China
Salir en la foto
Debe ser que cuando la desgracia afecta a solo unos pocos se le da una categoría de menor importancia. Y ya si son chinos qué te voy a contar. Total, que son trescientos y pico personas en un país de más de mil trescientos millones de habitantes.
El color del agua
Yo a veces me asusto de la velocidad a la que fabrica China. Ese acelerado consumo de los recursos está desnudando a un suelo que, entre la belleza de unas casas, por encima del puente, se marcha. Y la tierra perdida jamás vuelve.
País, no
Estoy pasando unos días en casa de unos hijos míos. 7 hijos, de 14 años a 2 y medio. La casa está construida «alrededor» de los niños. La distribución no es convencional. Juguetes, clics, cuentos, balones, globos…El desorden se respira.
Abandonad@s
Las cifras no son números, son ojos rasgados y negros como el carbón. La estadística es una boca a medio llenar. El vacío de unos brazos que no están cerca. La orfandad del abandono, peor aún que la de la muerte de los progenitores.
Putin I, el suplicante
El mundo cambia muy rápidamente. Los chinos lo saben. Las transformaciones se producen en aquella sociedad de 1.340 millones a una velocidad de vértigo. Los chinos no tienen libertades ni derechos políticos. Pero el desarrollo del inmenso país si les da oportunidades.
Dictaduras con miedo
Lógico. En las sociedades en las que el orden se impone por terror, la vigilancia y el control son, por su propia naturaleza, universales y omnímodos. Pero hay otro miedo. Muy profundo también. El otro miedo en dictadura. El que sufre el propio aparato totalitario.
El cielo amarillo de Pekín
A este cronista lo que más le ha impresionado de un par de visitas a la capital es ese cielo permanentemente amarillo de Pekín hasta la noche es amarillenta-, con ese aire acre que te irrita la garganta y te agota al caminar.
Una historia tonta, simple, mentecata
El terror planetario que provocaría una supuesta escasez de chocolate causada por el consumo ávido de los chinos no es una noticia. Es lo que el diccionario de la Real Academia califica como algo tonto, simple, mentecato. O sea, una memez.