Kiko 'El Cabra' niega que pilotase la narcolancha de Barbate: «Vi los porrazos a los hijos de puta»
El Cabra aseguró ante la juez que él no pilotaba la narcolancha que embistió a los guardias civiles
Francisco Javier Martín Pérez, alias Kiko El Cabra, está imputado por conducir la narcolancha que el pasado 9 de febrero se cobró la vida de dos guardias civiles en el puerto de Barbate (Cádiz). THE OBJECTIVE ha tenido acceso en exclusiva a la declaración ante la juez del principal investigado. Sin embargo, El Cabra –que puede mentir ante la instructora al no ser interrogado en calidad de testigo– aseguró que él no pilotaba la lancha que embistió hasta en cuatro ocasiones a la zódiac en la que iban los agentes del Instituto Armado. Y añadió: «Aunque yo no fui, vi los porrazos a los hijos de puta».
El Cabra, de 46 años de edad y con 31 siendo piloto de narcolanchas, fue interrogado el pasado 12 de febrero. Se mostró tranquilo ante la magistrada y, en un primer momento, quiso contestar a todas las partes. Sin embargo, su abogado le ordenó a que sólo contestara a la juez y a su propio letrado. Y así lo hizo.
El investigado explicó que se montó en la narcolancha en el puerto de Bonanza, situado en Sanlúcar de Barrameda, en torno a las 15 horas del 8 de febrero. Lo haría acompañado de su amigo José Israel Árbol Ballestero y de Mustafá Chrayah. La magistrada incide en la relación que mantenía con estos dos. «El primer es mi amigo desde chiquitito» y el segundo «es un conocido». Aunque Mustafá es quien conoce al dueño de la lancha de cinco toneladas aproximadamente, 12 metros de eslora y cuatro motores que se enfrentó a la zódiac de los agentes que apenas pesaba 500 kilos y un sólo motor. Según las mismas declaraciones, el propietario es un marroquí llamado Karim.
El presunto piloto de la narcolancha, Kiko El Cabra, explica que debido al temporal y a las fuertes rachas de viento se refugiaron en el recinto portuario de Barbate. Allí, Mustafá llamó a Karim para comunicarle que se había estropeado un motor y este último, según la versión del investigado, envió a tres técnicos: Jairo Pérez González, Antonio González Cazorla, alias El Chispa, y David Gabarrón Navarro. Todos ellos con un largo historial delictivo.
Embestida a los guardias civiles
Los técnicos se desplazaron hasta el puerto de Barbate durante la medianoche del viernes. Justo cuando ocurrió el enfrentamiento de los narcos contra los guardias civiles que se saldó con la muerte de dos guardias civiles y varios agentes heridos. Uno de los agentes fallecidos pertenecía a un equipo del Grupo de Acción Rápida (GAR), mientras que el otro era del Grupo de Especialistas de Actividades Subacuáticas (GEAS).
En redes sociales se difundieron rápidamente vídeos de varios minutos de duración con personas desde el muelle vitoreando a los narcotraficantes para que hundieran las lanchas de la Guardia Civil.
Sin embargo, el principal responsable del macabro suceso asegura ante la juez que él no pilotaba esa narcolancha, aunque lo vio. «Lo vi, lo tenemos en el teléfono grabado. Lo grabó uno de los tres técnicos que me dice: ‘Kiko, no veas el porrazo que le han dado a estos hijos de p…’ y nos fuimos».
Aguerridos y valientes
Los compañeros de los guardias civiles asesinados sienten un profundo dolor porque los lazos de amistad en la lucha contra el narcotráfico son muy fuertes: «Miguel Ángel era amigo de la infancia, fue cabo primero de infantería de marina, muy trabajador. Su sueño era ser guardia civil. Le instruyeron en buceo y era tan bueno que lo cogieron del tirón en el GEAS. Estaba donde quería estar, era feliz», recuerda su amigo sobre el agente fallecido. «Nos dejamos la piel en esto y cada vez somos más vulnerables. La batalla contra esta lacra es desigual porque no tenemos medios», insistió a este periódico.
«Ellos —Miguel Ángel y David— nunca decían que no, eran aguerridos y valientes. Solo tenían una lancha de mierda y no estaban especializados en la lucha contra el narcotráfico, pero cuando les dan una orden, aunque les lleve a la muerte, van». El Instituto Armado decidió enviar a estos agentes porque no contaba con los medios adecuados. Todas las embarcaciones del Servicio Marítimo estaban averiadas o fuera de servicio.