Irene Montero carga en su libro contra los periodistas que «lloraron» por Errejón
La exministra lanza un alegato contra la corriente errejonista en ‘Algo habremos hecho’: «No aportó nada»
Irene Montero cuenta en su primer libro, Algo habremos hecho (editorial Navona), episodios muy poco conocidos de los años de militancia en Podemos y en su etapa ministerial. La exministra de Igualdad habla de las amenazas recibidas por parte del PSOE durante la modificación de la Ley del solo sí es sí y de los ataques de Yolanda Díaz antes del veto en las listas electorales. Montero asegura no querer «saldar cuentas» con nadie, aunque el libro recoge duros ataques a la corriente de Íñigo Errejón, de la que destaca su inutilidad en la lucha por la hegemonía en la izquierda. Arremete además contra la «progresía mediática», que, según dice, respaldó siempre al exnúmero dos del partido morado, hasta «llorar» cuando quedó derrotado en el congreso de Vistalegre II (2017).
«No todo fueron agravios y todos en algún momento dijimos algo acertado, incluso brillante. Pero pasados diez años, el hecho es que Podemos ha servido para transformar este país; menos de lo que nos gustaría, asumiendo un gran coste político, pero para transformar este país», afirma Montero, que descalifica al errejonismo como simple «espacio de disputa del poder interno desde el principio, antes de las elecciones europeas» de 2014, cuando la formación se presentó por primera vez a unos comicios. «¿Qué ha aportado el errejonismo como forma de hacer política a España?», se pregunta la exministra. «La respuesta es dolorosa: nada que no pudiera haber hecho el PSOE, siendo además funcionales en la guerra sucia contra Podemos».
Tal y como han publicado otros libros dedicados a la materia, el enfrentamiento entre Errejón e Iglesias es anterior al congreso de 2017. Ya en los comienzos de la formación, el grupo liderado por Íñigo Errejón preparó un asalto a la organización. Los primeros pasos formales se dieron en 2016, cuando los errejonistas buscaron una entente secreta con el PSOE, que los pablistas rechazaban. Iglesias estaba convencido de que podía disputar a Pedro Sánchez la hegemonía de la izquierda, mientras que los errejonistas apostaron por impedir la repetición electoral y apoyar desde fuera un gobierno de PSOE y Ciudadanos. Los pablistas entendieron que ese planteamiento servía para debilitar a Iglesias, y empezó la guerra interna.
«Nos llamaban estalinistas»
«La colaboración entre el errejonismo y la progresía mediática para establecer este relato que tenía por objetivo impedir un Gobierno de coalición progresista y que Podemos asumiese tareas de gobierno es una de las cosas más irresponsables que han ocurrido en estos años», acusa Montero al referirse a aquellos años. Y añade: «El errejonismo trabajó de forma consciente por crear esa imagen de Pablo y también de las personas que estábamos cerca. Nos llamaban ‘camarilla estalinista’ porque, como ellos mismos decían, tenían que construir un enemigo interno, que debía ser el equipo de Pablo, e instalar la idea de la deriva estalinista del pablismo».
La «progresía mediática» es la culpable de haber «alimentado» a Errejón a lo largo de estos años. Al menos hasta el pasado 28 de octubre, cuando el exportavoz de Sumar anunció su salida de la política por una batería de acusaciones de presunto acoso sexual. Montero no hace referencia a ninguna conducta sospechosa o reprochable por parte de su excompañero, sino que centra su crítica en una cuestión eminentemente política.
«Llanto de tristeza»
«En aquellos años, los y las periodistas que seguían a Podemos sabían que escribir contra Iglesias y a favor de Errejón tenía premio, y lo contrario, castigo», acusa Montero. La exministra evita dar nombres de los cronistas políticos que, según denuncia, mantuvieron un vínculo profesional y también «personal» con Errejón. «Coincidían con los errejonistas de forma cotidiana en muchos espacios de socialización, por lo que su compromiso con el errejonismo era periodístico y también en muchos casos personal. El último día de la Asamblea Ciudadana, cuando se conocieron los resultados de la votación, algunos de estos periodistas lloraron de tristeza en el espacio para la prensa, a ojos de todos los presentes».
Cuando Iglesias ganó a Errejón en Vistalegre II le ofreció una salida digna: ser el candidato de Podemos a la Asamblea de Madrid. El político madrileño aceptó. Ganó tiempo. Y pocas semanas antes de los comicios de 2019 lanzó una ofensiva inesperada. Creó con Manuela Carmena un nuevo partido, Más Madrid, que según Montero tenía el objetivo de sustituir a Podemos con una formación más dócil y controlable por los socialistas.
«El cálculo de Errejón y de las personas con las que preparó este movimiento seguramente sería dejar primero a Podemos en una situación de debilidad en Madrid para después, en unas elecciones generales —que se daba por hecho que serían después de las municipales y autonómicas—, presentar también una candidatura estatal que pudiese sustituir a Podemos por un partido y una dirección política de nuestro espacio electoral más cómodos para el PSOE, la progresía mediática y el poder establecido», escribe Montero. La eurodiputada de Podemos añade que ese fue el mismo esquema empleado por Yolanda Díaz con Sumar, siempre bajo el patrocinio de la «progresía mediática y política».
Díaz como Errejón
«Esta es exactamente la operación política que de hecho han intentado primero en 2019 con la candidatura de Errejón a las generales en la repetición electoral, y después en 2023 con Yolanda Díaz y Sumar (…) También la progresía mediática y política estaba operando, igual que lo habían hecho en 2019, para sustituir a Podemos por otro núcleo de dirección del espacio electoral del cambio que no tuviese autonomía política ni quisiera ejercerla, que no fuese a ir más allá de lo que el PSOE quisiera —es decir, más cómodo—, pero que a la vez sostuviera el espacio electoral en torno a un 10 o 12% y, por tanto, contar con los votos y escaños suficientes para que el PSOE pudiera gobernar de facto en solitario, aunque algunos sillones del Consejo de Ministros los ocupasen personas que no tenían el carnet de su partido. Lo que no calculamos es que Yolanda Díaz se prestaría, igual que lo había hecho Íñigo Errejón antes, a esta operación política», sostiene Montero.
Para la exministra, el balance de Sumar es negativo, puesto que su único planteamiento es el de ejercer de muleta de Sánchez. Y en esa condición de pasividad enmarca todo el movimiento o corriente errejonista. «Creo que las principales decisiones políticas que el errejonismo proponía en esos tiempos se demostraron, una por una, impotentes para llevar a cabo transformaciones en España y, en consecuencia, erróneas. Porque el gran problema de fondo al que se enfrentó Podemos desde el inicio fue si nos acomodábamos al orden existente o manteníamos nuestra autonomía para que en España pasasen cosas que el bloque de poder no quería que pasaran, pagando un altísimo precio político por ello».
La cuestión de fondo, según Montero, afecta a uno de los mantras del errejonismo: la transversalidad. «Para el errejonismo, transversalidad terminó significando hacer lo que ya fuese un consenso en el relato mediático y ausencia de conflicto. Para el pablismo, transversalidad significaba convertir en mayoritario lo que en ese momento estaba cuestionado por el relato mediático, asumiendo que no nos dejarían hacerlo sin conflicto y sin pagar un alto precio», zanja la exministra en su nuevo libro, que se presentó el pasado lunes en Madrid.