Rato pide "perdón a la sociedad" al entrar en la cárcel por las 'tarjetas black'
El exvicepresidente y exministro del Gobierno del PP Rodrigo Rato ha apurado hasta el último día para ingresar en prisión y cumplir con su condena a cuatro años y medio de cárcel por las ‘tarjetas black’ de Caja Madrid y Bankia
«Pido perdón a la sociedad y las personas que se hayan podido sentir decepcionadas o afectadas», ha dicho el exvicepresidente y exministro del Gobierno del PP Rodrigo Rato a los periodistas que le esperaban a las puertas de la cárcel de Soto del Real, donde ha ingresado poco antes de las 13.00 horas para cumplir una condena a cuatro años y medio de cárcel por el caso de las ‘tarjetas black’ de Caja Madrid y Bankia, después de que la Audiencia Nacional denegase su libertad a la espera de que se resuelva su amparo.
Rato, que ha agradecido el apoyo de sus amigos y familiares, ha indicado que «asumo mis obligaciones con la sociedad». El ex dirigente del PP y exalto cargo del Fondo Monetaria Internacional tenía hasta hoy para personarse de forma voluntaria en el centro penitenciario que eligiera que, al final ha sido la prisión madrileña de Soto del Real, tal como confirmó en la víspera la sala, que se mostró en contra de suspender el ingreso al entender que el órgano competente para hacerlo sería el Tribunal Constitucional.
A él recurrirá Rato antes de finales de noviembre para pedir que se revoque la sentencia, dictada en firme hace tres semanas, al considerar que en ella los magistrados vulneraron sus derechos fundamentales.
Según el veredicto del Tribunal Supremo, que avaló el criterio de la primera instancia, el que fuera director gerente del FMI «mantuvo y amplió un sistema pervertido desde su origen», permitiendo a los titulares de las tarjetas utilizarlas en su beneficio sin necesidad de justificar los gastos, lo cual en aquella época «estaba fuera de la ley».
De este modo, los condenados por apropiación indebida, incluidos los otros 14 sobre los que pesan penas de cárcel superiores a los dos años, actuaron como si fueran «dueños del dinero», invirtiendo los importes que consideraron oportunos en desembolsos que ellos mismos decidieron.
En su escrito contra la ejecutoria, la defensa de Rato alegaba la falta de riesgo de fuga y descartaba la posible desprotección de las víctimas al ser supuestos «inexistentes» en este caso «como acredita» su actitud procesal y la reparación del daño, «realizada y garantizada» al haber devuelto los 99.000 euros de los que dispuso.