THE OBJECTIVE
Ignacio Ruiz-Jarabo

Sánchez es un jabalí herido

«¿Qué no será el presidente capaz de perpetrar para no irse de La Moncloa? ¿Qué estará maquinando agobiado por la crispación que se le apreció en el Senado?»

Opinión
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Sánchez es un jabalí herido

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Sánchez lo volvió a hacer. En su intervención de ayer en el Senado volvió a caricaturizar al líder de la oposición como un agorero por mantener que la economía española no marcha por el camino de rosas que afirma el presidente del Gobierno. Lo incluye así en ese conjunto de personas a los que suele referirse —ayer también lo hizo— como chamanes, brujos o apologetas del apocalipsis. Pero bueno, ya se sabe que son precisamente los dictadorzuelos aquellos que cuando ostentan el poder utilizan sus atriles para intentan descalificar a los que no siguen sumisamente sus pasos.

El caso es que en sus intervenciones de ayer Sánchez realizó una vez más una apología absolutamente acrítica de los resultados de su política económica, todo va bien, mejor aún, muy bien, y por eso él es el gran gestor histórico de la economía española, nuevo título con el que tiene ahora a bien presentarse. Habría que preguntarle a Sánchez por qué entonces el déficit, la deuda, la prima de riesgo de España o la renta disponible de los españoles ofrecen hoy peores datos que los que ofrecían cuando él accedió al poder. Y por qué entre una y otra fecha la presión fiscal que sufrimos ha aumentado en prácticamente ocho puntos porcentuales, los precios de los productos alimentarios han subido un 16% en un año, y la tasa de desempleo real —no la oficial maquillada— sigue sin descender y duplicando a la media existente en la Unión Europea.

A Sánchez todo eso le da igual, sigue peleándose contra la realidad porque él, igual que el personaje de Jean Cocteau, no se rinde nunca ante nadie ni ante nada, ni siquiera ante la evidencia. Y como ya sabemos que para no rendirse Sánchez es capaz de cualquier cosa, de todo. Lo acabamos de ver cuando ha programado la exhumación del cadáver de José Antonio Primo de Rivera en pleno periodo preelectoral, eso sí, omitiendo en toda la información oficial sobre el proceso que el exhumado fue asesinado por el Gobierno de la Segunda República, ese icono que idolatran de consuno todos los partidos de izquierda de este país.

«Su nerviosismo trae su causa en las expectativas de derrota que le pronostican las encuestas en las próximas generales»

En todo caso, por momentos ayer a Sánchez se le vio crispado. No en sus intervenciones en la tribuna, que esas están bien preparadas por el ejército de monclovitas que pagamos entre todos, pero si se apreció su crispación cuando durante las intervenciones de Núñez Feijóo, él se reía nervioso, consultaba espasmódicamente su móvil o buscaba consuelo mirando a sus vicepresidentas Calviño y Díaz, la tránsfuga. No es preciso ser un lince para deducir que su crispación y nerviosismo traen su causa en las expectativas de derrota que le pronostican las encuestas cara a las próximas elecciones generales.

Pero Sánchez es un jabalí, ya lo sabemos, y si se siente herido se comportará como un jabalí herido, animal peligroso por excelencia. Y ese es el nuevo peligro que se adivina, porque como se dice en la España rural donde existen esos animales «cuidado con los marranos, que te clavan los colmillos». Por eso, lo que sea capaz de llegar a hacer Sánchez de aquí a diciembre para evitar ser derrotado me provoca desazón. No me preocupan los furibundos ataques que pueda dedicar a los líderes de la oposición, no. Tampoco los maquillajes que pueda hacer de las estadísticas oficiales, no. Ni siquiera la intensificación de la manipulación de la radiotelevisión pública que va a realizar. Incluso tampoco los nuevos despilfarros de recursos públicos que pueda cometer en su próximo desenfreno electoralista. Todo esto ya debe darse por descontado. Lo hará y la hará a espuertas

No, lo que me provoca desazón es lo que Sánchez pueda llegar a hacer y ahora no seamos capaces de imaginar, ni siquiera de intuir. Pero, desgraciadamente, cualquier cosa. Basta recordar que para intentar ser descabalgado de la Secretaria General de su partido fue capaz de colocar en Ferraz unas urnas detrás de un biombo pretendiendo simular una votación como ayer le recordó Núñez Feijóo que, en todo caso, hubiera sido fraudulenta. O acordarse de que fue capaz de alinearse con Podemos, ERC y Bildu para ser presidente del Gobierno. Y de reformar el Código Penal para favorecer a los delincuentes que lideran uno de los partidos que le apoyan. Recordando estos avatares no dejo de preguntarme ¿Qué no será Sánchez capaz de perpetrar para no irse de La Moncloa? ¿Qué estará maquinando agobiado por la crispación y el nerviosismo que se le apreció ayer? Y no puedo dejar de recordarlo: «Cuidado con los marranos que te clavan los colmillos». 

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