Ortega Smith, el 'García-Page' de Vox: arrecia sus críticas a la dirección sin intención de irse
El portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid reta a la cúpula y su entorno adelanta que «le tendrán que echar»

El portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith. | Europa Press
Hubo un tiempo, allá por 2022, en el que Vox se planteó presentar a Javier Ortega Smith como candidato paracaidista a la presidencia de Castilla-La Mancha. Ahí se hubiera enfrentado al socialista Emiliano García-Page. Aunque finalmente la maniobra no se dio, el tiempo ha unido en cierto modo los destinos de ambos políticos, tan diferentes. Ambos se han convertido en la única voz relevante crítica contra la dirección dentro de sus respectivos partidos: uno carga contra Ferraz y el otro contra Bambú, y ninguno tiene intención de dar un paso a un lado. Prefieren tratar de sacudir conciencias y cambiar las cosas desde dentro.
Ortega Smith, una de las últimas caras visibles que quedan del Vox primigenio, ha arreciado últimamente sus críticas a la dirección nacional, de la que cada vez está más desconectado política y personalmente. Su caída en desgracia comenzó cuando fue relevado por Ignacio Garriga en la Secretaría General del partido. En la última remodelación del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), además, se le degradó a mero vocal y se expulsó a su mano derecha, Pedro Fernández. Quien fuera uno de los hombres de confianza de Santiago Abascal se encuentra «aislado» por la cúpula.
El entorno de Ortega Smith afirma que se siente víctima de una «persecución», por cuanto considera que Bambú lleva de un tiempo a esta parte filtrando información comprometida contra él. Pero el portavoz en el Ayuntamiento de Madrid plantará cara hasta el final. «Le van a tener que echar», desliza una fuente cercana en referencia a que es posible que no repita como cabeza de lista por la capital en 2027.
Las críticas
Teniendo en cuenta cómo se las gastan en Bambú, Ortega Smith lleva meses haciendo méritos. La primera crítica llegó en octubre de 2023, tras las elecciones del 23 de julio y la salida de Iván Espinosa de los Monteros. «Me da mucha pena no tenerle al lado», confesó el miembro del CEN, que reconoció sentirse «traicionado y engañado», sin especificar por qué, y avisó de que Vox no podía convertirse en una «agencia de colocación»: «La lealtad no consiste en aplaudir como palmeros a quienes tienes al frente de un proyecto, sino decirles las cosas y llamarle al pan, pan y al vino, vino». Desde entonces, sus reproches han sido continuos.
De nuevo tras la salida de un rostro visible, en esta ocasión Juan García-Gallardo, Javier Ortega Smith volvió a la carga. El exlíder en Castilla y León se fue del partido criticando que Vox no cuida el capital humano, y recibió por ello el aval del exdirigente. Además, su mano derecha en el Ayuntamiento, Carla Toscano, criticó el mensaje que lanzó la dirección de que «nadie es imprescindible».
Esta semana, en línea con lo que ha denunciado Agustín Rosety y en un claro desafío a la dirección nacional, Ortega Smith ha pedido a la cúpula que Vox no adopte acríticamente todas las políticas y declaraciones de Donald Trump. «No tenemos que comprar todas las políticas de Trump», ha criticado el diputado, que considera que Vox «debe criticar todo lo que haga Trump que perjudique» a España o «perjudique al concepto que tenemos de Europa». El último dardo.
«Le duele Vox»
Entre los conocidos como críticos de Vox, cargos y ex cargos del partido que piden una refundación, hay quienes se refieren a él como «el García-Page de Vox», ya que le piden «hechos, no palabras». Además, algunos recuerdan que «él y Tomás Fernández, junto a otros hombres de negro, fueron verdugos y ejecutores de muchas tropelías caudillistas en su época de secretario general» del partido, apartando a «muchas personas nobles, valientes y trabajadoras».
Otros señalan que su irrelevancia en el partido revela que «Vox ya no es un partido al servicio de España, y que está alejado del espíritu que determinó su fundación y al margen del manifiesto fundacional»: «De los que crearon e impulsaron Vox se han ido ya casi todos, o están como afiliados de base y solo quedan dos significados, Abascal y Ortega, con cada vez menos relevancia. Sus críticas son lógicas. Parafraseando a Unamuno, a Ortega Smith ‘le duele Vox’».