Acepta siete años de cárcel por cortar el pene a su jefe en San Andrés de la Barca (Barcelona)
También se compromete a indemnizarlo con 250.000 euros por las secuelas generadas
La mujer acusada de cortarle el pene a su pareja desde hacía unos tres años, que también era su jefe, en un bar de Sant Andreu de la Barca (Barcelona) ha reconocido que lo hizo y ha aceptado una condena de siete años de prisión por un delito de lesiones agravadas.
El juicio de este martes en la Audiencia de Barcelona se ha hecho tras un acuerdo de acusaciones y defensas por estos siete años de cárcel (le quedarán cinco, porque ya pasó dos en prisión provisional) además de una indemnización de 250.000 euros a la víctima por las secuelas físicas, sin haberse hecho una reconstrucción todavía, y psicológicas. Con ayuda de una intérprete de bengalí, la mujer ha contado al tribunal que tenían una relación desde hacía «años», y además ella trabajaba en uno de los dos bares que el hombre tenía en el municipio.
Para zanjar el acuerdo entre acusaciones y defensa la mujer tenía que reconocer el delito ante el tribunal, pero en un primer momento lo ha negado; entonces, la magistrada ha acordado una pausa para que su abogado pudiera hablar con ella y al volver ha admitido la agresión. El 31 de mayo de 2021, el hombre fue al bar donde ella trabajaba para ayudarla a cerrar, y fingiendo que iba a hacerle una felación le cortó el pene con un cuchillo de cocina.
No le dejaba irse
Por su parte, él ha declarado que la mujer insistió en que tuvieran sexo, ya que al principio él le dijo que no quería porque estaba cansado: «Me puso en el sofá, me cerró los ojos con un trapo porque decía que tenía vergüenza. Ella había traído un cuchillo y estaba guardado en algún sitio que yo no veía».
Ha contado que en un primer momento la mujer no la dejaba salir del local y para dejar constancia volvió a encender las cámaras de seguridad que había apagado para evitar grabar el sexo, y cuando logró irse intentó llegar al hospital y cuando no pudo caminar más llamó a emergencias. A pesar del acuerdo y de la confesión, la acusada ha utilizado el último turno de palabra en el juicio para pedir a los jueces que le dejen hacer «una vida normal y corriente», sin volver a prisión, con la promesa de respetar la ley y pedir perdón a la víctima.