Celaá elige a dedo a un arquitecto de Bilbao para una obra urgente en su embajada
Exteriores aceptó una única oferta entregada en mano del estudio de arquitectura vasco Landa-Ochandiano
Una única oferta y entrega en mano en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. Así se ha resuelto el contrato público con el que se aprobó el estudio preceptivo para la obra de intervención estructural en los entramados de dos salones del Palacio Monaldeschi, sede de la embajada española ante la Santa Sede que dirige Isabel Celaá y considerada la legación diplomática permanente más antigua del mundo.
Una obra de rehabilitación de «extrema urgencia» que llevó al departamento de José Manuel Albares a elegir la vía más expeditiva para su aprobación: la del contrato «negociado sin publicidad acelerado». El Consejo de Ministros dio luz verde el 27 de febrero a la ejecución de estas obras para reforzar la estructura del Salón de Cardenales y del de Obispos, dos estancias del llamado Palacio de España que alberga la Embajada ante la Santa Sede, por un importe de 496.972,18 euros ante el peligro de que pudiera afectar a la estructura del mismo.
Esta intervención se produjo después de que la Subdirección General de Asuntos Patrimoniales mostrara «su preocupación por el avanzado estado de deformación de los artesonados» de ambos salones, lo que ponía «en peligro la propia estructura del inmueble». Por ello, Celaá solicitó que «se adoptasen de manera urgente las medidas necesarias para su solución». Dicho y hecho. El Ejecutivo dio luz verde a las modificaciones mediante el procedimiento de emergencia que permite el artículo 120 de la ley de Contratos, con el que se agilizan todos los trámites administrativos.
«La no ejecución de estas actuaciones de manera inmediata supondría un riesgo inaceptable para el personal que presta sus servicios en la Embajada de España ante la Santa Sede, por lo que la rapidez en su ejecución también es un elemento esencial en este expediente. No es posible la consecución del objeto de las contrataciones propuestas en el plazo de tiempo requerido mediante la tramitación ordinaria, ni urgente, del expediente administrativo previsto en la Ley de Contratos del Sector Público, siendo imprescindible por tanto recurrir a la tramitación de emergencia», se argumentó desde el Gobierno.
La obra fue adjudicada a la empresa vallisoletana Técnicas para la Restauración y Construcciones (Trycsa), pero ahora se ha conocido que el estudio de la misma fue entregado a la bilbaína Landa-Ochandiano Arquitectos por 41.324,54 euros (IVA incluido). THE OBJECTIVE preguntó a Exteriores si esta empresa tenía alguna vinculación con la embajadora, cuya vivienda familiar se localiza en el barrio Neguri de Guecho, y si Landa-Ochandiano conocía de antemano este contrato público al entregar en mano la única oferta, una vía completamente inusual en este tipo de trámites con la Administración General del Estado ya que para las licitaciones se utiliza casi siempre la vía telemática.
También solicitó el informe técnico y la memoria justificativa de necesidades. Desde la Oficina de Información Diplomática (OID) se limitaron a reseñar lo siguiente: «La obra se tramitó por el procedimiento establecido de emergencia desde los servicios centrales del Ministerio cuando se identificó un potencial riesgo en el inmueble para la seguridad de los trabajadores de la embajada».
Celaá ha disparado el gasto en obras en el emblemático edificio que sirve de Embajada y residencia oficial desde que se produjo su llegada a Roma hace casi tres años. Si bien el mencionado palacio necesitaba mejoras estructurales fruto de su singularidad arquitectónica, entre los diplomáticos sorprende que la exministra de Educación siga acaparando todas las reformas desde que se instaló en Monaldeschi cuando sus antecesores apenas tuvieron dinero para ello en el pasado.
El deterioro del edificio ya había sido advertido por varios embajadores que precedieron a Celaá, pero ha sido ahora cuando se han acelerado las obras con ella de inquilina. Además, la antigua portavoz con el primer Gobierno de Pedro Sánchez indicó en una carta dirigida a algunas personas que le habían preguntado por la interrupción de los actos culturales que se desarrollaban en la representación diplomática que los cambios incluirán un tercer salón, posiblemente el del Trono, según desveló la web especializada The Diplomat in Spain.
El palacio Monaldeschi acoge, además de los servicios de la Embajada española, las dependencias de la vivienda de la embajadora y del número dos de la representación diplomática. También cuenta con estancias para que se puedan hospedar los Reyes o miembros del Ejecutivo que viajen a Roma para audiencias en el Vaticano.
Los 400 años del palacio Monaldeschi
El Gobierno ya desembolsó en dicha legación más de 250.000 euros en los últimos meses de 2022, coincidiendo con los festejos por los 400 años del llamado Palacio de España. Nada más llegar Celaá a la Ciudad Eterna se acometió en marzo de ese año la reforma de un ascensor por un montante de 111.186,77 euros (IVA incluido). La empresa adjudicataria fue la italiana Idl Elever, según la documentación que aparece en el Portal de Transparencia.
A finales de agosto se aprobó la restauración de seis alfombras antiguas por 44.364,53 euros (IVA incluido) y que tenían «un importante valor histórico y de representación institucional que, debido al uso continuado, requieren de varias intervenciones, con el fin de garantizar su buen estado de conservación», según precisó Exteriores en los pliegos de la licitación.
El último de los contratos de 2022 apareció en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el 20 de octubre. Consistió en la reforma de la instalación eléctrica de la Embajada por 98.000 euros. Un contrato adjudicado también a la italiana Ecotecno Restauri en el que se acometieron trabajos de cableado, instalación de accesorios eléctricos y conductos de baja tensión.
Los trabajos de mejora en la residencia oficial que ocupa Celaá contrastan con los gastos que tuvo su predecesora, la diplomática María del Carmen de la Peña. En noviembre de 2011, poco antes de ceder el testigo a la exministra, hubo «trabajos correctivos en las instalaciones de seguridad de la cancillería y la residencia» por valor de 3.142,9 euros, que se sumaron a otro contrato similar en mayo de ese año para el «mantenimiento preventivo y correctivo» de las mismas en ambos sitios por 18.110,38 euros. Además, aquel verano se procedió a la restauración de nueve reposteros por 9.970,4 euros, por lo que la suma de las tres adjudicaciones apenas superaron los 30.000 euros.
El nombramiento de Celaá como embajadora ante la Santa Sede fue recibido por parte de un buen número de diplomáticos de Exteriores como una falta de consideración hacia estos últimos. En primer lugar, por su condición de política ya que este sector de la función pública lleva mal el intrusismo. Pero, sobre todo, por la edad de la exministra de Educación.
Los 72 años que tenía Celaá en el momento de su nombramiento son un umbral prohibido para los diplomáticos, cuya jubilación obligatoria como funcionarios es a los 70. Una situación que les lleva a ser cesados en la mayoría de los casos el mismo día de su aniversario, por lo que es una cifra muy sensible para este colectivo. En especial, por las décadas de trabajo al servicio del Estado que dejan atrás.
Además, los primeros meses de la exministra en Roma estuvieron envueltos en varias polémicas. En junio de 2022 circularon por las estancias vaticanas y los despachos del cuerpo diplomático en la capital italiana todo tipo de comentarios ante el espectáculo de música callejera y sábanas blancas con el que Celaá dio inicio a los festejos por los cuatro siglos del palacio Monaldeschi.
Poco antes de ese acto, Celaá se quejó en el Instituto de Historia Eclesiástica de España en Roma por el estado de la enseñanza en nuestro país. «¡Qué mal está la enseñanza de Historia en España! Veo los libros que hay y me sorprendo de lo que leo en ellos». Las palabras de la exministra resonaron entre las paredes del singular edificio como una admonición, sin que ninguno de los distinguidos invitados moviese un músculo de la cara ante las sorprendentes palabras.
La embajadora de España ante la Santa Sede hizo esa declaración cuando no había pasado ni un año del acto en el que cedió la cartera ministerial a Pilar Alegría tras estar tres años al frente del departamento de Educación. Los presentes tuvieron la sensación de que Celaá se lavaba las manos ante la controversia en la que se ha visto envuelta su sucesora sobre el contenido de los libros de texto.
En 2023, la exministra recibió un aluvión de críticas en redes sociales por la vestimenta que llevó en el velatorio del papa Benedicto XVI. En una imagen junto a la Reina Sofía y el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, ambos de riguroso negro, ella apareció con un abrigo beige, medias color carne y zapatos marrones. Algo que llamó la atención y levantó decenas de críticas por saltarse el protocolo.
La polémica del atuendo no fue la única que protagonizó la actual embajadora ante la Santa Sede. En la recepción a la delegación española que asistió al sepelio de Ratzinger, Celáa también se saltó el protocolo y rompió el luto vestida con una chaqueta morada y un pantalón blanco. En estas ocasiones, el blanco solo puede ser usado por las reinas católicas, que son tres: España, Luxemburgo y Bélgica. Y el color rojo está prohibido. Las imágenes de la recepción mostraron como Celaá fue la única representante española que no vestía etiqueta de color negro. De nuevo, la reina emérita y Bolaños vestían de riguroso luto, como dictan las normas protocolarias.