gobierno le estaba buscando un hueco porque, en esos momentos, «no tenía nada»:
— Rosa, hay un chico que ha trabajado conmigo en Bosnia, Pedro Sánchez. Es economista, yo creo que estaría bien que le contratáramos como asistente parlamentario.
— Sin problema, Carlos. Ya sabes, puedes elegir a quien quieras para que trabaje contigo.
—Ah, no. Yo para trabajar conmigo no lo quiero. Ya he elegido a un asistente que me interesa y que es de mi confianza.
Sánchez fue enviado a la lista de candidatos que se jugarían una plaza según sus méritos. Perdió el proceso. Solo pudo obtener un puesto temporal en la Cámara cuando cubrió una baja por maternidad.
Ahora, muchos años después, Díez se ha embarcado en explicar la vida política del secretario general de los socialistas partiendo de sus rasgos de personalidad, con los que pretende explicar el porqué de sus acciones. Caudillo Sánchez (Esfera de los libros) es el último trabajo de la cofundadora de UPyD y exmiembro del PSOE durante más de 30 años, en el que desgrana los reveses de un hombre que ha alcanzado lo más alto de la política española haciendo del «cueste lo que cueste» el leitmotiv de sus siempre controvertidas decisiones políticas: desde el giro unilateral sobre el Sáhara hasta la reforma a medida del Código Penal.
Rosa Díez no encuentra puntos positivos en su sujeto de estudio, piensa que ha puesto a sus pies a todo un partido que ha renunciado a la oposición interna por la propia supervivencia y el odio a la derecha y recuerda que cuando ella trató de marcar su propio camino, en el partido fue recibida con silencio y abandono. Asegura que no le duelen las etiquetas y celebra que en Cortes la han llegado a tachar de izquierdista, ultra izquierdista, de derechas y de ultraderecha. De ella, uno entiende que es una rara avis de la política que tantos años después sigue contando con espacios en los que poder expresarse y ser escuchada.
El destino de Pedro Sánchez ha quedado ligado al del Partido Socialista Obrero Español. No lo dice este periodista. El lector puede acudir no solo a este Caudillo Sánchez, sino a La Foto del Palace, de Fernando Jáuregui; a las columnas de Joaquín Leguina, expulsado del partido por mostrar su apoyo a Isabel Díaz Ayuso y criticar la postura del partido en cuestiones de especial sensibilidad democrática; o la entrevista a Ignacio Varela, publicada en este medio por David Mejía, para comprender que el partido y su máxima autoridad han alcanzado un nivel de síntesis tan agudo que cuando el segundo caiga, el primero estará condenado a enfrentarse a un proceso de refundación ideológica, y quien sabe si a la desaparición.
Díez conversa con THE OBJECTIVE a pocas horas de presentar su libro en Madrid. Celebra el recibimiento de los lectores y anuncia que ya está en camino una segunda tirada. Se muestra amable ante las preguntas, se toma su tiempo para desenredar las ideas, celebra sin nostalgias sus años por la política y pide que durante la conversación se dirijan a ella de tú.
PREGUNTA.- ¿Tiene añoranza de la vida política?
RESPUESTA.- No, porque la sigo practicando. Recuerdo con mucho gusto mis tiempos de diputada porque me encantaba, pero no lo echo de menos. He sido muy feliz y me gustaba mucho lo que hacía, pero ahora hago política desde la distancia: escribo, hago conferencias, participo en la vida pública. Hago política como ciudadana.
P.- ¿Volveremos a ver a Rosa Díez en los puestos de salida de alguna lista electoral?
R.- No, no lo creo. Pueden ocurrir circunstancias en la vida, pero no lo contemplo para nada.
P.- ¿Y cerrando una candidatura que ahora se ha vuelto a poner de moda?
R.- Lo de cerrar candidaturas en el País Vasco y llamar a afiliados del Partido Socialista o del Partido Popular en su día era muy normal. La verdad es que no lo contemplo.
P.- ¿Se lo han ofrecido recientemente?
R.- No. Quienes pueden hacer esa oferta saben en lo que estoy, en ser una militante política como ciudadana y organizar la resistencia.
P.- Ahora publica Caudillo Sánchez con Esfera de los Libros, una biografía no oficial de los años políticos del actual secretario general del Partido Socialista y del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. No sé si escribiendo, estudiando e investigando a este tipo de personajes una llega a encariñarse de ellos.
R.- No es mi caso (ríe). Lo mío no es una relación humana. Este no es un análisis al uso de lo que son los actos políticos, sino que he tratado de encontrar la explicación de por qué hace estas cosas, de lo que le mueve a este personaje. Si nos limitamos a analizarle con los criterios que se usan con un político nos equivocamos, porque nadie actúa como él, sin escrúpulos ni limitaciones, sin remordimientos. No se limita, por ejemplo, a echar a Tomás Gómez, sino que le echa de la noche a la mañana sin decisión de la Comisión ejecutiva, cambia las cerraduras de las puertas y a la vez trata de desprestigiarle poniendo en circulación la idea de que hay corrupción. Con la ley del solo sí es sí rectifica porque los efectos han sido contrarios a lo que él pensaba desde el punto de vista de la respuesta ciudadana. Sabía que se iban a rebajar las condenas, pero no pensaba que iba a producirse una reacción tan intensa en la ciudadanía. No pidió ni perdón, dijo que si tenía que pedir perdón, lo pediría.
«Zapatero nos llevó a las trincheras entre derecha e izquierda, entre la mitad de España contra la otra mitad. Sánchez ha cavado una zanja y ha provocado resentimiento: somos enemigos los unos de los otros».
P.- ¿Sánchez es un animal político o es la historia de un tipo con suerte? Pregunto porque resiste a todo lo que se le ponga por delante: pandemia, Marruecos, solo sí es sí, crisis en la coalición, etc.
R.- Como tiene una ambición absoluta de poder y está dispuesto a todo, lógicamente lo consigue. Estuvo dispuesto a hacer una moción de censura destructiva basada en un párrafo de una sentencia que él sabía que sería finalmente anulado por los tribunales, consigue el poder teniendo que aliarse con los enemigos jurados de la democracia. Hay gente que dice que se arriesga, pero no: es que no tiene prejuicios ni limitaciones. Es como el que no siente dolor aunque le pinchen. Parte con ventaja. ¿Cuántas veces has oído decir: «No, no lo hará. No, no lo hará. No, eso no lo hará»? Lo de cambiar el Código Penal para eliminar el delito de sedición, lo de la malversación, los indultos, pactar con Bildu en Navarra. ¿Tiene suerte? Le ha tocado la etapa expansiva de la Unión Europea ante la crisis económica, hay dinero en circulación a mansalva hasta que empiecen las restricciones, que le tocarán al siguiente Gobierno. Alfredo Pérez Rubalcaba -esto se lo ha oído mucha gente- decía que no es que este tenga una flor en el culo, es que tiene un jardín.
P.- Dice que sus decisiones están teniendo un coste electoral. Sin embargo las encuestas, descartando el CIS, no le bajan de la barrera de los 90 escaños. Muchas veces incluso tontea con la de 100. Es cierto que no alcanza los 120 actuales, pero el suelo del PSOE parece muy firme pase lo que pase.
R.- El Partido Socialista tiene un suelo, eso es lo primero que hay que reconocer. Es verdad que está muy bajito, pero como gobierna como un caudillo, como saca las cosas como si tuviera una mayoría absolutísima da la sensación de que tiene un gran apoyo popular. Es el presidente del Gobierno con menos apoyo en el Congreso de los Diputados y el presidente socialista con menos votos de los ciudadanos.
P.- Pero le salen las sumas para aprobar las leyes, aunque antes deba ceder.
R.- Cualquier gobernante que no tenga escrúpulos de pactar con quien sea y lo que sea y como sea saca adelante leyes. Tiene un suelo cada vez más bajo, no porque aparezca en las encuestas, sino porque, si te das cuenta, desde que es secretario general, en casi todas las elecciones a las que ha concurrido el Partido Socialista ha tenido peor resultado que el anterior, los ciudadanos le han castigado. Mi impresión es que hay una enorme cantidad de voto oculto en estas elecciones próximas y en las generales de gente que no dice que no va a votar al Partido Socialista, pero que no lo va a votar.
P.- Ahora está Sumar, una opción más transversal que puede servir de muleta al PSOE.
R.- Sumar cada vez me recuerda más a lo de Errejón. Cuando apareció, también aparecía en las encuestas como que liquidaba a Podemos. Yo creo que en España lo que ha sumado mayorías ha sido ese voto centrista y el otro votante no sectario que en determinados momentos puede votar un partido conservador o un partido socialdemócrata. La extrema izquierda no ha tenido más que el 15% jamás. Acuérdate tú de Almunia, cuando se planteó hacer una campaña con Izquierda Unida. Fue un desastre y luego tuvo que dimitir.
P.- Describe a Sánchez a base de rasgos como el narcisismo, la falta de empatía y la ambición desmedida. ¿Cómo combate una oposición eso? ¿Debe jugar con las mismas cartas la partida?
R.- No, simplemente tienes que diagnosticar el problema, tienes que saber que él funciona de esa manera y tienes que prevenirte. No puedes actuar con sus propias reglas porque no las hay. Tienes que saber que esto es como la gangrena: cuando ha salido, tienes que cortar. Con Sánchez no hay entendimiento en la lógica política y democrática. Cuando consigas echarlo, tienes que rearmar la democracia, tienes que hacer una política con mayúsculas, recuperar todo el tiempo perdido y hacer algo que es mucho más complicado que recuperar la economía: volver a coser todo lo que este hombre ha roto. Zapatero nos llevó a las trincheras entre derecha e izquierda, entre la mitad de España con la otra mitad. Sánchez ha cavado una zanja y ha provocado un resentimiento entre los españoles, somos enemigos los unos de los otros. Si Núñez Feijóo llega a ser presidente del Gobierno tiene un tiempo muy limitado para empezar a desenredar todo lo que este ha enredado y a reforzar todas las instituciones que ha ido liquidando y a rearmar una cultura del entendimiento y del encuentro entre españoles.
P.- ¿Pero si no consiguen echarlo? ¿Y si Sánchez gana las elecciones, conforma una coalición y vuelve, cuatro años más, a La Moncloa?
R.- Entonces pasará a la historia por haber destruido el sistema del 78. Porque si tiene cuatro años más, lo destruye.
P.- ¿Qué implicaría que volara por los aires el sistema del 78?
R.- Pues que España sería una democracia fallida. Uno piensa que la Unión Europa reaccionaría porque no puede permitirse una Argentina o una Venezuela, pero hay muchas cosas que estamos viendo que parecía que no eran posibles y están siendo posibles. Con esta reforma del Código Penal, si Puigdemont volviera ahora y fuera a la Audiencia Nacional, no tendría que responder por la sedición y solo por la prevaricación.
«Alfredo Pérez Rubalcaba -esto se lo ha oído mucha gente- decía que no es que Sánchez tenga una flor en el culo, es que tiene un jardín».
P.- ¿Porque ni uno solo de los 120 diputados del Partido Socialista se ha opuesto a medidas tan impopulares y de difícil empaque como la reforma, a la baja, de la malversación y la eliminación del delito de sedición?
R.- Porque el Partido Socialista, como estructura democrática y orgánica, no existe. Y porque si alguien quiere ser algo, que le vuelven a poner en una lista dentro del Partido Socialista, tiene que obedecer al amo.
P.- Pero habrá algún justo en Sodoma.
R.- Ha habido algunos justos que se han ido, muy poquitos. Pero el que quiere volver a presentarse en una lista sabe que en el Partido Socialista ahora mismo se odia tanto a la derecha que si tú te quieres volver a presentar, no puedes levantar la voz. Luego él hace de vez en cuando aviso para navegantes, como lo de Leguina. Luego en campaña huyen de él, pero a la hora de la verdad votan lo que Sánchez dice que voten porque eso es como un rebaño. La disidencia implica que te dejen de hablar. Un día te subes a un ascensor, hay cinco de tu partido dentro y se bajan. Eso lo he vivido yo. Están ahí agazapados, esperando. Ahora, son extremadamente responsables de todo. Absolutamente.
P.- Hemos hablado en otras ocasiones y entiendo que mantiene contactos dentro del PSOE. ¿No hay uno, dos o tres diputados que estén dispuestos a decir que prefieren el frío de tener que buscarse la vida en el mercado privado a tener que agachar la cabeza ante ciertas cosas?
R.- Algunos se han ido y otros se han quedado ahí, y cuando hay elecciones tratan de diferenciarse para conseguir votos, pero a la hora de votar, votan lo mismo. Hay algunos que te lo explican de la siguiente manera: «Esto hay que cambiarlo desde dentro. Entonces en cuanto pierda, tenemos que seguir. Si ahora votamos en contra el Congreso de los Diputados, nos echan». Hay algunos que decían con Zapatero que había que esperar. Siguen esperando.
P.- ¿Qué será del PSOE cuando Pedro Sánchez abandone la Secretaría General?
R.- Su destino es desaparecer. Ha pasado en Francia, ha pasado en Italia. A España todo llega, aunque más tarde. En esos países la socialdemocracia ha desaparecido por el fracaso de seguir dando viejas respuestas a problemas nuevos. Aquí da respuestas viejas a problemas nuevos y además traiciona a la democracia, es decir que aquí desaparecerá con mayor merecimiento. ¿Me preguntas si creo que va a desaparecer a corto plazo? No, yo creo que vivirá unos años de estertores. A lo mejor incluso no desaparece. A lo mejor en la oposición se refunda. A lo mejor esta gente que dice que está dentro para refundarlo después lo consigue y lo refunda, pero tendrá que ser tras una travesía por el desierto y recuperar lo que era.
P.- Ha sido diputada en el Parlamento Europeo durante ocho años. ¿Se reciben muchas presiones desde lobbies extranjeros?
R.- Yo no, la verdad. No debía ser interesante (ríe).
P.- Hay un par de preguntas muy populares que se entienden viendo el sentido del voto del Partido Socialista en el Parlamento Europeo en las cuestiones relativas a Marruecos. La primera es: ¿cuánto poder tiene Marruecos dentro del Partido Socialista? Y la segunda: ¿qué le debe el PSOE a Marruecos?
R.- Te la corrijo: ¿de qué tiene miedo Sánchez respecto de Marruecos? La decisión de cambiar de posición sobre el Sáhara la tomó Sánchez. Ni siquiera el PSOE, ni siquiera el Consejo de Ministros. Este tipo que se presenta como el hombre de las bases y que nunca más vuelve a consultarlas. Y en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, tampoco rinde cuentas. Eso es ser un caudillo.
P.- Ha tenido que lidiar con el PNV durante muchos años en política vasca. ¿En qué se diferencia del PNV de ahora del que te encontraste?
R.- Creo que el PNV es el mismo, lo que pasa es que antes se le ponían barreras. Yo me acuerdo haber hecho un gobierno de coalición, e incluso haber estado en el segundo, y el discurso interno del PSOE era que había que hacerlo para constitucionalizar al PNV y así respetara las instituciones. Con el PNV se puede y se debe pactar, como con cualquier partido. Lo que hay que establecer es qué es lo que se pacta, los límites.
«Si Sánchez gana las elecciones, pasará a la historia por destruir el sistema del 78».
P.- ¿Se puede pactar con cualquier partido?
R.- Con cualquier partido democrático. Yo no considero a Bildu un partido con el que se pueda pactar nada. El PNV tiene una tradición democrática aunque tenga muchos claroscuros y mucha responsabilidad en alargar la historia de ETA y en blanquearla, pero se pueden pactar cosas. ¿El PNV es distinto? No. Lo que pasa es que tiene enfrente a un tipo que está dispuesto a todo.
P.- ¿Comparte con Fernando Savater la teoría de que algún día Arnaldo Otegi será lehendakari de País Vasco?
R.- Comparto con Fernando que si nadie lo impide lo será; y lo será con el apoyo del Partido Socialista Obrero Español. Si depende del PSOE, será lehendakari.
P.- Hemos hablado mucho de los defectos de Sánchez, pero me gustaría pedirle que me dijera tres cosas buenas de él.
R.- No se me ocurren. Supongo que querrá mucho a sus hijas, a su mujer y a sus amigos. Pero yo no tengo relación humana con él. En la vida política por sus actos lo conoceréis. No se me ocurre nada positivo. Creo que es un peligro para la seguridad nacional.