Un exembajador español en la URSS: «Nadie quiere a Ucrania en la OTAN, sería la guerra»
Eugeni Bregolat fue embajador en Moscú durante la etapa de Boris Yeltsin tras la caída de la Unión Soviética

Eugeni Bregolat.
Eugeni Bregolat (Seu d’Urgell, Lérida, 1943) estuvo en dos etapas distintas trabajando en Rusia como miembro del cuerpo diplomático español. La primera, de 1974 al 1978, durante el mandato de Brézhnev. Tras la caída de la Unión Soviética, fue embajador de España en Rusia, de 1992 a 1997, coincidiendo con la llegada al poder de Borís Yeltsin.
En esta entrevista telefónica en THE OBJECTIVE considera «indispensable» que «Europa pague su propia defensa y que avance hacia la unión política». Porque, a su juicio, la «alternativa», será la «irrelevancia geoestratégica». También explica que Trump ha aceptado «un relato minoritario» al que hasta ahora se defendía sobre las relaciones entre Rusia y Ucrania, pero que muchos de los que conocen bien sus vínculos históricos y políticos, como el exdirector de la CIA William Joseph Burns, el secretario de Defensa de Clinton, William Perry, o la excanciller Angela Merkel, que vivió más de 30 años en la Alemania oriental, saben de los «delicado» que sería la adhesión de Ucrania en el bloque Atlántico.
P.- ¿Qué le parecieron las palabras de Donald Trump, en la red social X, sobre que Zelenski era un «dictador»?
R.- Ha sorprendido mucho a todo el mundo. Hace unos días, también dijo que él podía entender a Putin. Aquí está claro que hay dos distintos estados y dos relatos muy diferentes, pero decir que Ucrania ha agredido a Rusia es inaceptable. Por lo tanto, las protestas internacionales han sido totalmente correctas. Dicho esto, que es verdad, no es toda la verdad. La relación de Rusia con Ucrania, y con los países vecinos no empieza el día 24 de febrero de 2022, sino que es algo que se retrotrae a siglos enteros. Es una muy larga secuencia. O sea, a ver si lo digo bien. De la misma manera que la relación de los palestinos con Israel no empieza el día 7 de octubre del año 2023 con ese ataque igualmente inaceptable. Los americanos están aceptando ahora este otro relato.
P.- ¿Y en qué se fundamenta este otro relato?
R.- Cuando acabó la Guerra Mundial, Europa se dividió en dos zonas de influencia, una americana y otra rusa. Esto fue así hasta que Gorbachov renunció a su zona de influencia. Retiró unilateralmente más de medio millón de soldados que tenía allí en base a los acuerdos de Yalta. Y si no los hubiese retirado, pues probablemente hoy todavía habría un muro de Berlín. Gorbachov permite el fin del Pacto de Varsovia, permite el fin de la Unión Soviética porque quería un socialismo de rostro humano. Entonces Rusia renuncia todo a lo que consiguió al final de la Guerra Mundial. Y el otro lado, en vez de hacer lo mismo, resulta que conserva lo que había obtenido al final de la Guerra Mundial y además se queda con una serie de países que estaban bajo el paraguas de la Unión Soviética. Y sí, por supuesto que estos países también lo querían, pero visto desde la perspectiva de Rusia, la otra parte se queda con todo lo que era suyo. Y no solo esto, sino que llegan a abrir la puerta de la OTAN a Ucrania.
P.- ¿Por qué dice que el 24 de febrero de 2022 no empezó todo?
R.- En enero del año 2022, Rusia se dirigió a la OTAN y a Estados Unidos con un documento formal pidiendo la neutralidad de Ucrania, y la OTAN dijo que no, que Ucrania tiene derecho a decidir qué quiere hacer, si quiere ser de una organización internacional o no. Es decir, que si ahora finalmente todo eso termina, que todavía hay que verlo, con que Ucrania es neutralizada, cosa que ya dijeron en su día, ¿entonces para qué esa guerra si esto es lo que pidieron los rusos justo antes de empezar la guerra? Kissinger ya dijo después de 2014, cuando Putin se quedó con Crimea, que lo que había que hacer con Ucrania era la finlandización, que en aquel momento significaba que fuera neutral.
«En enero de 2022, Rusia se dirigió a la OTAN y a Estados Unidos con un documento formal pidiendo la neutralidad de Ucrania, y le dijeron que no»
P.- Usted ha dicho que el bloque Atlántico se fue expandiendo. ¿Nunca se consideró en serio que Rusia entrara en la OTAN?
R.- Gorbachov pedía la Casa Común europea y Mitterrand le tendió la mano y dijo: «Hagamos una confederación europea que incluya a Rusia». Pero eso quedó en nada. Es evidente que el otro lado, Estados Unidos, no tenía ningún interés entre un estrechamiento de lazos entre Europa y Rusia, que lo dejaban fuera. Fíjate que en 2008, George W. Bush, en la cumbre de Bucarest de la OTAN, quería que Georgia y Ucrania empezaran el procedimiento de adhesión a la OTAN y Merkel, que conoce muy bien los rusos porque había vivido 35 años en la Europa oriental, dijo que Moscú lo iba a interpretar como una declaración de guerra. Entre ella y Sarkozy, consiguieron que desistiera de iniciar entonces el proceso de adhesión de Ucrania y Georgia.
Está claro que en los tiempos de Gorbachov se podía haber hecho un mundo totalmente distinto si se hubiese aceptado lo de la Casa Común europea, es decir, un sistema de seguridad europeo que incluyera a Rusia. La Casa Común europea hubiera significado el fin de la OTAN. Fíjate lo que digo, desde Gorbachov, a Boris Yeltsin y el mismo Putin pidieron el ingreso en la OTAN.
P.-¿Y la responsabilidad de que no haya pasado es de Europa o Estados Unidos?
R.-Europa pintó poco, y en Estados Unidos tenían muchas dudas. El secretario de Defensa de Clinton, William Perry, dijo que la relación con Rusia era más importante que la ampliación de la OTAN. Y cuando hicieron la primera ampliación de la OTAN, con Polonia, Hungría y Checoslovaquia, Perry quiso dimitir, pero finalmente le convencieron de que no dimitiera. Es decir, que dentro de la propia Administración americana había muchas dudas. O el que fue director de la CIA hasta hace un mes, William Joseph Burns, como embajador de Estados Unidos en Rusia, previno de que era un grave error, que los rusos del color que fueran no lo iban a aceptar, que era una línea roja e inaceptable para Rusia.
P.- ¿Y cree que ahora es un buen pretexto para que Ucrania entre en la OTAN?
R.- A ver, es que a Ucrania nadie la quiere meter dentro de la OTAN. Nadie. Europa, mientras haya una guerra, no la quiere meter, porque esto es automáticamente estar guerra con Rusia. De momento, nadie la quiere meter. Lo que pasa es que ahora, Estados Unidos ha adoptado ese relato que antes era un relato, digamos minoritario, y que ahora Trump dice: «Bueno, yo puedo entender a Rusia». Está claro que era y sigue siendo un interés de seguridad legítimo de Rusia que un vecino como Ucrania que está tocando allí y que, además, tiene una relación histórica que es la que es con Rusia, no interese que entre. Mira, el embajador de Estados Unidos en Rusia el año 1991, que es el año que se acaba la Unión Soviética, Robert Strauss, dijo que una cosa tremenda era el fin del comunismo, de la Unión Soviética. Pero que lo más importante que ha pasado no es esto, lo más importante que ha pasado es que se ha roto un Estado que llevaba siglos existiendo y que muy cerca de cuyo corazón estaba Ucrania. Es decir, la gente que sabía un poco de qué va todo esto, sabía que todo es era muy delicado y que las culpas estaban repartidas. Pero luego es obvio que Putin no podía invadir, es inaceptable. Todo esto es verdad, pero es solo parte de la verdad. De la misma manera que Estados Unidos no aceptó que Rusia le metiera misiles en Cuba, en su patio trasero, Rusia no aceptó que Ucrania entrara en la OTAN.
P.-¿Hay un cambio en el orden mundial como se está diciendo?
R.- Evidentemente, Trump ha cambiado el discurso. Y Europa está donde estaba desde la invasión de Rusia a Ucrania. Hay que ver, no obstante, cómo terminan las negociaciones en Arabia y si finalmente se ponen de acuerdo.
P.- ¿Qué debería hacer Europa?
R.- Es indispensable que Europa pague su propia defensa y que avance hacia la unión política. La alternativa a esto, como dijera ya Jean Monnet, es la irrelevancia geoestratégica.
P.- ¿Autonomía estratégica respecto a Estados Unidos?
R.- Respecto a Estados Unidos, a China, a Rusia y al Papa de Roma. Tiene que ser un poder, tendría que ser un poder autónomo y para eso tiene que pagar, empezando por pagar su propia defensa y luego ir hacia la unión política. Bruselas tiene unas determinadas competencias como son el comercio exterior. Los tratados de comercio exterior solo los hace Bruselas, como la agricultura, la pesca para los países del euro. Los países del euro no tienen política monetaria, la hace el Banco Central Europeo. Tenemos que hacer lo mismo con la política exterior y la seguridad, que sigue siendo competencia de los Estados miembros. También habría que quitar el derecho de veto en la PESC y que se pasara al sistema de voto ponderado por mayoría cualificada.