Sorpresa en Exteriores ante el bajo perfil y la falta de idiomas de los secretarios de Estado
Críticas internas a la «megapolitización» del PSOE en el ministerio con la llegada de tres «comisarios políticos»
La elección por parte del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, de sus tres secretarios de Estado nombrados este martes en el Consejo de Ministros ha causado enorme perplejidad y sorpresa entre embajadores y diplomáticos por el bajo perfil y la falta de idiomas en el caso de Susana Sumelzo, la nueva titular para el área de Iberoamérica y el Caribe.
«Se ha perdido el absoluto decoro con esta megapolitización del PSOE en el Ministerio», señala un embajador en activo a THE OBJECTIVE tras alertar del «desánimo y abatimiento» que circula en Exteriores ante el hecho de que es la segunda vez en el período democrático en que tres de los cuatro secretarios de Estado -todos ellos menos el número dos, el diplomático Diego Martínez Belío– tienen carné socialista. La primera vez fue con Miguel Ángel Moratinos en 2008 cuando entraron en la cúpula Diego López Garrido, Trinidad Jiménez y Soraya Rodríguez.
«Es el fin de un prestigio que tenía la carrera diplomática. Vemos que la dirección del ministerio queda en manos de comisarios políticos», apunta otro diplomático destinado en Madrid antes de subrayar que dos secretarias de Estado -la citada Sumelzo y Eva Granados, al frente de Cooperación Internacional- no tienen experiencia internacional, una situación extensible para el nuevo embajador ante la ONU, el exministro Héctor Gómez, quien tendrá que lidiar con una representación permanente «muy técnica y complicada» como es Nueva York tras presentar este martes sus cartas credenciales al secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres.
En el caso de Belío, que en los dos últimos años ha estado junto a Albares como jefe de Gabinete, varios de sus compañeros en Exteriores creen que su papel «en la sombra» es más aprovechable que colocarle en reuniones internacionales y comparecencias públicas a partir de ahora. También ha sorprendido que haya llegado a la cúpula del ministerio con solo 17 años desde que aprobó su oposición a diplomático y sin haber sido embajador o encargado de negocios en el pasado.
Con todo, las principales críticas se dirigen hacia el nuevo secretario de Estado para la UE, Francisco Sampredo, quien ha trabajado en los últimos cuatro años en el gabinete de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sin ser conocido en círculos comunitarios y en un puesto «junior» de policy officer, el «grado mínimo» dentro del equipo de la política alemana. El Ejecutivo de Pedro Sánchez le promocionó en Bruselas al inicio de la legislatura europea tras su paso por el PSOE de Palencia.
«No estaba en el núcleo duro del gabinete, ni tiene el nivel para un cargo que exige una gran responsabilidad», subraya una fuente consultada por este diario que trabaja en Bruselas, tras advertir de que la propia Von der Leyen no ha felicitado a Sampredo en sus redes sociales por su nuevo puesto, síntoma de que no había una estrecha relación entre ambos. El Gobierno subrayó en la referencia del Consejo de Ministros sus «más de 20 años de experiencia en asuntos europeos y relaciones internacionales», la mitad de ellos como funcionario de la Comisión Europea.
Sumelzo estaba en las quinielas para este puesto tras presidir la Comisión Mixta para la UE de las Cortes Generales durante dos legislaturas, pero su falta de dominio del inglés la desplazó al área de Iberoamérica. Sin embargo, el nuevo cargo no le eximirá de tener que utilizar la lengua franca de las relaciones internacionales en reuniones con homólogos caribeños de habla anglófona. «Tendrá que ir con intérprete», avisa un diplomático que la conoce de su etapa en el Congreso y que teme una situación parecida cuando Washington descuelgue el teléfono para consultar o negociar con Madrid asuntos políticos de la región.
Otro nombramiento que ha sorprendido es el del secretario de Estado para la UE saliente, Pascual Navarro, como nuevo embajador en Berlín sin saber alemán. Un inconveniente que varios de sus compañeros creen que repercutirá negativamente en su nuevo desempeño diplomático.