Arrimadas descartó en 2020 integrar Cs en el PP tras una comida en el chalé de Casado
La entonces presidenta de Ciudadanos rechazó la unión que se le propuso en Navas del Marqués: «No me veo de dos»

Inés Arrimadas y Pablo Casado durante la campaña de las elecciones vascas en julio de 2020. | Europa Press
En septiembre de 2020 hubo una reunión secreta de las cúpulas del Partido Popular y Ciudadanos en el chalé que tiene Pablo Casado en la localidad de Navas del Marqués (Ávila). El entonces presidente de los populares hizo de anfitrión en una comida de domingo que se prolongó varias horas y a la que fueron invitados su escudero, Teodoro García Egea, y tres de los principales dirigentes del partido liberal en aquel entonces: Inés Arrimadas, Carlos Cuadrado y José María Espejo. Solo faltó Marina Bravo del Comité Permanente o núcleo duro que tenía la formación liberal en aquel momento.
PP y Ciudadanos venían de una candidatura conjunta a las elecciones vascas, bajo la fórmula PP+Cs, de la que todos habían quedado contentos. Casado destacaba el hecho de que, por primera vez, fueran de la mano en unos comicios, mientras que Arrimadas y los suyos celebraban haber logrado dos de los seis escaños que consiguió la coalición. Una cifra impensable para la formación naranja si hubiera ido en solitario en el País Vasco ante su escasa implantación territorial y después del batacazo de las generales de noviembre de 2019 que provocaron la dimisión de Albert Rivera.
Además, ambos partidos habían presentado recursos de constitucionalidad e iniciativas parlamentarias de forma conjunta y Génova había empezado a contratar al bufete de abogados en el que trabajaba Rivera tras su salida de la política, por lo que esos gestos y guiños habían afianzado la confianza entre las direcciones políticas.
La cita de Navas del Marqués sirvió a Casado para plantear sin tapujos a Arrimadas su deseo de que el PP y Ciudadanos se juntasen de nuevo. La mano tendida fue bien acogida por la delegación naranja… con la condición de que no fuese una integración pura y dura, sino que el partido liberal mantuviese autonomía y su condición como tal. Se habló de aplicar en varios territorios la fórmula que tuvieron PP y los regionalistas de Unión del Pueblo Navarro (UPN) durante un par de décadas en Navarra, ya que Ciudadanos contaba con más respaldo en Cataluña que los populares. También se puso sobre la mesa el modelo de coalición que tuvo Convergencia i Unió (CiU) durante décadas.
La comida terminó con buenas sensaciones en ambas cúpulas y la decisión de explorar en los siguientes meses el escenario de una fusión, que podía ser más caliente o más fría según las circunstancias y en un momento de dificultades con la segunda ola del coronavirus, pero fusión al fin y al cabo. Casado y Arrimadas pidieron a García Egea y Cuadrado que se pusieran manos a la obra. Sin embargo, en el lado de Cs pronto se enfrió el asunto.
En la primera reunión del Comité Permanente naranja con la presencia de Bravo, sus tres compañeros de la cúpula le explicaron cómo había ido la reunión de Navas del Marqués. La sorpresa vino cuando Arrimadas se negó a seguir adelante: «No me veo de (número) dos de Casado», les confesó. Ahí se descartó la integración en el PP y Cuadrado no hizo ninguna gestión con Génova. Simplemente, se fue dejando pasar el tiempo sin tomar la iniciativa ni responder al cortejo de los populares.
Además, empezaron a surgir problemas en algunos territorios donde había gobiernos de coalición. Los choques entre Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado en la Comunidad de Madrid comenzaron a aflorar en público y poco después de la comida abulense, hubo otro encuentro en Génova con ambas direcciones políticas para que se calmasen las aguas. En Murcia ocurría una situación parecida y los naranjas se empezaron a poner nerviosos al ver que en las encuestas de las distintas autonomías en las que compartían el poder, solo subía el PP en detrimento de Cs.
Todo ello llevó a Ciudadanos a bascular hacia el PSOE pese a la desconfianza existente. Con la llegada de Arrimadas a la dirección naranja a principios de 2020, hubo un fin de semana de retiro en Aranjuez en el que la formación liberal difundió a sus dirigentes una preocupante encuesta interna: Cs había perdido todo el voto de la derecha y no llegaba al 3% en intención de voto (Albert Rivera lo había dejado en el 6,8%). Solo quedaba la lucha por el votante de centro-izquierda al que no le gustaba el pacto de Pedro Sánchez con Podemos y los independentistas. Ahí se decidió volver a los orígenes.
«Nos hubiera gustado estar con vosotros»
Primero se tendió la mano negociadora durante los estados de alarma. Los diez diputados naranjas apoyaron la mayoría de las prórrogas a cambio de concesiones del Ejecutivo. El negociador socialista, Félix Bolaños, reconocía a Cuadrado que les costaba mucho cerrar acuerdos con los morados. «Nos hubiera gustado estar con vosotros», le repetía a menudo a su interlocutor naranja sobre las negociaciones de 2019 para conformar gobierno.

A pesar del ‘no’ de Ciudadanos a los Presupuestos de Sánchez por permitir que el castellano dejase de ser lengua vehicular en España, desde el Gobierno se planteó a Ciudadanos a finales de 2020 la posibilidad de presentar mociones de censura conjuntas en varias comunidades autónomas. La formación liberal vio la oportunidad de separar al PSOE de Podemos y el resto de socios de investidura con acuerdos a nivel autonómico y municipal. El objetivo era fracturar al gobierno Frankenstein y tocar poder cuando se acercaba el ecuador de la legislatura. Además, Sánchez se movía hacia el centro por primera vez desde que había llegado a la Moncloa.
Arrimadas quiso atraer a los socialistas de nuevo a su terreno y dio luz verde a las conversaciones. Tras las exclusivas de los últimos días en THE OBJECTIVE sobre las negociaciones entre Bolaños y Cuadrado a principios de 2021, ella ha transmitido a sus más allegados que siempre frenó las intenciones de algunos miembros del partido que abogaban con frecuencia por presentar una moción de censura en Madrid. Y en cuanto al acuerdo sobre Madrid y Murcia, la expresidenta de Ciudadanos dice no tener constancia del mismo y lo atribuye a la parte de su equipo que sí hablaba con Bolaños.