Sánchez desvela sus curiosos vínculos con Alemania: «Somos una familia entre dos países»
El presidente afirma en su nuevo libro que no ha perdido el contacto con los parientes que emigraron en el franquismo
En la década de los sesenta miles de españoles emigraron a Alemania para buscar una vida mejor que la que ofrecía el franquismo. Muchos echaron raíces y se quedaron para siempre. Pedro Sánchez revela en su nuevo libro que ese es el caso de algunos de sus parientes. El presidente del Gobierno asegura que, a pesar de los años y la distancia, no han perdido el contacto: «Somos una familia entre dos países». No obstante, no precisa el parentesco concreto ni qué tipo de relación mantienen.
«Siempre que viajo a Alemania me acuerdo de mi abuelo Juan», revela Sánchez en las páginas de Tierra firme (Editorial Península), que acaba de salir a la venta. Lo hace apenas unas semanas después de su investidura. El presidente del Gobierno explica en el libro que su abuelo, como cientos de miles de españoles en las décadas de 1960 y 1970, tuvo que emigrar «en busca de trabajo y de las oportunidades que su país no le ofrecía en aquel momento».
El abuelo de Sánchez, natural de un pueblo de Ciudad Real, cogió las maletas, pero no lo hizo solo. Le acompañó su padre, «entonces un chaval muy joven, era el mayor de sus hijos, y se marchó con él». El presidente reconoce que fueron «años difíciles en los que hubieron de desempeñar oficios de lo más dispar para salir adelante, encontrar un futuro mejor y contribuir al sostén de la familia».
El abuelo de Sánchez
Los ascendientes directos de Sánchez acabaron regresando. Su padre, economista, consiguió empleo en el sector financiero, dirigió empresas e incluso ocupó cargos de responsabilidad en la Administración pública. Otros familiares corrieron una suerte distinta, reconoce el presidente en el libro: «Se asentaron en Alemania, se integraron a la perfección y decidieron quedarse».
El líder socialista subraya que son «una familia entre dos países». Ahora, más cercana tanto en lo físico como en lo político porque «la sociedad española de entonces no tiene que ver con la de hoy». Sánchez, que ha visitado Alemania en seis ocasiones desde que es presidente, aprovecha la anécdota personal para glosar los beneficios que trajo la democracia, como la modernización que transformó España. También nos acercó a Europa, a cuyos países aspirábamos a parecernos: «El sueño de nuestros padres y abuelos se ha cumplido».
«Hemos alcanzado un enorme desarrollo económico y un alto grado de bienestar, hemos creado millones de empleos y hemos mejorado de forma espectacular nuestra educación», se felicita Sánchez. Un cambio que también aplauden fuera de nuestras fronteras. El presidente relata que pudo comprobarlo el 30 de agosto del año pasado, en una reunión de trabajo del Consejo de Ministros de Alemania, al que fue invitado por el canciller socialdemócrata Olaf Scholz.
Sánchez rememora que a medida que iban interviniendo los ministros alemanes «me explicaban su admiración por sus homólogos españoles, cuyo trabajo fueron elogiando uno tras otro. Sus palabras rezumaban afecto y gratitud por la aportación de España a Europa». Tras ese encuentro, que tuvo lugar en el Palacio de Meseberg, a unos 70 kilómetros de Berlín, el presidente del Gobierno tuvo la oportunidad de comer a solas con Scholz.
Scholz en Galicia
«Escuché de sus labios esa admiración personal y descubrí cuánto quiere a España. Me contó que, muchos años atrás, cuando él lideraba la organización de los jóvenes socialistas alemanes, había visitado nuestro país para participar en congresos de carácter político. Chapurrea algo de español, pero es mucho más lo que entiende de nuestra lengua, cuyo aprendizaje inició en aquella época, sobre todo durante alguna breve estancia en Galicia», desvela Sánchez sobre el canciller alemán.
El presidente afirma en el libro, en el que ha contado con la colaboración de Irene Lozano, que aquel día y en aquel lugar emblemático sintió «el orgullo de representar a nuestro país». Una sensación nada extraña de experimentar cuando viaja por el mundo. Sánchez subraya que en esos desplazamientos suele verse con españoles expatriados que, con frecuencia, le cuentan «cómo se valora el trabajo eficaz y productivo de los españoles, así como nuestra humanidad en el trato».
«La España de verdad es aquella que en la Transición se miraba en el espejo de nuestros vecinos europeos y aspiraba a ser como ellos. Si aun tras la muerte de Franco el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) se resistía a devolvernos El Guernica (como quiso Picasso), arguyendo que no existían las libertades democráticas necesarias, hoy figuramos entre los países que gozan de una democracia plena», reconoce Sánchez. Eso sí, advierte «no olvidar de dónde venimos».