Los 'trackings' dan la victoria a Bildu en votos y escaños gracias al «entierro» de los morados
Los herederos de Batasuna concentran el voto útil al arañar un 30% de Podemos y Sumar y un 10% del votante del PSOE
El leit motiv de la campaña, la negativa del candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, a reconocer a ETA como grupo terrorista y condenar sus crímenes, no ha tenido apenas efecto al cierre de los trackings. Al menos, no para cambiar las posiciones y tendencias que viene arrojando la demoscopia desde antes del inicio de la campaña. Las encuestas internas que las casas de sondeos han seguido haciendo y los partidos políticos recibiendo durante toda la semana, arrojan una victoria de EH Bildu en las elecciones de este domingo en el País Vasco, con sorpasso al PNV en escaños, y un empate técnico en votos. Según los datos de algunas de esas encuestas a las que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, «apenas ha tenido incidencia» la negativa de Otxandiano a condenar el legado de ETA porque la potencia de EH Bildu «no tiene coste» en un asunto «asumido» en el territorio. Más bien al contrario, los herederos de Batasuna han conseguido erigirse en el voto útil y aprovechar el reposicionamiento del espacio morado, que es donde se ha librado la batalla de este 21-A en el País Vasco.
«Los grandes movimientos se han producido en la izquierda», explican fuentes demoscópicas tras una campaña aparentemente plana, con apenas fluctuaciones de la intención de voto, donde la irrelevancia del espacio de Podemos y Sumar es clave de cara a favorecer o frustrar el sorpasso de Bildu al PNV como fuerza hegemónica en el territorio. Según los datos de estos sondeos internos, más de un 30% del votante de Podemos y Sumar han migrado hacia Bildu agrandando sus posibilidades de erigirse en ganador de los comicios. «Bildu coge un tercio de Sumar y otro de Podemos. Es un voto refugio». La formación que ganó las elecciones generales en 2015 y 2016, Podemos, ocupó hace cuatro años, en julio de 2020, un 8% del electorado. Ahora desciende a la mitad, un 4%, pero dividido entre Podemos y Sumar, un 2% cada una, que les aleja del umbral de representación del 3%.
El «fracaso dulce» de Podemos
Según los expertos, Elkarrekin Podemos ha hecho una buena campaña, se ha erigido en una especie de ‘Pepito grillo’ del PSOE, con una «campaña inteligente» que apela a la izquierda y apremia al PSOE a trazar la línea roja de un gobierno tripartito de izquierdas. Algo que no parece granjearle beneficios en términos de representación parlamentaria, pero sí de victoria moral en la pugna interna que se libra en el espacio morado: «No es descartable un fracaso dulce, que quede por delante Podemos, que Pablo adelante a Yolanda».
Un efecto devastador para la actual vicepresidenta segunda del Gobierno, que ya tuvo que lamerse las heridas tras el varapalo de las elecciones gallegas donde la ferrolana Yolanda Díaz se quedó sin representación parlamentaria en Galicia. «La que se lo juega todo es Yolanda», explican estas fuentes. Porque «esto no es Galicia. Aquí es Podemos quien tenía la base y a la candidata más conocida y valorada». Un previsible sorpasso en el tercer escalón, el de las formaciones que se quedarían fuera del parlamento y que consolida la tendencia de desintegración del espacio morado que complica la aritmética futura de Pedro Sánchez en la gobernabilidad nacional. Un punto en común más con Galicia ha sido la «transversalidad» que, como logró el BNG, ha conseguido capitalizar Bildu en todas las provincias, franjas de edad y segmentos de población.
Bildu adelanta a PNV
Las consecuencias de ello es que «Bildu ocupa el espacio soberanista de Podemos y consigue capitalizar el desgaste propio del PNV», tanto en votos como en escaños, y con especial intensidad en la provincia que más voto mueve, en Álava, donde rentabiliza especialmente sus votos y obtiene mejores resultados que el PNV. Así las cosas, los jeltzales pasarían de 31 a 27-29 escaños y cedería dos a Bildu. Y los proetarras pasarían de 21 escaños a 28-30 gracias a los tres que contienen del PNV y los seis que araña de Podemos. Una tendencia imparable a la que ha ayudado la «selección del candidato peneuvista», Imanol Pradales, que «no le ha dado tirón en toda la campaña». La sorpresa para los demóscopos es que, salvo movimientos de última hora, en esta campaña electoral no se ha registrado ningún movimiento sorpresivo, sino que se han mantenido las tendencias que se registraban hace 15 días, antes de la contienda electoral.
El crecimiento y la utilidad del voto del PNV se completa con el cauce que le llega del PSOE. Según las fuentes consultadas, los socialistas se dejan un 10% de fuga de voto a Bildu, lo cual convierte a los proetarras en los receptores universales de los trasvases de voto desde las fuerzas de izquierdas. Una recomposición en el espacio político de la izquierda, que encuentra su explicación en que fue el PSOE el que ha naturalizado Bildu a escala nacional, complicando las perspectivas de voto de su candidato, Eneko Andueza, cuyo eje de campaña ha sido su promesa a dimitir antes que pactar con Bildu, manteniendo una postura mucho más dura en Vitoria que en Madrid, que explica la sobreactuación del Gobierno y el PSOE con Bildu en la recta final de la contienda electoral. Los pronósticos de los trackings apuntan a que aguante, conservando los dos dígitos de su representación manteniendo los diez escaños y conteniendo, de momento, la pérdida del que estaba en disputa con Bildu en la provincia de Guipuzcoa.
Estabilidad PP-PSOE
En cuanto al PP, los populares se mantienen en la estabilidad pero con un ligero repunte. La mayoría de las estimaciones le ubican en los siete escaños, de los seis que actualmente ostenta, gracias a que sumaría uno más en Álava, la provincia que más escaños elige. Algo que nada tiene que ver con el tema de la condena del pasado de ETA que, según las citadas fuentes, «es un tema superado por el electorado y una visión muy madrileña y centralista que nada tienen que ver con el debate que se libra en Euskadi».
La radiografía del leve crecimiento de los populares ya se detectaba antes de la campaña electoral, así como la desmovilización del PNV que no han conseguido remontar. El escenario más previsible que arrojan estas encuestas es un gobierno PNV-PSE. No hay opciones de que no sumen ni de bloqueo en una comunidad autónoma en la que su ley electoral especifica funciona como en los Ayuntamientos: si no hay mayoría, la votación de la segunda vuelta hace presidente a quien más votos tenga. La única sorpresa es que la diferencia entre Bildu y el PNV supere los dos escaños y el PSOE tenga problemas para argumentar por qué no consuma el blanqueamiento de Bildu, normalizando su entrada en el Gobierno con el ganador de las elecciones.