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Sánchez lanza un dardo a Felipe: «Me afilié al PSOE cuando se daba por segura su derrota»

El presidente asegura que en 1993 sintió «el deseo de contribuir a la victoria de aquel proyecto en el que creía»

Sánchez lanza un dardo a Felipe: «Me afilié al PSOE cuando se daba por segura su derrota»

Ilustración de Alejandra Svriz.

«Si de algo se hablaba en mi casa era de política», reconoce Pedro Sánchez en su nuevo libro. El presidente del Gobierno asegura en Tierra firme, recién publicado, que su familia ha sido clave en su formación política. Sus padres, militantes socialistas, pertenecen a la generación que hizo la Transición. Sin embargo, él tardó en dar el paso. No se afilió al PSOE hasta 1993, «cuando se daba por segura la derrota de Felipe González». Fue entonces cuando sintió «el deseo de contribuir a la victoria de aquel proyecto en el que creía». Una escenario que contrasta con el que se ha encontrado en la última campaña, donde no ha contado con el apoyo de su predecesor.

González, a diferencia de José Luis Rodríguez Zapatero, no participó en ningún acto público previo al 23-J. Incluso eludió pedir el voto para Sánchez. Su entorno asegura que no se lo demandó, pero las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE afirman que el PSOE estuvo presionándolo hasta el último momento para conseguir un gesto. El presidente del Gobierno excusó al histórico dirigente asegurando que «ha sido uno de los grandes y cuenta con mi admiración total y absoluta».

Días antes, González se había mostrado partidario de evitar bloqueos en un artículo en Nueva Revista. «Busquemos soluciones en las que la lista más votada sea aceptable cuando no haya otra opción», escribió cuando todas las encuestas, salvo la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), otorgaban la victoria a Alberto Núñez Feijóo. El PP, consciente de la situación, llevaba meses defendiendo ese escenario. Al histórico líder socialista aún le escocían algunos encontronazos con el equipo de Sánchez.

La venganza de Sánchez

El presidente del Gobierno podría haberse cobrado la venganza en su último libro, que versa sobre los acontecimientos que marcaron la pasada legislatura hasta llegar a las elecciones del 23-J, en las que consiguió resistir pese a los malos pronósticos. En esa campaña contó con la ayuda «decisiva» de Rodríguez Zapatero, pero no obtuvo ni un mínimo gesto de González a pesar de que Sánchez comenzó a militar en el PSOE para echarle una mano cuando todo apuntaba a la llegada de José María Aznar a La Moncloa.

«En 1993, cuando se daba por segura la derrota de Felipe y el cambio de Gobierno, decidí afiliarme al PSOE. Sentí el deseo de contribuir como militante de base a la victoria de aquel proyecto político en el que creía. Fui interventor electoral en un colegio, desde donde seguí con el corazón en un puño el recuento a pie de urna», rememora Sánchez. Las encuestas apuntaban a la victoria del PP, pero González consiguió darle la vuelta a los sondeos en la campaña. La primera en la que se celebró un cara a cara en televisión.

Aquella situación guarda muchos paralelismos con la actual. Por eso Sánchez afirma en el libro que «al recordar aquella victoria contra todo pronóstico, no puedo sino esbozar una sonrisa». El actual presidente del Gobierno explica que pudo conocer personalmente a González muchos años después, ya como secretario general del PSOE (accedió al cargo en 2014 en su primera etapa al frente). Reconoce que han conversado en más de una ocasión, «aunque siempre menos de lo que le gustaría».

Eso sí, como cualquier socialista que se precie, reconoce que junto a Rodríguez Zapatero ha sido el mejor presidente de la democracia, aunque cada uno «con su propia personalidad y diferentes estilos de hacer política». Sánchez guarda dos recuerdos muy precisos de su niñez. Uno de ellos, asegura, es el de González firmando la adhesión de España a la UE en junio de 1985. El actual líder socialista tenía apenas 13 años.

«La Constitución no es un chicle»

«En cierta ocasión, siempre lo recuerdo, Felipe me dijo que su generación había tenido las cosas más fáciles que nosotros porque ya existía un manual sobre lo que había que hacer. Ese manual lo habían escrito las democracias avanzadas europeas a las que queríamos parecernos, que nos mostraban cómo consolidar nuestro sistema de libertad y la democracia», sostiene Sánchez en el libro. Muchos años después, González le advertiría en una entrevista en Onda Cero de que «la Constitución no es un chicle».

El exdirigente sevillano se ha mostrado muy crítico con la decisión de Sánchez de otorgar una amnistía para perdonar los delitos del procés. El expresidente del Gobierno ha asegurado que no la aprobaría de no necesitar los votos de Junts para seguir en La Moncloa. Incluso ha llegado a afirmar que se trata de «un interés personal». En su opinión, no es razonable que se intente perdonar a los líderes independentistas catalanes y que el Estado tenga que pedirles perdón, como sugiere que desliza la exposición de motivos de la proposición de ley.

«¿Estaríamos hablando de amnistía si esos siete votos no fueran imprescindibles para una investidura», se preguntó González durante una entrevista en Antena 3. El expresidente dejó entrever que no la habría y recordó que los actuales dirigentes del PSOE, Sánchez incluido, se mostraron en contra durante la campaña. No obstante, defendió los indultos a los independentistas condenados por el procés con un motivo «jurídicamente impecable».

El papel de González en la campaña contrasta con el de Rodríguez Zapatero, que se dejó la piel para que Sánchez continuara en el poder para seguir aplicando políticas progresistas. En un mitin reciente, el socialista leonés relató que cuando visitó a su padre, nonagenario, este le aseguró que le había alegrado más la victoria de Sánchez que la suya propia, porque ahora «era más necesario que antes» para frenar «a la ultraderecha».

El papel de Zapatero

Sánchez reconoce en el libro que la contribución de Rodríguez Zapatero fue decisiva. Con todos los sondeos en contra, la primera entrevista radiofónica del presidente del Gobierno entre 2004 y 2011 levantó el ánimo de la parroquia socialista: «En la historia va a constar así. No pasó con el Gobierno de Aznar ni con otros. Lo reivindico, sí, y me siento extraordinariamente orgulloso», reivindicó la derrota de ETA ante el periodista Carlos Herrera.

Las páginas de Tierra firme (Editorial Península) revelan cómo se fraguó la participación de Rodríguez Zapatero en la campaña. Todo comenzó llamando por teléfono a Sánchez. Durante toda la legislatura se había mostrado muy identificado con las políticas que estaban desarrollando, incluso ayudó al Gobierno de coalición «en discrepancias no menores, como la ley del solo sí es sí». «Me dijo que quería salir a la palestra, participar en los medios y en los mítines, tener un papel activo». González, en cambio, defendía que gobernara la lista más votada.

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