The Objective
El tablero inclinado

El tablero inclinado: apagón y caos ferroviario

No tenemos una cifra de víctimas; si gobernara la derecha, conoceríamos caso a caso cómo murieron

En 2020, Cayetana Álvarez de Toledo popularizó el término «tablero inclinado» para hacer referencia a un panorama político desequilibrado en el que la izquierda juega con ventaja con respecto a la derecha, siempre juzgada con un baremo más severo por los medios de comunicación y por la opinión pública. Ya saben: «No es el qué, sino el quién». Sobre esta máxima, sobre esta premisa, nace una nueva sección en THE OBJECTIVE que, por cierto, debía haberse estrenado la semana pasada, pero se pospuso con motivo del apagón, lo cual nos sirve ahora como ejemplo perfecto, como ejemplo paradigmático, de lo que estamos hablando.

Por primera vez la península ibérica llegó al cero energético, ya saben, una de esas cosas que jamás se iba a producir y que era un «bulo de ultraderecha» (que empieza a ser sinónimo ya de «verdad anticipada»). Diez días después, desconocemos oficialmente las causas. No ha habido una explicación por parte del Gobierno que, por otro lado, sabía desde el 24 de enero por Red Eléctrica que el sistema podía fallar por sobrecarga de renovables. Por tener, no tenemos siquiera una cifra oficial de muertos.

Si gobernara la derecha conoceríamos caso a caso cómo murieron. Nombres y apellidos de las víctimas. Testimonios de los familiares. Tendríamos los detalles más escabrosos de cómo murieron agonizando. Pero lo que tuvimos por parte de nuestros profesionales de la comunicación, los mismos que antes hacían especiales sobre la pobreza energética, fueron chistes sobre El Ventorro, el restaurante en el que comió Carlos Mazón el día de la dana, y del que no hemos dejado de oír desde entonces.

Entre chiste y chiste, entre aplausos a la ciudadanía y apelaciones dramáticas al sentido de Estado, utilizado como eufemismo de no criticar al Gobierno, Óscar Puente, el ministro que consignó que el tren «vive su mejor momento», sufría su octavo caos ferroviario, y aún anda buscando culpables. Por lo pronto, Moncloa y Ferraz ya han enviado a sus cargos un guion atrabiliario y conspiranoico por WhatsApp, culpando a Partido Popular y Vox de estar detrás mediante un «sabotaje». Un guion que han seguido los socialistas al pie de la letra, y todo ello tras acusar públicamente a la oposición, con la ayuda de sus palmeros mediáticos, de crispación, deslealtad y «bulos». Pura proyección psicológica.

Para que se hagan cargo del nivel de tolerancia de escándalos al que hemos llegado, con el apagón y el caos en los trenes, ha pasado a un segundo plano que el hermano de Pedro Sánchez acaba de ser procesado por prevaricación y tráfico de influencias. Un caso que, por sí solo, hubiera supuesto la dimisión ipso facto del presidente en cualquier democracia occidental. ¿Se acuerdan de cuántas tertulias se dedicaron al contrato para la compra de mascarillas vinculado al hermano de Isabel Díaz Ayuso, archivado dos veces por Anticorrupción? ¿Se acuerdan de que la España que aplaudía y cantaba durante el primer apagón energético de su historia se movilizó en su día contra el PP por el sacrificio del perro Excálibur? Pues eso.

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