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Sánchez roza el récord de colocación de políticos en embajadas de Zapatero

Isabel Celaá se convertirá en la séptima embajadora de las filas PSOE en tres años y medio, una cifra que no se veía desde hace 15 años

Sánchez roza el récord de colocación de políticos en embajadas de Zapatero

Pedro Sánchez junto a los exministros Isabel Celaá y José Manuel Rodríguez Uribes | E. Parra (EP)

La decisión del Gobierno de proponer a la exministra de Educación Isabel Celaá como próxima embajadora ante el Vaticano implica que en unas semanas, una vez que la Santa Sede dé su consentimiento al plácet y el Consejo de Ministros ratifique el nombramiento, habrá seis embajadores políticos destinados al mismo tiempo en el extranjero, una cifra que no se veía desde la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero cuando se llegó a ocho.

Tras la moción de censura de mediados de 2018, Sánchez colocó al exalcalde socialista de Lérida Ángel Ros en Andorra, al exdirigente valenciano Juan Andrés Perelló en la UNESCO –quien acaba de ser sustituido por el exministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes– y al exmiembro de la Ejecutiva del PSOE Manuel María Escudero en la OCDE.

Y a principios de 2020, tras la constitución del Gobierno de coalición, le siguieron otros dos nombramientos ajenos a la Carrera Diplomática: el de la exministra de Sanidad Carmen Montón en la Organización de Estados Americanos (OEA) y el ‘desconocido’ Ángel Martín Peccis, de quien luego se supo que fue una elección impuesta por José Luis Ábalos a Arancha González Laya en el Consejo de Ministros, fruto de la amistad que se profesaban el entonces ministro de Transportes y el director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en Colombia.

Por lo tanto, Celaá será la séptima embajadora afín al PSOE en apenas tres años y medio, y la tercera exministra de Sánchez que consigue dirigir una legación diplomática tras Montón y Rodríguez Uribes. Una situación que se asemeja a la persistencia en la que incurrió Zapatero a la hora de utilizar las embajadas de España en el extranjero para dar premios de consolación a ministros que quedaban descolgados en las remodelaciones de Gobierno o bien, para complacer a algunos dirigentes socialistas tras salir de la primera línea política.

La Asociación de Diplomáticos Españoles (ADE), que aglutina al 70% de los diplomáticos en activo, siempre ha expresado su malestar por este uso discrecional de los nombramientos por parte del Ejecutivo, sobre todo si el número de embajadores políticos deja de ser una circunstancia excepcional. A lo largo de los últimos años, la ADE ha insistido en que sus miembros tienen «un alto grado de idoneidad, experiencia acumulada y acreditada competencia profesional» para desempeñar las funciones de embajado «con total eficacia y lealtad» al Gobierno de turno. «El nombramiento de embajadores políticos merma las naturales aspiraciones profesionales de nuestros asociados, basadas en los principios de mérito y capacidad invocados para el acceso a la Función Pública» mediante una dura y exigente oposición, subraya la ADE.

Felipe González tuvo un reducido grupo de embajadores no diplomáticos en sus 14 años en el poder, caso de Joan Raventós en Francia, Julián Santamaría en Estados Unidos, Jorge de Esteban en Italia, Eduardo Foncillas en Alemania, Raúl Morodo en Portugal o Emilio Menéndez del Valle en Jordania e Italia. José María Aznar únicamente envió a Elena Pisonero de embajadora a la OCDE.

Las cifras de Zapatero

Con Zapatero se disparó el número de embajadores políticos en su primera legislatura: el citado Raúl Morodo fue enviado a Venezuela, cuyo paso por Caracas es investigado ahora por la Audiencia Nacional. Le siguieron Luis Planas en Marruecos, Fernando Ballesteros en la OCDE, Germán Bejarano en Malasia, Rafael Estrella en Argentina, Francisco Vázquez en la Santa Sede, la exministra María Jesús San Segundo en la UNESCO y Miguel Ángel Cortizo en Paraguay.

En la segunda legislatura, los ‘agraciados’ fueron los exministros Joan Clos, destinado a Turquía, y Cristina Narbona, quien fue a la OEA. Luis Planas pasó de Rabat a Bruselas para dirigir la Representación Permanente de la UE, mientras que el jefe de Gabinete de Moratinos, Javier Sancho, consiguió la plaza de embajador ante la OEA.

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