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La funcionaria a la que Compromís culpa de la estafa a la EMT de Valencia: «Vivo un tormento»

Celia Zafra defiende su inocencia. El Tribunal de Cuentas la condenó a devolver 4,3 millones de euros que acabaron en Hong Kong y tiene embargados sus bienes

La funcionaria a la que Compromís culpa de la estafa a la EMT de Valencia: «Vivo un tormento»

Celia Zafra, ex empleada pública de la EMT de Valencia | Carmen Suárez

Pasó 38 años como empleada pública en la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Valencia y ahora vive lo que define como «la tormenta perfecta». Contaba con una hoja de servicios intachable. Hasta que en septiembre de 2019, según su versión, fue víctima del conocido como ‘fraude del CEO’. Una estafa por la que cuatro millones de euros de la EMT valenciana acabaron en cuentas bancarias de Hong Kong. Y por la que Celia Zafra, después de ser despedida de forma fulminante, ha sido condenada por el Tribunal de Cuentas por negligencia (pero no dolo) a reintegrar esa cantidad a la empresa pública, como única responsable contable en un asunto que en su momento puso en tela de juicio el futuro del gobierno de PSOE y Compromís en el Ayuntamiento de Valencia.

«Cuando me dijeron que todo había sido una estafa, me derrumbé. Como si me hubiesen caído encima las torres gemelas.Igual que cuando te dicen que se ha muerto alguien cercano, no me lo creía», señala Zafra en entrevista con THE OBJECTIVE. Es la primera vez que habla con un medio de comunicación desde que el Tribunal de Cuentas la condenó en junio a devolver a la EMT los cuatro millones de euros, más intereses, que desaparecieron en la estafa. La sentencia determina que «actuó de forma gravemente negligente», que no procedió con «la diligencia mínima exigible» y que «asumió y ejerció, con plena conciencia, funciones que correspondían a otros cargos directivos de la sociedad».

Sin embargo, Celia Zafra defiende su inocencia. Asegura que en sus casi cuatro décadas como empleada pública nunca recibió formación de algún tipo para saber cómo actuar frente a estafas cibernéticas como la que sufrió, y por la que está siendo investigada, además, por un juzgado de instrucción de Valencia. «A mí todo esto de la ‘estafa del CEO’ y el ‘phising’ me sonaba a chino. Nunca nos dieron formación», insiste. Y esto, a pesar de que en el departamento de administración de la empresa pública, según Celia Zafra, se tramitan por banca electrónica unas 5.000 facturas y nóminas al año por importe de unos cinco millones de euros mensuales. «No sabía cómo actuar. Me engañó un estafador profesional. Cuando pasó todo, era verano y estoy segura de que sabían que mis dos jefes -únicos autorizados para hacer pagos con la banca electrónica- estaban de vacaciones y de baja por maternidad», asevera Zafra.

Celia Zafra, ex empleada de la EMT de Valencia. Foto: Carmen Suárez.
Celia Zafra, ex empleada de la EMT de Valencia. Foto: Carmen Suárez.

La tormenta perfecta

La denuncia ante el Tribunal de Cuentas la interpusieron el PP y Ciudadanos en busca de aumentar la presión sobre Giuseppe Grezzi, concejal de Transportes de Compromís en el Ayuntamiento de Valencia y presidente de la EMT. La empresa pública no se adhirió a la denuncia, pero dejó a Celia Zafra sola, en medio de «la tormenta perfecta». Cuando el Tribunal de Cuentas dictó sentencia, el propio Grezzi anunció a bombo y platillo la resolución judicial y aseguró que por fin la EMT recibiría el dinero defraudado. Sonriente, posó con la sentencia ante los medios y dijo que el fallo acreditaba que «la EMT sí tenía todos los protocolos de control en vigor, pero que esa persona se los saltó». Asunto zanjado para un concejal de Compromís cuya renuncia por este asunto podría haber dejado en minoría al gobierno municipal que preside el alcalde Joan Ribó con al apoyo del PSPV y València en Comú.

Giuseppe Grezzie, concejal de Transportes y presidente de la EMT de Valencia.
Giuseppe Grezzie, concejal de Transportes y presidente de la EMT de Valencia.

Ahora Celia Zafra tiene todos sus bienes embargados y asegura que no puede hacer frente a la devolución de los cuatro millones de euros. «Estoy en manos de la providencia», afirma. Un Juzgado de Instrucción de Valencia tiene abierta una investigación penal en la que, transcurridos tres años, no ha aparecido indicio alguno que acredite que Celia Zafra se haya lucrado con la estafa de la que ella se describe exclusivamente como víctima. El ‘fraude del CEO‘, ingeniería social al servicio de ladrones de guante blanco del siglo XXI que, según el FBI, provoca pérdidas por importe de unos 2.300 millones de dólares anuales a empresas de todo el mundo.

Una estafa que, según Interpol, tiene por objetivo engañar a un empleado que tiene acceso a los recursos económicos de una compañía para que pague una factura falsa mediante transferencia bancaria. Los cuatro millones de euros que la EMT transfirió a Hong Kong se dispersaron por medio mundo en un santiamén y aún no han sido encontrados. El golpe se llevó a cabo a través del engaño que hizo que Celia enviase a los estafadores, sin saberlo, documentación con las firmas del gerente y de la jefa de la oficina de gestión y tesorería de la EMT. Signaturas que los defraudadores utilizaron para llevar a cabo el golpe sin que sus dos superiores ni el banco se dieran cuenta.

Y esto a pesar de que, según acreditaron peritos de CaixaBank en el procedimiento judicial, en los días en los que se produjo la estafa el gerente y la responsable de finanzas y tesorería de la EMT accedieron en al menos dos decenas ocasiones a la banca electrónica de la empresa pública. Recientemente, en un artículo publicado en una revista de Bankia, el delegado de esa entidad a cargo de gestionar las cuentas de la empresa pública dijo que gracias a él se paró la estafa. «Yo dije en mi declaración que vaya lealtad con el cliente, detectan la estafa y no nos lo dicen», indica Zafra.

Mensajes con su superior

Asimismo, asegura que ha aportado a la causa pruebas de que intercambió mensajes con la exjefa de la oficina de gestión y tesorería de la EMT, que se encontraba de baja por maternidad, en los que daba cuenta de que algo estaba ocurriendo. «Le envié un WhatsApp justo después de la primera transferencia. El gestor de CaixaBank me llamó diciendo que ella tenía que pasar por una oficina porque su firma actual no correspondía con la de los documentos que yo le había enviado. Ella me contestó diciendo: ‘Ok, gracias’», señala Zafra. «Si ella me hubiese respondido de otra manera o prestado atención, esto se hubiese parado en la primera transferencia y el fraude hubiera sido de 300.000 euros», añade.

Aunque no firmó ningún documento, a Celia Zafra se le investiga como única responsable de las cuatro transferencias bancarias realizadas desde la EMT a los estafadores en Hongkong, entre el 3 y el 20 de septiembre, sin que ninguno de sus superiores ni los empleados de los dos bancos donde la EMT tienes sus cuentas dieran la voz de alarma. Se considera un «chivo expiatorio» y recuerda que la sentencia del Tribunal de Cuentas, que ha recurrido, acredita que no hubo dolo en su actuación. «En los informes de auditoría de los años previos a la estafa ya se venía alertando de que la seguridad informática de la empresa para hacer frente a ciberataques y estafas era ‘deficiente’», añade.

Celia Zafra, ex empleada de la EMT de Valencia. Foto: Carmen Suárez.
Celia Zafra, ex empleada de la EMT de Valencia. Foto: Carmen Suárez.

Así fue la estafa

«Acababa de volver de vacaciones. Mis dos superiores que cuentan con firma electrónica para hacer pagos en la banca online estaban de baja por maternidad y de vacaciones. Me llamó una persona haciéndose pasar por abogado de Deloitte, y yo sabía que nosotros trabajábamos con ellos desde hacía años. Busqué por Internet el nombre que me dijo el presunto abogado, y efectivamente figuraba en la web de Deloitte Fiscal», recuerda. «Me dijo que se iba a llevar a cabo una operación estrictamente confidencial para una compra de nueve millones de euros en China y que nadie podía saberlo hasta que el concejal de Transportes y director de la EMT, Giussepe Grezzi, lo hiciese público en rueda de prensa a finales de mes», añade.

Minutos después recibió un correo electrónico en el que se adjuntaba un acuerdo de confidencialidad que debía firmar. «Llevaba logotipos y hasta la firma digital del registro. El mail lo enviaban desde una cuenta con extensión corporativa de la consultora y en copia adjunta se incluía otra dirección de correo que era igual al e-mail corporativo de Grezzi. Firmé y después les envié los documentos que me solicitaban. Me hicieron tanto hincapié en que el asunto era confidencial que no se lo conté ni a mi familia hasta que 20 días después el gerente me dijo que había sido víctima del ‘engaño del CEO’», relata.

Sin saberlo, según afirma, proporcionó a los estafadores documentos con las firmas de sus superiores jerárquicos, los únicos autorizados a los pagos, así como copias escaneadas de sus documentos nacionales de identidad, sin conocimiento y consentimiento de aquéllos. «No me pareció extraño porque ya un año antes se había realizado una operación similar en lo confidencial, y desde hacía tiempo había oído que se estaba negociando la compra de autobuses chinos. Pero sí es cierto que después de la tercera transferencia, y ante la insistencia del estafador en la confidencialidad, le dije que no me sentía cómoda trabajando así. A lo que ese señor me respondió que, si quería, me ponía inmediatamente al teléfono con el señor Grezzi», añade Zafra.

Afirma que cuando se efectuó la cuarta de las ocho transferencias que los estafadores querían forzar, el gestor de una de las entidades bancarias le mandó un mail -también aportado a la causa- en el que le dijo: «Los de la oficina me están poniendo pegas. No he dormido en toda la noche. Vamos a hacerlo bien». Cuando el gerente de la EMT regresó de vacaciones, y se estaba a punto de proceder a la quinta transferencia, se descubrió la estafa. Unos días después fue despedida de forma fulminante. Desde entonces, Celia Zafra dice vivir un tormento.

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