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Italia ya esperaba la provocación de Sánchez, pero Meloni de momento guarda silencio

El PSOE vincula a Meloni con el fascismo, pero el Ejecutivo transalpino evita recoger, de momento, el guante de Sánchez

Italia ya esperaba la provocación de Sánchez, pero Meloni de momento guarda silencio

La presidenta del Gobierno italiano, Giorgia Meloni. | Europa Press

El Gobierno italiano de Giorgia Meloni sospechó ya en el pasado mes de diciembre que el ejecutivo de Pedro Sánchez podía encender los ánimos de la campaña electoral europea atacando a Italia. A comienzos de diciembre, en efecto, Sánchez había movido ficha contra el Gobierno italiano. Lo hizo después de dos polémicas con Argentina e Israel, en el marco de un movimiento que algunas fuentes diplomáticas califican ahora de «pruebas generales» de una estrategia de la tensión diplomática para los comicios europeos.

Esta semana el presidente ha vuelto a hablar del país transalpino. El viernes dijo en la sesión de clausura de la 39 Reunión del Círculo de Economía que era «muy grave» que el PP se entendiera con Meloni. El miércoles, el PSOE ha vinculado a la presidenta italiana con el fascismo. La oposición cree que Sánchez busca tapar con la política internacional los casos de corrupción que sacuden a la Moncloa. Y de momento, el Ejecutivo italiano ha decidido no entrar al trapo, contrariamente a lo que ocurrió hace seis meses.

En diciembre del año pasado, el Gobierno de Meloni entendió que Italia podría entrar a formar parte de los países que España cuestionara de cara a las elecciones europeas. Analistas internacionales y la prensa italiana habló con preocupación de un posible «incidente diplomático». Ocurrió cuando Sánchez tachó en una entrevista en RTVE al Gobierno de Meloni de «extrema derecha». Esas declaraciones incomodaron al ejecutivo italiano. Tajani contestó de inmediato que en España gobierna la «extrema izquierda» y que Italia «respeta el Estado de derecho». «¿En Madrid pasa lo mismo?», dijo para referirse a la amnistía a los responsables del procés.

El Corriere della Sera, principal rotativo italiano de corte conservador, habló de «choque duro, casi de incidente diplomático». Un ataque «muy duro por parte del líder de un país del Mediterráneo con el que no parecía que hubiera una relación de enemistad», señaló. Sánchez estaba dibujando su estrategia para las elecciones europeas, apuntando a una «avanzada de gobiernos reaccionarios». Criticó la situación de las mujeres en Italia, algo que incomodó al equipo de Meloni, pues la líder del partido Fratelli d’Italia es la primera mujer presidenta en la historia de la República italiana.

El turno de Italia

Sánchez evitó corregir sus palabras públicamente. Y se desconoce si trasladó de forma extraoficial unas disculpas o rectificación. El Gobierno de Meloni se irritó por las palabras de Sánchez porque llevaba meses intentando ofrecer al electorado una imagen de cierta moderación, dejando a Matteo Salvini el papel de euroescéptico. Meloni sigue intentando suavizar su discurso político (hace años, hablaba de la salida de Italia del sistema monetario europeo), interesada una posible alianza con el Partido Popular Europeo para la gobernanza comunitaria.

Ya entonces, fuentes cercanas al Gobierno italiano deslizaban en conversaciones privadas la sensación de que el choque diplomático podía subir de intensidad. Y hablaban de la posibilidad de que se volviera a manifestar esta desavenencia poco antes de las elecciones europeas. Culpaban a Sánchez de buscar el choque para recuperar fuelle a nivel electoral. Y en el propio Gobierno español, algunas fuentes deslizaban la semana pasada en conversación con este periódico que después de la retirada de la embajadora española en Buenos Aires y los reproches a Israel, llegaría el turno de Italia.

Algunos observadores recogieron parte de esta tesis, como parte de un choque ya entre dos Europas. El periodista Enric Juliana, por ejemplo, escribió en su artículo en La Vanguardia del 23 de mayo, que «veremos un pulso España-Italia en los próximos meses». Mientras que otros intérpretes cercanos al PSOE ya han empezado a pronunciar en radios y televisiones ataques a Meloni.

Triple choque

Y es cierto que en el pasado mes de diciembre, cuando todavía se desconocían públicamente las investigaciones policiales sobre la presunta corrupción vinculada al ministerio de Transporte durante la etapa de José Luis Ábalos (los investigados ya habían recibido el soplo que la Guardia Civil les estaba espiando), Sánchez inauguró un inusual triple choque diplomático. Primero con Argentina, cuando no acudió ni llamó personalmente Milei para su investidura después de su victoria electoral. Y después con Israel, cuando se enfrentó a Benjamín Netanyahu pocas semanas después del atentado de Hamás del 7 de octubre: «España considera insoportable la muerte de civiles en Gaza y que Israel debe cumplir con el Derecho Internacional Humanitario», dijo. Tel Aviv llamó a consultas a su embajadora en Madrid. En esa misma semana de diciembre, después de Israel y Argentina, Sánchez lanzó su ataque al Gobierno de Meloni.

La relación entre Italia y España es históricamente fuerte, cercana y estable. España es el cuarto partner comercial de Italia (después de Francia, Alemania y Estados Unidos) y la población italiana exterior se ha multiplicado en los últimos años, hasta un total de 300.000 ciudadanos. Las inversiones italianas en España son conocidas e importantes, a pesar de que recientemente el ministro de Transporte, Óscar Puente, cuestionara las operaciones de la empresa de ferrocarril italiana en la red de alta velocidad española.

Meloni y Mussolini

Las fuentes consultadas se esperaban, por lo tanto, ya en diciembre un choque más cosmético o electoralista que diplomático, que Sánchez podía activar con la intención de movilizar a sus votantes para el 9-J. Y parece que algo de lo que Italia temía esté ocurriendo en estos primeros días de campaña. El pasado miércoles, por ejemplo, el PSOE difundió en las redes sociales un mensaje donde comparaba a Meloni directamente con Benito Mussolini y hablaba de vínculos con la ideología fascista de los años treinta. «Meloni sale de aquí, de este movimiento que adora al dictador Mussolini», dijo textualmente el vídeo, para contraponerlo, acto seguido, con declaraciones de Feijóo en las que defendía el papel de la primera ministra italiana.

El propio Sánchez dijo que el partido de Meloni es un aliado de Vox en España: «En el Vox Europeo no sólo está la presidenta Meloni, sino también Éric Zémmour en Francia o la ultraderecha sueca», afirmó. Meloni participó en la última convención de Vox, pero lo hizo a través de un mensaje vídeo grabado, algo que en términos políticos tiene su significado. Habrá que ver, por lo demás, si el ataque del PSOE despertará una reacción de Roma, o si Meloni dará la orden de ignorar las provocaciones de los socialistas españoles. Y también si Sánchez elevará los tonos para desviar los focos del debate público y al mismo tiempo incendiará una campaña electoral que amenaza con verse manchada por las investigaciones judiciales sobre su mujer, Begoña Gómez, y miembros de su antiguo Gobierno.

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