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Política

Pánico en Sumar por el miedo a otro escenario de cero escaños en el País Vasco

Yolanda Díaz prepara un amplio despliegue ministerial para intentar superar la barrera electoral del 3%

Pánico en Sumar por el miedo a otro escenario de cero escaños en el País Vasco

Lander Martínez con Yolanda Díaz e Íñigo Errejón en el Congreso. | Europa Press

Demasiadas analogías con el escenario gallego. Sumar se prepara para los comicios autonómicos vascos del próximo 21 de abril con cierto miedo escénico. Al igual que en Galicia, la candidata de la formación, Alba García, es muy poco conocida. Y al igual que en Galicia, Sumar intenta paliar la ruptura con Podemos y el escaso tirón de su cabeza de lista presumiendo de presencia en el Gobierno nacional. Yolanda Díaz, al igual que algunos de sus ministros, se paseará por las calles de Bilbao, San Sebastián y Vitoria, intentando revertir unos sondeos que empiezan a asustar. 

En Sumar alardeaban hace pocas semanas de que las elecciones vascas revertirían parcialmente el fracaso gallego, y que podrían incluso servir de pequeño trampolín para las catalanas y las europeas, los verdaderos bancos de prueba de Díaz. En Galicia, Sumar tenía que superar un umbral del 5% de votos. En el País Vasco ese umbral se halla en el 3%. Y a diferencia de Galicia, donde Unidas Podemos ya se convirtió en extraparlamentaria en 2020, en el País Vasco los morados lograron entrar en el parlamento regional hace cuatro años con seis escaños (tuvieron 11 en las elecciones de 2016). 

Sin embargo, con el pasar de los días, se acercan nubarrones electorales. Los últimos sondeos revelan que Sumar podría quedarse por debajo del 3%, lo que llevaría a la formación de Díaz a no tener representantes tampoco en esa región. De ser así, las fuentes consultadas admiten que se trataría de otro «tremendo fracaso» de la política gallega, que afronta el ciclo electoral como un verdadero banco de pruebas de su liderazgo y capacidad de negociación interna en Sumar. Las malas perspectivas en las elecciones regionales se suman al desplome a nivel nacional. Tal y como publicó este diario, Sumar ha empezado a rebajar de forma reiterada la cuota del 10% de votos en los estudios demoscópicos, generando mucha preocupación entre sus dirigentes.

Banco de pruebas

Díaz entregó a Lander Martínez, el exbarón errejonista de Podemos, las llaves de la campaña electoral vasca. Martínez se pasó a Sumar antes de la creación oficial del partido. Ayudó en la organización del llamado «proceso de escucha». Y después lideró las negociaciones con Podemos para una lista conjunta, que según el relato de los morados fracasó por su culpa. Después de unas cuantas reuniones entre las dos delegaciones, Martínez dinamitó el armisticio. Así, Sumar y Podemos volverán a enfrentarse en unos comicios autonómicos donde los morados difícilmente lograrán escaños, pero que, al igual que en Galicia, podrán celebrar si Sumar también fracasa. 

La candidata de Sumar a Lehendakari, Alba García, con Yolanda Díaz y Jon Hernández.
La candidata de Sumar a Lehendakari, Alba García, con Yolanda Díaz y Jon Hernández. | Europa Press

Fuentes de Sumar explican a este diario que el partido de Díaz aspiraba a tener unos tres diputados autonómicos vascos. Estas eran las previsiones antes de la asamblea fundacional, que se celebró en Madrid el pasado 23 de marzo. Dicha asamblea fue todo menos que un éxito: no se llenó el aforo y la votación entre inscritos para validar la lista de Díaz se cerró con una participación irrisoria, con algo más del 10% del censo movilizado. Díaz logró 6.600 votos en un total de más de 70.000 inscritos, por debajo incluso de los apoyos que cosecharon Irene Montero y Ione Belarra en las últimas votaciones de Podemos.  

¿Cómo es posible que Yolanda Díaz, que enterró políticamente a Pablo Iglesias e Irene Montero, despierte ahora tan poco entusiasmo incluso entre los suyos? La pregunta sobrevuela en Sumar, donde se difunden dudas sobre el tirón electoral de Díaz y empiezan a surgir liderazgos alternativos en construcción. Muchos apuntan al catalán Josep Vendrell como el Rasputín que maneja los hilos de Díaz, y a Errejón como un candidato que ya estaría tejiendo su red para suceder a la ministra de Trabajo, tal y como adelantó THE OBJECTIVE. 

Despliegue de ministros

Errejón se involucró en la campaña gallega, aunque desapareció cuando el partido cosechó un escaso 1,9% de votos en febrero. En el País Vasco se da por descontada su presencia, aunque más medida que en las gallegas. Se espera que Errejón aparezca al menos dos veces para apoyar la campaña, de la misma forma que lo hará Yolanda Díaz. Los demás ministros, como Sira Rego y Ernest Urtasun, también participarán en los mitines de la formación. Quien, sin embargo, de momento podría no aparecer con Mónica García, de cuota Más Madrid, y Pablo Bustinduy, afín al errejonismo y cada vez más cercano a la formación madrileña. 

Los críticos sugieren que el problema de Sumar en Galicia fue diseñar una campaña diseñada en Madrid y poco centrada en las necesidades territoriales. El resultado fue un éxito de los nacionalistas del BNG. Algo parecido se espera con Bildu. Así que Sumar se encuentra ante una peligrosa disyuntiva: dejar todo el poder territorial a sus socios y a los nacionalistas, convirtiéndose en un simple cartel político-electoral para las generales y europeas, dejando de lado la vertebración de un partido tradicional, con sus militantes y sedes territoriales. Y si a todo ello se añade un posible fracaso en el País Vasco, la situación interna se complicaría notablemente.

Aun así, en la formación de Díaz recuerdan que el partido se juega más en las catalanas y las europeas. Pero también es cierto que otra derrota, esta vez en el País Vasco, dejaría a Díaz muy tocada ante la opinión pública. Y mucho más debilitada en el equilibro de fuerzas del Gobierno. Cabe, además, la paradoja de que Podemos empezó a hundirse justo después de las autonómicas vascas y gallegas de 2020. Y el miedo a que la historia se repita empieza a recorrer una formación que nació para sustituir a Podemos durante un ciclo de al menos diez años. Y que, tras solo seis meses en el Gobierno, ya podría quedarse sin representantes en dos importantes regiones del norte de España.

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