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Votó a Hannibal Lecter y ahora no quiere que se coma el filete

«La conversación pública española quedó liquidada el 23-J. Es decir, cuando los españoles no castigaron a Sánchez»

Votó a Hannibal Lecter y ahora no quiere que se coma el filete

Manifestación del 8 de octubre de 2017. | Europa Press

1. Se convocan manifestaciones a las que no asistiré, aparecen manifiestos que no firmaré. No porque esté en desacuerdo, sino porque la Historia activa no es lo mío. Probé las manifestaciones (fui a tres: a una contra ETA, a otra contra la segunda guerra del Golfo, ambas en Madrid, y a la del 8-o en Barcelona contra el golpe independentista). También firmé algunos manifiestos; por ejemplo, el primero de Libres e Iguales, en el que pusieron mi nombre junto al de Vargas Llosa, hasta que se dieron cuenta de que yo escribo mejor y me bajaron. Pero todo eso se acabó. La Historia se terminó para mí. Por desgracia, yo no me he terminado para la Historia, que me seguirá haciendo trizas, como a todos. Me limitaré a padecerla, en mi sofá austrohúngaro: el sofá en el que aguardo, con el máximo confort, nuestro destino austrohúngaro. Pasivamente, por supuesto. Aunque segregando estas notitas, destinadas a los curiosos del futuro que quieran asomarse a cómo se hundió nuestro Titanic: por un iceberg interior, estúpidamente.

2. La «energía cívica» de que habla Aznar no la veo en ninguna parte. En mí no está, desde luego. A esto hay que añadir que la conversación pública española quedó liquidada el 23-J. Es decir, cuando los españoles no castigaron electoralmente a Sánchez, cuando convalidaron sus mentiras, su baratura y su matonismo. Si una sociedad no expulsa de su vida pública (repito: electoralmente, que luego te vienen a acusar de golpismo quienes pactan con golpistas) a un sujeto como Sánchez, es que es una sociedad cívicamente muerta. 

3. El problema de una manifestación como la nueva del 8-O, dentro de tres semanas, es que solo puede servir para algo si es masiva y transversal. Pero para cuatro gatos, con los voxistas disfrazados de Millán Astray (¡buxadeses sin fin!) llevándose todas las fotos, sería inútil. Comprendo mi contradicción: debería asistir para poner mi granito multitudinario… Pero se impone mi sofá austrohúngaro. Soy compañero de viaje sin moverme del sofá.

«Con su cosa del 24-S, que será desinflada, desinflará su investidura y puede que también la manifestación del 8-O»

4. Por otra parte, qué ignaro el PP, que anda como vaca sin cencerro. En vez de concentrarlo todo, sumándose, en la manifestación del 8-O, va y convoca otra cosa antes, y en vísperas del discurso de Feijóo en su investidura fatalmente fallida, que debería ser elevado, grave, senatorial. Con su cosa del 24-S, que será desinflada, desinflará su investidura y puede que también la manifestación del 8-O. Qué tropa.

5. Unos que están muy callados con el esperpento de estas semanas son los del antiexcepcionalismo español. Ni a ellos se les ocurre ya cómo homologarnos…

6. Enternecedor Cercas en ‘El País’ pidiéndole a Sánchez que se olvide de la amnistía. Votó a Hannibal Lecter y ahora no quiere que se coma el filete. ¡Novelistas!

7. «Con Redondo Terrenos no, con Puigdemont sí». Esto es el PSOE. Cuando salió la noticia de la expulsión de Redondo Terreros, Amparo Rubiales puso unos aplausos en las redes. Amparo Rubiales: el metro de platino iridiado del sectarismo español.

8. En Sevilla me entero de cómo es conocido allí Pérez Royo: Royo Pérez. 

9. Antes de Sevilla estuve en Madrid. Un amigo profesor me definió así la vida universitaria, no con los alumnos sino entre los profesores: «Macbeth todos los días».

10. Me fascina el homúnculo Mollejo (¡y encima se llama Mollejo!). ¿En qué sótanos permaneció? No ha abierto un periódico ni visto un informativo ni escuchado un programa de radio (¡ni deportivos si quiera!) en el último mes. Así que se planta en un campo de fútbol y se agarra adánicamente los huevos. Ignorante de que ya fuimos expulsados del Paraíso.

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