The Objective
El purgatorio

Esperanza Aguirre: «La derecha se jodió cuando el PP de Rajoy incumplió sus promesas»

La experimentada gobernante madrileña visita El purgatorio para presentar su nuevo libro: ‘Una liberal en política’

La vida le ha ido dando tardes de soledad, victorias, fiascos, ministerios, presidencias, hijos, nietos, disputas, chistes en televisión. Y sí, se retiró de la primera línea política, pero jamás ha dejado una pasión vital. Una necesidad, que ella entiende, es siempre urgente. Denunciar lo que considere, criticar lo que le apetezca, hablar en la plaza de Colón, en su rincón o desde sus columnas en THE OBJECTIVE. Esperanza Aguirre (Madrid, 1952) presenta nuevo libro: Una liberal en política.

PREGUNTA. –  Habemus papam. El cardenal Prevost, peruanoestadounidense, 69 años, papa León XIV.

RESPUESTA.- A mí me está gustando muchísimo este cardenal. El haber elegido el nombre de León por León XIII, porque los progres que tanto apoyaban a Francisco, están convencidos de que la famosa encíclica Rerum novarum, de León XIII, lo que hace es criticar al capitalismo. Y lo que critica es el socialismo y mucho más al comunismo. Además me ha gustado muchísimo que saliera bien revestido, porque en mi opinión, en la Iglesia Católica, desde que ha abandonado la música sacra y estamos con la guitarrita, lo único que ha pasado es que se han perdido asistentes a misa y por lo tanto me ha gustado mucho. Y que haya cantado ya el Regina Coeli​​, muy bien.

P.- De Francisco tenía una opinión peor.

R.- No era fan de Francisco por ser suave. No me parece que haya sido bueno para la Iglesia. Se dice que ha hecho muchos cambios, y en realidad no ha hecho ninguno. Es decir, las mujeres seguimos exactamente igual que antes. Y, en cambio, lo que ha hecho ha sido eliminar muchas cosas que, desde el punto de vista de la tradición católica, me parecían buenas para la Iglesia. Además, ha sido muy amable con los tiranos y, en cambio, muy brusco y antipático con los demócratas.

P.- Es cierto que se ha comentado muchas veces sobre Bergoglio, el papa Francisco, que nunca visitó España.

R.- Claro que no ha visitado España, fue una vergüenza que, siendo el centenario de Santa Teresa —una de las santas más importantes de toda la Iglesia Católica—, no quisiera venir. Y dicen que ha visitado otros países donde hay menos población católica, pues a Francia ha ido tres veces. Entonces, no vino a España y lo dijo claramente: que no pensaba venir hasta que los españoles no nos pusiéramos de acuerdo… o algo por el estilo. Ha dicho verdaderas barbaridades. Y luego aquello de que las mujeres éramos como conejas, cuando hablaba en el avión de regreso de Filipinas… En fin, que a mí ese Papa no me gustaba. Y este nuevo, en sus comienzos, me está gustando mucho.

P.- Esperanza Aguirre viene a presentarnos: Una liberal en política. Por qué lo que funciona es el liberalismo, con prólogo de su amiga, y presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso.

R.- Sí, he tenido la inmensa suerte de que Isabel Díaz Ayuso haya aceptado hacer el prólogo, y la verdad es que ha hecho un prólogo emocionante para mí. Porque viene a decir que mis nueve años en la Comunidad de Madrid fueron muy importantes para el desarrollo de las ideas liberales y para el crecimiento de la propia Comunidad, que cuando yo llegué no era la número uno de España, y se convirtió en eso.

P.- ¿Hay muchas diferencias entre usted y Ayuso?

R.- ¡Ayuso es guapísima! Y tiene muy pocos años… yo tengo muchos. [Ríe]

P.- Me refiero al tono, a las formas… ¿Hay diferencias políticas?

R.- Hombre, claro que hay diferencias. Todas las personas somos diferentes. Ya sabes que lo que más me molesta de la ideología de mis adversarios es esa lucha contra la desigualdad. Oiga, ¡que la desigualdad es consustancial al ser humano! Todos los seres humanos somos desiguales. Yo soy la mayor de ocho hermanos, y todos somos diferentes. La desigualdad no ha matado nunca a nadie. Lo que mata es la pobreza. Y contra lo que hay que luchar es contra la pobreza.

P.- ¿Por qué nace ahora este libro?

R.- Me pidieron que escribiera una biografía, y de hecho el primer capítulo cuenta un poco mi paso por la política, que empezó en 1983. Ya son más de 40 años en política. Aparte de eso, los otros capítulos tratan lo que yo llamo el caudillismo de Sánchez, y cómo combatirlo.

También hablo de las dos ideas fundamentales que, en mi opinión, la derecha debería defender con claridad: la libertad y España. Si supiéramos defender bien esos dos principios, estaríamos gobernando tanto como el PSOE, o al menos la mitad del tiempo que ellos llevan en el poder.

P.- En el libro llega a decir que la derecha es la única ideología y los partidos de derecha, los únicos que realmente creen en la libertad en España.

R.-No, no he dicho exactamente eso. Pero lo que sí digo es que la izquierda actual no es la misma que la izquierda española de cuando se aprobó la Constitución. Ni siquiera es comparable con los gobiernos de Felipe González. Lo que tenemos ahora es un autócrata, que se llama Pedro Sánchez.

P.- ¿Cuándo cree que empezó a joderse la izquierda en España?

R.- Todo empezó cuando Pedro Sánchez hace trampas tras bambalinas, en el Comité Federal del PSOE. Lo pillan, y en vez de expulsarlo, no pasa nada. Él deja el escaño, se va un mes a California con toda su familia —no sé quién pagó ese viaje, por cierto—, y luego vuelve. Hace campaña para ser elegido otra vez en las primarias, y lo consigue.

Se presenta a las elecciones diciendo: «Yo no podría dormir si tuviera que tener un comunista en mi gobierno. Ni yo, ni el 90% de los españoles». Y hoy gobierna con Podemos. Con Bildu. se lo decía entonces a un entrevistador, que no iba a pactar: «Se lo he dicho cinco veces, si quiere se lo repito veinte».

Pedro Sánchez no ha hecho más que mentir. Es un mentiroso compulsivo. Y no sé si sabes que su actual jefe de gabinete, para ocupar el puesto del señor que ha nombrado ministro de Digitalización: Óscar López. El actual jefe de gabinete de Sánchez es Diego Rubio, es extremeño, y tiene una tesis que se titula ‘La ética del engaño’. Entonces, con eso es con lo que actúa Pedro Sánchez.

«Tengo muchos amigos socialistas y, pese a lo que creen algunos asesores de Feijóo, ninguno de ellos va a votar jamás al PP»

P.- Por hacer el reverso, ¿cuándo se jodió la derecha?

R.- Clarísimamente fue cuando los españoles nos dieron 186 escaños en noviembre de 2011, en lugar de cumplir con nuestro programa electoral, hicimos todo lo contrario. Dijimos que íbamos a bajar los impuestos, y los subimos. Los subimos hasta tal punto que el ministro de Hacienda llegó a declarar que los subiríamos más de lo que Izquierda Unida llevaba en su programa.

Dijimos que íbamos a derogar la Ley de Memoria Histórica, y ni la tocamos. También prometimos cambiar el método de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial. El entonces ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, llevó esta propuesta a la Comisión de Justicia del Congreso, diciendo aquella frase famosa de que íbamos a acabar con «el obsceno espectáculo de que los políticos elijamos a los jueces que eventualmente nos tendrán que juzgar». Presentó el proyecto, pero se lo hicieron retirar.

¿Cuándo se jodió la derecha? Cuando decidimos no cumplir nuestro programa electoral. ¿Había paliativos? Sí, estábamos tratando de arreglar la economía. Pero, personalmente, creo que se podían haber hecho ambas cosas: cumplir el programa y gestionar la economía. Había una obsesión por evitar que vinieran a España «los hombres de negro», que supuestamente iban a recortar las pensiones. No sé si realmente iban a hacerlo, pero queríamos evitar su llegada. Finalmente, esos hombres de negro fueron primero a Grecia, pero al mismo tiempo también llegaron a Irlanda y a Portugal. Y hoy, tanto Irlanda como Portugal están mucho mejor que nosotros.

P.- ¿Leyendo el libro, me surgía la duda sobre qué porcentaje de culpa tiene Mariano Rajoy sobre el estado de la política y el gobierno actual?

R.- Bueno, es que los españoles nos dieron casi 11 millones de votos. Y perdimos cinco millones. ¿Qué pasó? Que se crearon otros partidos. Mira, Rajoy recibe de Aznar un Partido Popular en el que convivíamos cómodamente conservadores, democristianos, liberales e incluso socialdemócratas. Así se lo entrega Aznar a Rajoy.

Pero cuando Rajoy le pasa el testigo a Pablo Casado, después de la moción de censura, el partido estaba dividido en tres: estaba Vox, estaba Ciudadanos… Ciudadanos y UPYD ya se habían creado antes, sí, pero en ese momento su votante era mayoritariamente socialista. El caso es que el partido estaba fragmentado en tres. Ese fue el problema que tuvo Pablo Casado, y por eso obtuvimos un resultado tan nefasto en las elecciones de 2015.

Esperanza Aguirre en El purgatorio | Foto: Víctor Ubiña

P.- Hay un punto importante de fragmentación del PP que ocurre con un discurso de Rajoy en Elche, en el año 2008.

R.- Sí, dijo que «los liberales y los conservadores se vayan al Partido Liberal o al Partido Conservador». Yo me pregunto: ¿quién se quedaría entonces en el partido? ¿Los gestores? No lo sé. Y siguió diciendo: «Porque nosotros queremos que nuestros socios sean Merkel y Sarkozy». Y Merkel, para mí, ha sido una líder política de la derecha absolutamente nefasta. Por dos razones:

Primera, porque siendo científica, lo primero que hizo fue prohibir las centrales nucleares en Alemania, cediendo a la presión de los Verdes, que entonces tenían mucho poder. Y segunda, porque se empeñó en aceptar a todos los inmigrantes que quisieran venir. Eso fue lo que provocó que el Reino Unido saliera de la Unión Europea. James Cameron pidió que, de esos dos millones de inmigrantes que le exigían aceptar, al menos se calculara el saldo neto —los que llegaban menos los que se iban—, pero no se lo permitieron. Tenían que ser todos. Él convocó el referéndum pensando que lo iba a ganar, y lo perdió.

P.- A veces da la sensación de que el Partido Popular actúa, como si más que querer llegar al Gobierno, simplemente estuviera esperando a que le llegara.

R.- Calienta que sales. Zapatero empieza con el guerracivilismo, no tan directamente, pero comienza con el Pacto del Tinell, que prohíbe —ante notario— firmar cualquier acuerdo con el Partido Popular. Porque entonces no existía Vox; era contra el PP. Y luego hace una política económica desastrosa durante la crisis, entonces, claro, calienta que sales, y a Rajoy le fue muy bien esa política. Porque efectivamente, salimos en noviembre de 2011. Pero cómo hicimos lo contrario de lo que habíamos prometido, pues perdimos cinco millones de votos.

P.- ¿Pero tiene usted un poco esa sensación de que el PP de Feijóo está también un poco en eso?

R.- En el calienta que sales, sí. Hay muchos en el PP que están en esa actitud. Pero yo, personalmente, creo que tenemos que dar la batalla cultural. Y por eso estoy tan contenta de que Feijóo haya convocado un congreso —siete años después—, porque el último congreso ordinario fue hace muchísimo. Los congresos que hemos tenido han sido extraordinarios: tanto el que eligió a Pablo Casado después de la moción de censura, como el que eligió a Feijóo después de Casado.

P.- ¿Nota falta de ideas a la derecha?

R.- No, no. Yo creo que la derecha tiene ideas. Lo que pasa es que hay que defenderlas, hay que dar la batalla cultural. Personalmente, creo que si no damos la batalla cultural, este gobierno —que tiene tomada la inmensa mayoría de los medios de comunicación, con honrosas excepciones como este periódico— y que tiene tomadas todas las instituciones del Estado, absolutamente todas: El Tribunal Constitucional, el CIS, Radiotelevisión Española…

No sé, en el año 2027, si no hacemos algo, esta situación seguirá igual. En mi opinión, lo que hay que hacer es dar la batalla cultural, y combatir el relato falso que están queriendo imponer sobre España. Por ejemplo, sobre la libertad. Eso es lo que hay que combatir.

¿Cuál es ese relato falso? Pues, por ejemplo, el que dice que la Segunda República fue un régimen idílico donde se respetaban todos los derechos y libertades, y donde todo el mundo estaba encantado, hasta que unos generales golpistas y unos clérigos carcas dieron un golpe de Estado, hicieron una guerra civil de tres años y luego impusieron 40 años de dictadura.

«Aznar dejó el PP unido y Rajoy lo dividió en tres»

Pero eso no es así. La Segunda República no fue un régimen idílico. Desde el principio hubo quema de iglesias, luego vino la Ley de Defensa de la República, con la que se cerraron la mayoría de los medios de comunicación. No había libertad. Y eso no se explica. Y hay más: el Partido Socialista dio un golpe de Estado en 1934.

Lo dijo Indalecio Prieto, lo reconoció en sus memorias y pidió perdón por ello. Y yo, Esperanza Aguirre, que muchos me consideran una persona de la fachosfera, siendo concejal de Cultura, le di una calle muy importante en Madrid a Indalecio Prieto ¿Por qué? Porque no soy partidaria del enfrentamiento ni de la polarización, y mucho menos del enfrentamiento entre españoles. Eso es lo que quiere Sánchez. Eso es lo que busca.

Todo empieza con Zapatero, cuando le dijo a Iñaki Gabilondo: «Nos conviene la tensión», es decir, quieren enfrentarnos. Ellos son los buenos, nosotros los malos. Y ese relato de la Segunda República y la Guerra Civil, por supuesto, omite que asesinaron al jefe de la oposición. Fueron los escoltas de Indalecio Prieto quienes fueron a buscarlo a su casa y le pegaron un tiro. Y cuando Largo Caballero, en un mitin, se entera de lo que ha pasado, dice que lo único que lamenta es no haber estado él allí.

Y ese relato tiene un remate: que nosotros, los de derechas, los que no somos socialistas, nosotros somos franquistas, mientras ellos, que dieron el golpe de Estado y luego no hicieron oposición durante el franquismo porque ni siquiera existían como partido, son “los buenos”.

P.- Pero el golpe de Estado de 1936 fue a un régimen legal.

R.- No, no fue un régimen legal. ¿Cómo va a ser un régimen legal? Lo que digo es que, en el 36, el golpe de Estado —o alzamiento, o como quieras llamarlo— fue una rebelión que estalló después del asesinato del jefe de la oposición. Si el gobierno de entonces, el de Casares Quiroga, hubiera hecho algo… Pero es que dijo: «¿Que se van a levantar? Pues yo me voy a dormir» Fue tal el desastre que incluso Franco, que según todos los que han escrito sobre el tema no estaba en las conspiraciones que sí estaban tejiendo otros generales, terminó sumándose. Porque, claro, asesinaron al jefe de la oposición, y quienes lo hicieron fueron policías que eran escoltas de Prieto.

P.- ¿De qué vale una manifestación en Colón?

R.- Bueno, mira, la manifestación anterior a esta de esta semana sirvió para que retiraran al relator que iban a poner, y para demostrar que podíamos estar todos unidos. Sin embargo, la fuerza de los medios de comunicación afines a la izquierda consiguió que la llamaran «la foto de Colón», como si fuera algo vergonzoso. Cuando, en realidad, fue el único gran éxito de la primera legislatura de Sánchez: logramos que quitaran al relator. Aunque, bueno, ya lo han vuelto a poner…

P.- En esta última manifestación hubo menos gente.

R.- Bueno, ¿cómo no iba a haber menos? Yo estaba diciendo: Pero qué suerte tenemos, con el apagón —que no había pasado nunca en la vida—, y luego los trenes… Y decía: «Bueno, esto va a ser un exitazo». Y de pronto empieza a llover… y yo digo: «¡Pero qué suerte tiene Sánchez!»

Esperanza Aguirre posa en la sede de THE OBJECTIVE | Foto: Víctor Ubiña

P.- Una última sobre la oposición, ¿Feijóo es el mejor líder que tiene ahora el Partido Popular para enfrentarse a Sánchez?

R.- Sin duda. Feijóo llegó en un momento providencial, porque Pablo Casado —a quien yo había apoyado muchísimo— se decidió a enfrentarse a Isabel Díaz Ayuso, aparentemente siguiendo algunos documentos que le habían entregado desde La Moncloa. Y, sobre todo, influido por el secretario general del partido que él mismo había nombrado, que no hizo otra cosa que apartar a gente valiosa para poner a personas que le debieran todo a él.

Entonces, Isabel Díaz Ayuso, que acababa de ganar unas elecciones por mayoría absoluta, que había echado de la política a Pablo Iglesias y había tenido un comportamiento en la pandemia tan impresionante. Pues le parecía a este chico, Teo García Egea, que eso era un peligro para Pablo Casado si tenía que convocar un Congreso.

«La desigualdad no ha matado nunca, lo que mata es la pobreza»

P.- En el libro habla sobre la ley electoral y sus fallos. ¿Cree que, si Feijóo llega a La Moncloa, una de sus prioridades debería ser cambiar la ley electoral?

R.- A ver, seamos realistas. La ley electoral no se ha cambiado porque tanto al PSOE como al PP les ha parecido que les conviene mantenerla como está. Y yo, personalmente, creo que lo que ha habido es una degradación del sistema político. La inmensa mayoría de quienes están hoy en el Congreso de los Diputados, en realidad, deben su escaño al líder del partido.

Esto, más que una partitocracia —como ha escrito Alejo Vidal-Quadras—, creo que ya se ha convertido en una autocracia. Y en el PSOE lo hemos visto claramente, con los mensajes que se cruzaban entre el presidente del Gobierno y Ábalos.

P.- O sea que el poder, ahora mismo en España, está en manos de una sola persona.

R.- Sobre todo, el poder de los representantes. Y por eso, en el libro propongo lo que me parece una posible solución: hacer como en el Partido Conservador británico. Es decir, que sean los afiliados del partido quienes elijan al candidato. Luego ya se verá si le votan o no, si acertaron o no. Pero no que se ponga a dedo a uno o a una. Y, por supuesto, yo estoy en contra de las cuotas, de las listas cremallera, y de todo ese sistema de reparto artificial.

P.- Y, aparte de la ley electoral, está también, según su opinión, el problema de las listas cerradas, bloqueadas, y el propio funcionamiento interno de los partidos. Y en su análisis no hace demasiadas distinciones entre PSOE y PP. Da igual cuál, porque considera que ha habido una pérdida de democracia interna.

R.- Claramente, por eso yo propongo que sean los afiliados de un partido los que elijan a su candidato. Porque las primarias tampoco parece que hayan dado resultados demasiado buenos. Creía mucho en las primarias, pero no te creas que al final estoy muy convencida de que funcionen bien.

P.- ¿Es mejor un militante, un voto?

R.- Yo lo haría así: que los militantes elijan, por ejemplo, quién quieren que sea concejal en su distrito. O que digan: «¿Quién quiere ser el diputado del PP por Almería?» Se presentan tres o cuatro, se hace una votación, y el que gane, ese es el candidato. Luego ya lo vota —o no— toda la ciudadanía.

P.- También defiende que fue un error llamar presidente del Gobierno al líder del ejecutivo, que habría sido mejor llamarlo «primer ministro».

R.- Sí, yo lo creo. Cito un artículo de Guillermo Cortázar que defendía esa idea, y me parece que tiene toda la razón.

P.- ¿Y también fue un fallo trasladar la Presidencia del Gobierno? Que al principio estuvo en la Castellana de Madrid.

R.- Sí, en el número 3 de la Castellana estaba la Presidencia del Gobierno. Y ahora resulta que hemos montado… no sé, ¡el Kremlin!

P.- El complejo de La Moncloa.

R.- Exactamente, el complejo de La Moncloa. Pero mira, reconozco que soy muy anglófila, pero en Downing Street, por ejemplo, sigue todo igual que en el siglo XVII. ¿Por qué nosotros no podemos seguir en Castellana 3 con la Presidencia del Gobierno? ¿Por qué hay que tener todo ese despliegue?

A lo que me refiero es que al llamarse ‘presidente del Gobierno’…bueno, de hecho, cuando ocurrió la riada en Valencia, Pedro Sánchez estaba en la India, y allí le estaban recibiendo como si fuera el jefe de Estado. Y eso ocurre porque se llama ‘presidente del Gobierno’. Si se llamara primer ministro, todo el mundo entendería que hay otra figura que es el jefe de Estado.

«Cuando Óscar Puente dice que el tren en España vive su mejor momento, ¿quién sale del PP a responderle?»

P.- Y luego señala algo que quizá pasa un poco desapercibido en el debate público, cómo el centro de la política se ha desplazado del Parlamento a la Moncloa.

R.- Es que Pedro Sánchez directamente pasa del Parlamento. Ha dicho que piensa gobernar sin el Legislativo, que no lo necesita. Lo ha dicho, y lo hace. Y cuando va a las sesiones de control parlamentario, se dedica a insultar a la oposición. Porque lo único que busca Pedro Sánchez es el enfrentamiento.

Lo que admiró el mundo entero fue la Constitución del 78, cuando se sentaron en la misma mesa personas que habían estado en bandos opuestos durante la Guerra Civil —ellos mismos, no sus nietos— y se dieron la mano. Eso fue algo absolutamente admirable, a mi juicio. Pero ahora, lo único que se busca es la confrontación, la polarización, volver al discurso guerracivilista.

P.- Pero sitúa todo eso en la figura de Sánchez, en su persona, no en el PSOE como tal.

R.- Claro, no en el PSOE como institución, sino en Sánchez y su círculo, esos 600 asesores que tiene. Porque en el PSOE ya sabemos lo que ha pasado con Felipe González, Alfonso Guerra, Paco Vázquez, Lambán… Todos esos están siendo laminados por Sánchez. Él necesita colocar a muchísima gente: asesores, altos cargos, sueldazos en empresas públicas…

¿Cómo se entiende que haya puesto 500.000 euros de sueldo a esta señora de Red Eléctrica, que no ha hecho más que desastres? ¡Y el apagón! Nunca se había visto algo así. Y ahora, encima, quiere meterse también en las empresas privadas. Ha enviado a gente a París para presionar a los de Vivendi y decirles que vendan sus acciones. ¿Pero esto qué es?

P.- También hay un problema cuando se ve, por ejemplo, lo de Red Eléctrica y muchos se preguntan: «¿Qué hace una exministra socialista de vivienda como Beatriz Corredor presidiendo esa empresa?»

R.- Perdona, yo también soy exministra y jamás he estado en una empresa pública ni en el consejo de administración de ninguna.

P.- Termino, porque lo que algunos dicen es «han puesto a una del PSOE».

R.- Y también hay muchos del PP, claro.

P.- Por eso digo que, en ese aspecto, el PP también ha contribuido a crear ese camino. Y ahí el Partido Popular debería hacer un acto de contrición.

R.- Bueno, a mí no me parece mal que Beatriz Corredor esté ahí por el hecho de haber sido exministra. No creo que haya que estigmatizar a los exministros por serlo. Lo que me parece mal es que no se elija a alguien que realmente sea experto en la materia.

P.- Eso es lo que habría que revisar.

R.- Claro, puede haber un exministro del Partido Socialista, del Partido Popular o incluso alguien sin filiación política que sí sepa del tema. Pero esta señora no sabe nada de eso.

P.- Tampoco sabían muchos de los que venían del Partido Popular. O sea, el problema ha sido generalizado.

R.- Y está muy mal. Pero el problema no es de los ministros, es del presidente que nombra a personas que no tienen ni idea.

P.- A ver, si yo soy exministro de Vivienda y me dicen: «¿Quieres ser presidente de Red Eléctrica?», pues a lo mejor debería decir que no tengo muchos conocimientos en esa materia. Pero claro, si después me van a pagar medio millón al año… quizá diga que sí.

R.- Bueno, claro, todo el mundo diría que sí. Pero lo vergonzoso no es que lo aceptes, lo vergonzoso es que te lo propongan.

«Si tuviera poder, cerraría todas las televisiones públicas del país»

P.- En su libro menciona un dato: la izquierda ha gobernado el doble de tiempo que la derecha en España. Entiendo que se habrá hecho muchas preguntas al respecto, aunque no todas tengan respuesta… ¿Cree que hay un grupo de personas en España que, pase lo que pase, nunca va a votar al Partido Popular?

R.- Estoy convencida de que sí.

P.- ¿Y por qué? ¿Qué imagen proyecta el Partido Popular?

R.- Le dije a Feijóo —fui a verle expresamente— que yo creía que tenía que montar un gabinete en la sombra, como el Shadow Cabinet británico. ¿Por qué lo propuse? Porque, por ejemplo, Óscar Puente no puede salir diciendo que estamos en el mejor momento del ferrocarril en toda la historia, y que no hay nadie del PP que le responda

¿Tú sabes quién es el portavoz de Transportes del PP? Porque yo no lo sé. ¿Sabes quién es el portavoz de Justicia del PP? Yo tampoco. ¿Sabes lo que te digo? Esto hay que arreglarlo. Feijóo me contó que sus asesores le decían que era muy importante intentar captar 600.000 votantes del PSOE. Pero yo tengo muchos amigos socialistas, y ninguno de ellos va a votar jamás al PP.

P.- Siempre se suele dar este fenómeno en el Partido Popular, que es: «Vamos a intentar convencer a los socialistas que están descontentos con este PSOE».

R.- Pero, ¿Por qué no convencemos a los que nos votaban? Si hemos tenido 11 millones de votos.

P.- Y nunca pasa al contrario, no se dice: «el PSOE está intentando convencer a los votantes de centroderecha disgustados con el PP».

R.- Pues por eso. Entonces, hemos conseguido un resultado: la mitad de tiempo en el poder que ellos, y teniendo en cuenta lo que tenemos nosotros, creo que hay dos temas que deberíamos defender y que tendrían que ilusionar a todo el mundo: España.

Porque, claro, no se trata solo de esta etapa del relato en la que quieren hacernos culpables de todo: que somos franquistas, que ellos son los buenos y nosotros los malos. No. Hay que defender lo que ha sido nuestra historia.

Lo dije el otro día en el mitin de la Plaza de Colón: España libró a Europa de la invasión musulmana. Pero a Pedro Sánchez no le gusta el cristianismo, le gusta más bien el islam, así que no lo defiende.

Y España llevó la civilización occidental a América. Pero como tampoco le gusta la civilización occidental, pues ahí estamos. Eso es lo que tenemos que hacer: defender lo que ha hecho España en América, que ha sido algo importantísimo en la historia.

«Me gusta mucho Javier Milei, aunque yo sí creo en el Estado»

P.- Una duda, ¿es más de Milei o de Trump?

R.- De Javier Milei. A mí Trump me gusta por muchas cosas que propuso en su campaña electoral y que ha cumplido: el fracking, el reconocimiento de que solo hay dos sexos, salirse de la Organización Mundial de la Salud… muchas cosas.

Pero también hay cosas que no me gustan, por ejemplo, los aranceles. Estoy radicalmente en contra de los aranceles, aunque entiendo su argumento. Él dice: «Yo pongo aranceles, pero en Europa le aplican el IVA del 21% a nuestros productos y les ponen muchísimos obstáculos». Y tiene razón en eso. Pero, aun así, yo estoy en contra. Para mí, el arancel es un impuesto que va en contra del comercio internacional, y eso está muy mal. En cambio, Milei me gusta muchísimo.

P.- Un liberal libertario.

R.- ¡Liberal, libertario… viva la libertad, carajo! Aunque es cierto que yo discrepo de Milei y de su maestro, Jesús Huerta de Soto —que es muy amigo mío— en que ellos no creen en el Estado. Yo sí creo en el Estado, pero en uno que se dedique a lo que realmente tiene que hacer.

Lo que no debe pasar es que el Estado haga cosas que no le corresponden y que la empresa privada hace mucho mejor. A ellos, idealmente, les gustaría que no hubiera Estado, seguramente más al maestro de Milei, Huerta de Soto, no creo que Milei piense exactamente eso.

No podemos seguir como vamos. No sé si te das cuenta, pero a una persona con un sueldo de entre 30.000 y 50.000 euros al año, le quitan más o menos un 40% o más en IRPF. Y eso sin contar los impuestos al echar gasolina —que son altísimos—, los que pagas en la luz, el gas, el IBI de tu casa… y ahora quieren poner también la tasa de basuras. Milei dice que un 100% de impuestos es esclavitud. Y tiene toda la razón. Estamos a punto de llegar ahí.

P.- ¿Cuál es el organismo que usted eliminaría si tuviera el poder de suprimir uno?

R.- Las televisiones públicas, para empezar. Todas.

P.- ¿Esto lo dijo también alguien en la Comunidad de Madrid? No lo hizo.

R.- Sí, lo dije. Pero hice un ERE importantísimo, porque en Telemadrid había más empleados que en Antena 3 y Telecinco juntos. Pero luego a los del ERE los volvieron a contratar.

A ver, desde mi punto de vista —y hablo también desde mi experiencia como funcionaria en el Ministerio de Cultura— me tocó gestionar la subasta de los medios que eran del Movimiento. Porque el Movimiento Nacional tenía un periódico en cada provincia. Entonces, ¿por qué tenemos que tener ahora televisiones públicas? No hay ninguna razón.

Pero, además de eso, hay muchísimas otras cosas que yo eliminaría inmediatamente. Todo aquello en lo que no es imprescindible la presencia del Estado.

P.- ¿Cuántos ministerios dejaría?

R.- Pues mira, yo fui ministra y en aquel momento éramos doce ministerios. Ahora son veintitrés. Y resulta que el ministerio que yo dirigía, que era Educación y Cultura, ahora está dividido en cinco: Educación, Universidades, Cultura, Deporte y Ciencia. Sola y encima con todas las competencias, porque en ese entonces no estaban transferidas como ahora.

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