THE OBJECTIVE
El archivo del buitre

Defender la democracia negándote a discutir con el que no piensa como tú

No tienen fácil los políticos que han decidido centrar toda su campaña en demonizar a Vox afrontar un debate con ellos

No tienen fácil los políticos que han decidido centrar toda su campaña en demonizar al partido político Vox afrontar un debate con esta formación, porque en el momento en que mantienen un diálogo con ella, la están tratando como a un ser humano cuando la demonización es, en gran medida, la deshumanización.

Esta semana en el debate de cabezas de lista por Andalucía, el cabeza de lista de Sumar recurrió a la estrategia de ponerse digno y girar la cabeza siempre que hablaba la cabeza de lista de Vox por Almería, Rocío de Meer, para que así esta, en vez de tener una mirada a la que dirigirse cuando tuviera que replicar, tuviera una nuca. La cosa era curiosa porque el candidato de Sumar tenía la mala fortuna de que Rocío de Meer era la única mujer presente en el debate de Canal Sur, por lo que todos los espectadores podían ver como el candidato-hombre ‘yolandista’ miraba respetuosamente a los otros dos candidatos-hombres de PP y PSOE y cuando hablaba la única candidata-mujer, giraba la cabeza, causando que alguien que no conociera el postureo político español cuestionara si era el candidato de Sumar o el candidato de Haibatulá Ajundzada. Al margen de que esa actitud de «a ti ni te miro», puede que más que dar la pretendida imagen de digno, recordara más al niño que amenaza con contener la respiración si no se le da la razón.

Una situación parecida pasó cuando los votantes catalanes tuvieron la ocurrencia de votar a Vox como cuarta fuerza política. Cuando el presidente del grupo parlamentario de Vox, Ignacio Garriga, primer diputado negro en esa cámara, fue a participar en el primer debate parlamentario, el debate de investidura de Pere Aragonés, hubo una estampida general de todos los diputados de Junts, ERC, CUP y Comunes, además de unos cuantos del PSC. Alguien que no conociera las peculiaridades de la política española bien podrían haberse creído que en aquel Parlament aún estaba vigente algún apartheid  hacia los portavoces no-blancos. Pero si se trata de demonizar, no pueden tratar como seres humanos a esos ‘voxeros’ que, encima, en Cataluña osaron tener más votos que la CUP o los Comunes. TV3 ya hizo varios gags diciendo que invitar a debates a la gente de Vox era como aceptar debatir con nazis en 1933 y se han cuidado mucho en ningunear lo que han podido a los representantes catalanes de Vox.

En el debate madrileño de 2021 en la Cadena SER, el candidato de Podemos, Pablo Iglesias, decidió jugar la baza del ofendidito. Sabiendo que no iba a estar la que quería que fuera su rival, Isabel Díaz Ayuso, tenía dos opciones, o debatir un cara a cara con Rocío Monasterio, o mantener la estrategia de la deshumanización contra ella y, si era así, no podía dialogar ni discutir con ella. Quien no tenía problemas en discutir contra tertulianos fachoides en Intereconomía en 2013, ahora se ponía digno, se ponía en pie, sermoneaba a la Cadena SER sobre el error que suponía tratar a quien pensaba diferente –como era el caso de Vox– como un partido más y tomaba las de Villadiego. 

Lo más sorprendente es escuchar los comentarios editoriales que minutos después realizaban tanto Angels Barceló como Pepa Bueno, que venían a respaldar la tesis de Iglesias sobre que no había que normalizar debatir con quien pensara diferente en una serie de temas en los que, de acuerdo a su criterio, no debía haber debate alguno. El hecho de que el número de votos que sacó Vox en los últimos comicios madrileños fuera casi el doble que los de Podemos quizá llevaría a plantearse si esta estrategia es atinada o no.

En primer lugar, porque Vox parece encantado con que le den un trato especial, dado que así su ego parece dispararse. Pero en segundo lugar, porque eso parece alegrar aún más al PP, dado que las críticas se centran más en atacar a Vox que en cuestionar los puntos oscuros que pueda tener la acción de Gobierno del PP. Centrar toda la campaña andaluza contra Vox y contra la evidencia de que Macarena Olona iba a ser con toda seguridad vicepresidenta, como aseguraba toda la artillería de La Sexta con Juanlu Sánchez a la cabeza, sólo sirvió para dar mayoría absoluta a Moreno Bonilla. Centrar toda la campaña en Madrid en que Ayuso iba a estar sometida a Monasterio sólo sirvió para darle mayoría absoluta a la madrileña.

Es difícil saber si en el debate del jueves Yolanda Díaz debatirá con Santiago Abascal o jugará la baza de darle la espalda (lo de marcharse, dado que será su única oportunidad de debate televisado, parece menos probable). Pero echando mano al archivo, los buitres sacaban un debate de Antena 3 Radio de 1992, cuando se cumplía el centenario de Franco, entre González Duro y Carlos de Meer. Era una discusión correcta, donde cada uno mostraba posiciones antagónicas, pero sin descalificarse personalmente, y los ciudadanos eran llamados a valorar, registrándose muchas más opiniones favorables a la posición de González Duro. Entre la estrategia de 1992 de González Duro de debatir con Carlos de Meer y la de la nuca yolandista de tratar de ningunear a Rocío de Meer en 2023, los buitres tienen una opinión muy clara de cuál es más demócrata. Pero, claro, en 1992 no había Twitter.

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