The Objective
El zapador

Claro que eran prostíbulos

Las saunas gays no solo eran «espacios de desarrollo de la libertad sexual» como afirman algunos

Claro que eran prostíbulos

Sauna Adán.

La SER, con Àngels Barceló, habló de «el origen del bulo de los supuestos prostíbulos del suegro de Sánchez que el PP trata de explotar», afirmando que la Audiencia Nacional calificó las saunas del suegro de Sánchez como una «actividad privada lícita». «¿Pero alguien ha dicho que eran negocios ilegales? ¿Por qué esa manía de tomar al personal por imbécil?», comentaba cabreado mi amigo Rubén Arranz. Pues sí, efectivamente, nos toman por imbéciles. El otro día vi a doña Afra Blanco en La Sexta afirmando que las declaraciones de Feijóo son homófobas y que las saunas del suegro de Pedro Sánchez no eran prostíbulos. Que todo es un bulo. Luego tuvo que intervenir Esteban Urreiztieta, quien, con mucha paciencia, le explicó con detalle todo lo que la sectaria Afra Blanco se niega a aceptar. A ver si Javier Negre «va a estar confundiendo el que en un sitio haya prostitución con que haya un burdel», decía Patricia González, historiadora woke, para, a continuación, soltar un hilo interminable sobre burdeles romanos. Otra cosa no, pero si de algo sabe Javier Negre es de las saunas de la familia Gómez. Él mismo estuvo en Sauna Adán antes de que cerrara en 2020. También ha entrevistado a exempleados que trabajaron en las saunas y prostíbulos de la familia política de Pedro Sánchez. 

Y por, eso, voy a tratar de desmontar en unas pocas líneas el nuevo relato que nos tratan de imponer los altavoces mediáticos del poder: en España, no existe una licencia específica para «burdel» o prostíbulo como tal. Esto significa que la prostitución no está expresamente prohibida, no es «ilegal», pero tampoco se reconoce como una actividad económica legítima con una licencia específica. Casi todo lo relacionado con la prostitución es «alegal». Los locales de alterne o prostíbulos suelen operar bajo licencias de otras actividades, como hoteles, hostales, bares, discotecas, salas de masajes o salas de fiestas, para camuflar su actividad principal. También de gimnasios (es el caso de Vive Madrid). Y, por supuesto, también operan como saunas. 

En las saunas de la familia política de Pedro Sánchez se ejercía la prostitución, tanto masculina como femenina. Sauna Adán era una sauna gay ubicada en un bajo de la calle San Bernardo. Las saunas gays no solo eran «espacios de desarrollo de la libertad sexual», como afirman algunos. Eran negocios muy lucrativos para sus dueños. Y eran tan lucrativos porque eran prostíbulos «encubiertos». Aunque no tan encubiertos, porque la comunidad gay de Madrid sabía perfectamente lo que sucedía en esos locales. En Sauna Adán había cabinas para encuentros, sí; pero además se generaban ingresos mediante actividades sexuales. Testimonios de exempleados aseguran que inicialmente no eran saunas gays, sino locales donde se ejercía la prostitución femenina. Se pagaba en efectivo por servicios con trabajadoras y, más tarde, trabajadores sexuales (muchos de ellos latinos) operando en cabinas privadas y cuartos oscuros. Reseñas de clientes también describen encuentros sexuales a cambio de dinero, con precios específicos por servicios. El escritor Bob Pop, estrella mediática del sanchismo, reconoció en su libro Mansos (2010) haber sido cliente de Sauna Adán.

Bob Pop no escatima en detalles al describir la experiencia: «Sauna Adán: donde los chaperos te follan por cuarenta euros». Un exempleado de la sauna denunció que incluso había menores de edad: «Era un reclamo». En el mismo edificio donde se encontraba Sauna Adán, había un ático en la sexta planta. Ese ático funcionaba como un «picadero» donde los clientes de Sauna Adán podían realizar encuentros sexuales como extensión de las actividades de la sauna. En un audio de Villarejo publicado por THE OBJECTIVE, se afirma que Begoña Gómez habría realizado tareas contables para esos negocios. Otros medios apuntan que Begoña Gómez, cuando ya era pareja de Pedro Sánchez, era la encargada de pagar en sobres: «Begoña iba por las saunas a hacer caja y de la recaudación que se había hecho la noche anterior dejaba preparado para, al día siguiente, pagar a las chicas en un sobre». Por lo general, el servicio sexual de un brasileño fornido costaba 40 euros, aunque podía llegar a 150 euros por encuentro, dependiendo del servicio. Esos servicios se gestionaban en Sauna Adán. 

Bien, hasta aquí, Sauna Adán, pero es que la familia política de Pedro Sánchez tenía más saunas (Sauna Azul, Sauna Princesa o Sauna Mayka) y varios prostíbulos (Castellana 180 o Kilómetro 80). Los prostíbulos eran los típicos prostíbulos de toda la vida. El clásico tugurio de mala muerte con barra, luces, prostitutas y habitaciones que se alquilaban para encuentros sexuales. En Castellana 180 había cuatro habitaciones. Antes de los encuentros, había que pagar la habitación en la «recepción» del local. El dinero de los servicios lo repartían después los encargados a las prostitutas en sobres. Testimonios, como el de una encargada conocida como Madame Lili Cristal, indican que Castellana 180 generaba ingresos significativos (hasta 140.000 euros diarios) a través de la prostitución. Madame Lili Cristal ha declarado que no tenía ni contrato ni seguro. Las tarifas por servicios sexuales empezaban en 120-150 euros por media hora, aunque varios clientes protestaban porque el local inflaba la factura con copas a 30-50 euros. Y es que, en un prostíbulo, cuando un cliente invita a una prostituta a una copa, la copa de ella siempre es más cara que la del cliente. A menudo, el doble o el triple que una copa normal. Esto se debe a que la prostituta cobra una comisión del 50% del importe de la copa. Esto decía una noticia de El Mundo sobre Castellana 180: «Las chicas salían drogadas y medio desnudas. Había peleas, malos olores, gente tirada en la puerta… Incluso un día vino una señora en un Bentley a sacar a su marido, que llevaba horas encerrado y no podía ni andar». 

En el prostíbulo Kilómetro 80 (Segovia) se desarticuló una banda dedicada a la explotación sexual de mujeres extranjeras. En 2016, una mujer rumana denunció que fue secuestrada en el interior del prostíbulo. Fue liberada por la Brigada Central contra la Trata de la Policía Nacional. El caso llegó hasta el Tribunal Supremo. La víctima relató que fue obligada a prostituirse bajo amenazas de muerte. El tío de Begoña Gómez (socio del padre de Begoña) también fue sancionado por explotar laboralmente a 11 prostitutas extranjeras sin contrato ni papeles. La Inspección de Trabajo calificó su situación como explotación encubierta y multó con más de 66.000 euros a la empresa familiar de los prostíbulos. Las mujeres vivían en el local y trabajaban diez horas diarias sin cobertura legal alguna. 

Así que, siento decepcionar a la progrez. Debe de ser muy duro ser feminista y progresista y al mismo tiempo tener que justificar a un gobierno surgido alrededor del abominable negocio de la prostitución y la explotación sexual de personas migrantes vulnerables, pero ya se sabe: el dinero es el dinero. Y el dinero manda. La cruda realidad es que la familia política de Pedro Sánchez sí se dedicaba al negocio de la prostitución. Lo que regentaba la familia Gómez sí eran prostíbulos. Y del dinero de todos los coitos generados en esos locales, la familia política de Pedro Sánchez se enriqueció. Y sí, Pedro Sánchez hizo uso de esa fortuna a título lucrativo, como bien afirmó Alberto Núñez Feijóo. 

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