Arrimadas frenó la moción de censura contra Ayuso seis días antes de la fecha elegida
La presidenta de Ciudadanos decidió el 4 de marzo ir solo con el PSOE a la moción en Murcia

Inés Arrimadas e Isabel Díaz Ayuso. | Ilustración: Alejandra Svriz
La moción de censura contra la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que habían pactado PSOE y Ciudadanos para registrarla el 10 de marzo de 2021 no salió adelante porque la entonces presidenta naranja, Inés Arrimadas, tuvo dudas sobre la conveniencia de dar ese paso y dio la orden de frenarla a solo seis días de la fecha elegida.
El texto consensuado entre socialistas y naranjas, que ha sido negado este lunes oficialmente por ambos partidos, no solo era para cambiar a Fernando López Miras en la Región de Murcia, sino que incluía también la Comunidad de Madrid, el principal bastión autonómico del PP con Ayuso al frente, así como un número significativo de diputaciones, capitales de provincia y localidades de más de 20.000 habitantes. Y el plan era registrarlas al mismo tiempo para dejar a los populares sin margen de reacción.
Con la llegada de Arrimadas a la presidencia de Ciudadanos a principios de 2020, una de sus primeras decisiones internas fue abrir canales de comunicación con el resto de formaciones políticas. En el caso del PSOE, Pedro Sánchez puso de interlocutor a Félix Bolaños, por aquel entonces secretario general de Presidencia en Moncloa. Por parte de Cs, la persona elegida por Arrimadas fue su vicesecretario general Carlos Cuadrado, una de las cuatro personas que estaban con ella en el Comité Permanente o núcleo duro junto a Marina Bravo y José María Espejo.
Durante las negociaciones de los estados de alarma a lo largo de ese año, los diez diputados naranjas apoyaron la mayoría de las prórrogas a cambio de concesiones del Ejecutivo. La desconfianza siempre estuvo muy presente en las reuniones, pero Bolaños reconocía a su interlocutor que les costaba mucho cerrar acuerdos con Pablo Iglesias. «Nos hubiera gustado estar con vosotros», le repetía a menudo a Cuadrado sobre las negociaciones de 2019 para conformar gobierno.
A finales de 2020, tras el ‘no’ de Ciudadanos a los Presupuestos de Sánchez por permitir que el castellano dejase de ser lengua vehicular en España, desde el Gobierno se planteó a Ciudadanos la posibilidad de presentar mociones de censura conjuntas en varias comunidades autónomas. La formación liberal vio la oportunidad de separar al PSOE de Podemos y el resto de socios de investidura con acuerdos a nivel autonómico y municipal. El objetivo era fracturar al gobierno Frankestein y tocar poder cuando se acercaba el ecuador de la legislatura. Arrimadas quiso atraer a los socialistas de nuevo al centro y dio luz verde a las conversaciones.
Desde el principio, los negociadores acotaron la negociación a Madrid y Murcia, dejando para más adelante otros territorios como Castilla y León, Aragón -donde Javier Lambán podía cambiar de socio- o la joya de la corona a nivel local: el ayuntamiento de la capital en manos del popular José Luis Martínez Almeida. Bolaños y Cuadrado se intercambiaron sucesivos borradores a lo largo de diciembre de 2020 y enero de 2021. El día 21 de ese mes, se hizo una impresión del documento del acuerdo que el secretario general de Presidencia entregó en mano al negociador naranja en una reunión que mantuvieron ambos en Moncloa. El PSOE había pedido inicialmente las dos presidencias autonómicas con el argumento de que tenía más diputados que Ciudadanos en ambas cámaras, pero el equipo de Arrimadas se negó en redondo.
El partido liberal ya había dejado escapar en 2019 la posibilidad de gobernar alguna región en los pactos con el PP y no quería repetir el fiasco. Por eso, Ciudadanos subió la apuesta en la negociación con Bolaños: o las dos presidencias de Madrid y Murcia eran para Ignacio Aguado y Ana Martínez Vidal… o no habría pacto. Y para sorpresa del equipo de Arrimadas, Sánchez aceptó las exigencias naranjas. Tras ese 21 de enero, donde el acuerdo ya estaba cerrado, hubo un parón debido a las elecciones catalanas del 14 de febrero y los contactos no se reanudaron hasta después de esos comicios.
El 1 de marzo se fijó una reunión secreta entre los equipos negociadores del PSOE y Ciudadanos en el hotel Exe Moncloa a la que asistieron el entonces delegado del Gobierno en Murcia, José Vélez, y la portavoz naranja en la Asamblea murciana, la mencionada Ana Martínez Vidal. El objetivo era explicarles el contenido del acuerdo. La reunión se desarrolló bien y ese mismo día, Aguado supo que había posibilidades de que hubiese también una moción de censura en Madrid. Su primera reacción fue alargar todo lo posible las negociaciones de los presupuestos autonómicos que Ayuso deseaba aprobar con Vox ya que no quería cerrar un acuerdo presupuestario que le pudiera comprometer una vez elegido presidente.

Bolaños apremió entonces a Cuadrado a hablar de la parte del acuerdo de Madrid con el propio Aguado y el secretario general de los socialistas madrileños, José Antonio Franco. Se fijó una cita para la tarde del 8 de marzo. Pero antes de ello, el negociador naranja le exigió el 2 de marzo al hoy ministro de Justicia que le reenviase por whatsapp el acuerdo que habían cerrado en enero y del que solo había una copia en papel. El entonces jefe de Gabinete de Bolaños, Rafael Oñate, volcó el texto en un documento en Word que llamó ‘Propuesta a Cs’ y se lo pasó a su jefe.
La mano derecha de Sánchez reenvió el pacto sin más dilación a su interlocutor en Ciudadanos, con la única advertencia de que había que cambiar algunas fechas que aparecían dentro, ya que en el acuerdo de enero las mociones se pensaban registrar en la segunda quincena de febrero. En los metadatos que ha podido consultar THE OBJECTIVE se puede seguir toda la gestación de dicho documento (ver abajo).

Aguado desconocía el día de las mociones, pero el hecho de que el 8 de marzo estuviese fijada esa reunión secreta con Bolaños, Franco y Cuadrado le hizo ver a las claras que la cosa iba en serio. Sin embargo, Arrimadas decidió el día 4 pisar el freno de la negociación de Madrid «hasta tener más claro lo de Murcia», donde el PSOE quería poner de vicepresidente político a un investigado en un caso de corrupción. Ese fue el momento en el que la presidenta naranja ‘salvó’ a Ayuso de su posible destitución como presidenta madrileña. En todo caso, en su entorno niegan que llegase a ver el documento que Bolaños le remitió a Cuadrado y aclaran que ella no tuvo en mente descabalgar a Ayuso en ese momento.
Se cancela la reunión secreta
Cuadrado canceló al día siguiente la reunión del día 8 y se centró por completo en la moción de Murcia por orden de Arrimadas. En un primer momento, no informó de la decisión sobre Madrid a Aguado, quien empezaba a dar muestras de nerviosismo al ver que se alargaba la negociación de Murcia. El negociador naranja propuso a Arrimadas una reunión a tres con el entonces vicepresidente madrileño para explicarle que la moción contra Ayuso quedaba postergada, pero la presidenta naranja no quiso mostrarse ante Aguado como la culpable de no hacerle presidente en ese momento. Por ello, delegó en su vicesecretario general la tarea de comunicarle la mala noticia.
En todo caso, el vicepresidente madrileño estuvo al tanto de los últimos pasos sobre la moción de Murcia. El día 7, Cuadrado informó a Aguado de que el plan para sacar del poder a López Miras iba adelante. En las siguientes 48 horas, prosiguieron los mensajes sobre las negociaciones y el viaje del negociador naranja a la capital murciana el día 9 para recabar las firmas de los diputados de Ciudadanos. Cuando el 10 por la mañana la Cope reveló que había una moción de censura en marcha, Aguado fue de los primeros en la Ejecutiva naranja en celebrar el golpe en la mesa con el registro de la misma al filo de las 10.30 horas.
Sin embargo, Ayuso aprovechó la reunión semanal de su Gobierno autonómico de ese día para apretar el botón de elecciones anticipadas, que quedaron fijadas para el 4 de mayo. Una cita electoral que catapultó al PP hasta casi la mayoría absoluta con 65 escaños, mientras que Ciudadanos perdió los 26 que tenía de una tacada. Aguado no advirtió en ningún momento a Cuadrado o Arrimadas de que todos los miércoles había reunión del Ejecutivo regional; de ahí que los liberales no lo tuvieran en cuenta en la ecuación de Murcia. Un grave error que, unido a la decisión de limitar el pacto con el PSOE a Murcia, supuso el desmoronamiento del partido naranja como un castillo de naipes en los meses siguientes.
Fuentes cercanas a Arrimadas manifiestan a THE OBJECTIVE que ella siempre frenó las intenciones de algunos miembros del partido, que abogaban con frecuencia con presentar una moción de censura en Madrid. Respecto al acuerdo concreto publicado por este periódico, la expresidenta de Ciudadanos dice no tener constancia del mismo, y lo atribuye a la parte de su equipo que sí hablaba con Bolaños.