Un amigo de Koldo en Correos organizó la cita entre Leire Díez y el guardia civil imputado
La exmilitante socialista se habría reunido con Villalba para ofrecerle su rehabilitación a cambio de «información sensible»

Leire Díez, Koldo García y el comandante de la Guardia Civil investigado Rubén Villalba. | Ilustración de Alejandra Svriz
Su nombre es Francisco Ortega, trabajó para Correos y es el hombre que organizó los encuentros entre Leire Díez y Rubén Villalba, el comandante de la Guardia Civil imputado en el caso Koldo. Según el diario El Mundo, en esas citas la exmilitante socialista le habría ofrecido su rehabilitación en el Cuerpo a cambio de «información sensible». Fuentes de la investigación revelan a THE OBJECTIVE que Ortega es amigo íntimo de Koldo García desde su etapa en Pamplona, donde estrecharon lazos porque ambos eran colaboradores de la Benemérita. Allí también entablaron relación con Villalba. Los tres fraguaron una estrecha amistad, ya que pasaban largas horas reunidos en la Comandancia de la Guardia Civil de la capital navarra.
Koldo García aprovechó su posición para colocar a Ortega en Correos en diciembre de 2021. Habían pasado cinco meses desde su salida del Ministerio de Transportes, pero todavía tenía influencia para colocar a familiares y amigos en la Administración, como evidenció el enchufe que él mismo gestionó para la actual pareja de José Luis Ábalos en la empresa Logirail en agosto del año siguiente (2022). Ortega se incorporó en diciembre del 2021 al área de Seguridad de la empresa pública, donde trabajó a las órdenes del responsable del departamento, el teniente coronel retirado Arturo Crespo. Fuentes internas del servicio postal desvelan que el amigo del asesor del exministro permaneció en el ente al menos tres años, hasta 2024, periodo en el que coincidió con Leire Díez.
La exmilitante socialista, periodista de formación, fichó por Correos como jefa de Relaciones Institucionales en noviembre de 2021, pero tres meses más tarde fue ascendida a directora de Relaciones Institucionales, Filatelia, Estudios y Futuro, un cargo directivo de nueva creación que abandonó tras la llegada de Pedro Saura. Las fuentes consultadas explican que Ortega era socio y amigo personal del empresario cántabro Jacobo Pombo, a su vez amigo de Víctor Ábalos y de su padre, el exministro de Transportes. Además, se trata de una persona de especial trascendencia, no solo por pertenecer al círculo más estrecho de Koldo García, sino también del propio Ábalos.
Koldo y Villalba
Fuentes socialistas explican que el ex secretario de Organización del PSOE solicitó la reincorporación de Ortega en Correos y el archivo de un expediente sancionador al policía Rubén Eladio, ex alto cargo de Transportes. Se trataban de exigencias al Gobierno a cambio de no revelar información sensible. Según la información publicada por El País el pasado mayo, el entorno de Ábalos lanzó un supuesto chantaje al Ejecutivo con tres condiciones, entre las que también se encontraba el pago de su abogado a cambio de no filtrar grabaciones comprometedoras entre Pedro Sánchez y Santos Cerdán.
Un audio publicado por El Confidencial y este diario desveló que Díez se reunió en febrero con un empresario investigado en la Audiencia Nacional para pedirle información comprometedora del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Balas, jefe del departamento de delincuencia de la Unidad Central Operativa (UCO) y, por tanto, encargado de las pesquisas sobre la esposa y el hermano de Sánchez, del fiscal general del Estado y del caso Koldo, el procedimiento en el que está inmerso Villalba.
Díez se reunió con el comandante imputado al menos en dos ocasiones para pedirle información sensible de los «elementos subversivos» en la Guardia Civil a cambio de protección judicial y gestionar su rehabilitación en el Cuerpo. Como avanzó El Mundo, el primer encuentro se produjo el pasado 10 de marzo en un restaurante de Leganés (Madrid) y duró más de tres horas, según indican las notas de la reunión que redactó el propio Villalba. La segunda cita se produjo a finales de ese mes y se desarrolló en los mismos términos.
Los investigadores sostienen que el comandante de la Guardia Civil investigado entregaba teléfonos opacos a los miembros de la trama Koldo para que pudieran hablar con seguridad. Los trabajos le habrían reportado más de 88.000 euros. Villalba era una de las personas que se encontraba en el aeropuerto de Barajas la madrugada del 20 de enero de 2020, en la que aterrizó la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez. El mando incluso supo de antemano que sería enviado como agregado de Interior a la Embajada de España en Venezuela.
Reuniones sin teléfonos
La denominada fontanera del PSOE le planteó (según la versión de Villalba) que si le facilitaba información sensible sobre altos mandos de la UCO le garantizaría «un puesto próximo a la Dirección General como asesor». A cambio, le apremió a prestar una declaración voluntaria que incriminara a los máximos responsables de la unidad de la Guardia Civil cuyas investigaciones cercan al Gobierno. Díez, investigada por un juzgado madrileño por un delito de tráfico de influencias, habría aludido constantemente a que el asunto «le interesa al PSOE» y que «los del arriba» estaban al corriente.
Las reuniones con el comandante imputado por el caso Koldo se celebraron sin teléfonos por motivos de seguridad. La COPE informó de que, tras uno de los encuentros y una vez que los interlocutores recuperaron sus móviles, Díez comprobó que había recibido dos llamadas de la directora general de la Guardia Civil, Mercedes González, algo que negaron a este periódico tanto la propia Díez como el entorno de la dirección del Instituto Armado, que niega conocer a la emisaria socialista y tilda de absurdo el encuentro. La exmilitante del PSOE negó categóricamente el pasado 8 de septiembre en el Senado que tuviera dos llamadas perdidas de la dirigente madrileña.
Díez se negó a revelar la identidad de la persona que organizó sus encuentros con Villalba durante su comparecencia en la comisión de investigación del caso Koldo en la Cámara Alta. Los investigadores llevan meses tratando de despejar la pista porque hacerlo permite despejar algunas de las incógnitas que rodean a la función que desarrollaba la exmilitante socialista y de quién recibía las directrices para recabar información comprometida de jueces, fiscales y agentes de la autoridad. Ella califica su labor como una «investigación periodística» que pronto verá la luz en «uno, dos o tres libros».
La periodista solicitó su baja como militante socialista el pasado 3 de junio, tras difundirse una serie de grabaciones en las que parecía urdir una operación para desprestigiar a la UCO y canjear favores judiciales a cambio de información comprometida de jueces, fiscales y periodistas. Antes de abandonar la sede de Ferraz, entregó un pendrive con 224 gigabytes al jefe de los servicios jurídicos del PSOE, Carlos Cachinero. El dispositivo incluye 51 carpetas con datos sensibles y fue entregado «sin abrir» a la Fiscalía, que ya lo analiza. Díez aseguró que contenía años de investigación sobre «malas praxis» y que había perjudicados «de todos los partidos».
Durante su comparecencia en el Senado negó que rindiera cuentas de sus avances al ex secretario de Organización del PSOE Santos Cerdán, en prisión provisional desde el 30 de junio por el presunto amaño de obras públicas a cambio de mordidas. Sin embargo, la exmilitante socialista reconoció que se reunió en tres ocasiones con el dirigente navarro. La colaboración comenzó durante los cinco días de «reflexión» que se tomó el presidente del Gobierno en abril. Díez y sus dos acompañantes presentaron una serie de audios a Cerdán que le convencieron de poner en marcha una estrategia de contraataque para salvaguardar a Sánchez.