El adelanto electoral frustra los «dedazos» de los afines a García Montero en el Cervantes
El jefe de gabinete, Martín López Vega, aspiraba a Lisboa, y la directora de Cultura, Raquel Caleya, a París
El adelanto electoral decidido por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras la debacle en los comicios municipales y autonómicos del pasado 28 de mayo, ha cogido de sorpresa a toda España y a cargos socialistas que, conscientes de la posibilidad de que el PSOE pudiera perder las elecciones, previstas para diciembre, habían comenzado a moverse para recolocarse antes de dejar el poder.
Uno de los ejemplos más significativos es la situación que se está produciendo en el Instituto Cervantes, donde el máximo responsable, el poeta Luis García Montero, estaba maniobrando para ‘recolocar’ a dos de sus más estrechos colaboradores, según han asegurado a THE OBJECTIVE fuentes de esta institución. Son la directora de Cultura, Raquel Caleya; y el jefe de gabinete: el poeta Martín López Vega. Actuamente, están suspendidos los traslados y convocatorias, y estos nombramientos solo se podrían hacer «por un dedazo»
«En los órganos de dirección se están viviendo horas de desesperación, ya que el adelanto electoral ha supuesto un freno a las aspiraciones de algunos miembros de la directiva, que habían preparado ya sus destinos ante un posible varapalo gubernamental en diciembre», subrayan estas fuentes. «Ahora, en un régimen de interinidad, sus convocatorias ad hoc han quedado en suspenso y, con ello, sus destinos», insisten sobre la parálisis en la asignación de las plazas.
«Virreina del Cervantes»
El caso de Caleya, considerada la «virreina del Cervantes» por el poder que ha acumulado, según señalan, como consecuencia de «la vida extramuros, de viajes y columnas periodísticas de García Montero», las fuentes internas aseguran que «se había preparado un notable retiro en París, de venir mal dadas las elecciones». Una capital europea «donde ingresó en el Instituto» hace once años.
El segundo directivo que ya se había buscado destino es el jefe de gabinete, Martín López Vega. Siempre según estas fuentes, había puesto la mirada en Lisboa, y ya había «intentado alguna fuga anterior, optando incluso por Pekín, pese a su desconexión absoluta con el mundo de la sinología». Sin embargo, finalmente «supo adaptarse» con enorme facilidad a la nueva dirección de García Montero.
Las críticas a las dos personas de confianza de García Montero van más allá que por sus intentos de buscarse un refugio antes de la llegada del Partido Popular al Gobierno. Internamente aseguran que «han sido las muletas requeridas por García Montero para moverse por una institución que desconocía de cabo a rabo». Además, cuestionan que cuando llegó mostró la necesidad de urgir «un importante cambio ideológico«, y que su capacidad tenía lagunas como sus dificultades «para moverse por un mundo exterior, en el que apenas puede dar un paso, más allá de círculos hispanistas y amigos; sus carencias lingüísticas y escasa comprensión del mundo internacional, extramuros de sus amigos».
En el punto de mira también se encuentra la secretaria general del Cervantes, Carmen Noguero y «otros directivos que han acumulado más poder que nunca que, en vez de servir para mejorar la subsidiariedad, en muchos casos se ha traducido en desidia, inactividad o promoción interna de meros cargos de academia o de cultura a la dirección de centros, puestos que entrañan una complejidad y multifuncionalidad diplomática, gestora, laboral, programática y administrativa, para la que algunos no han resultado claramente preparados».
A Noguero, y a su jefe de gabinete, Antonio Lázaro, le achacan las fuentes internas del Cervantes «la pérdida de oportunidades para una re-digitalización con los fondos europeos del Perte o meteduras de pata como, por ejemplo, el malbaratado alquiler del centro de Los Ángeles».