Dejad que los jóvenes se acerquen a mí
Es cierto que el nivel de distracción es mayor ahora, o mejor dicho, las tentaciones están más al alcance de la mano. Pero también la información. Y en cualquier caso, eso no solo afecta a los jóvenes.
Es cierto que el nivel de distracción es mayor ahora, o mejor dicho, las tentaciones están más al alcance de la mano. Pero también la información. Y en cualquier caso, eso no solo afecta a los jóvenes.
Mi padre llegó a Zaragoza desde Arteixo en el año 1978, huyendo del servicio militar, un año antes que el escritor Fernando Aramburu. Entonces mi padre quería ser poeta. Entonces, Aramburu escribía poesía.
Para este Halloween decidimos preguntarle a ocho escritores un libro que les haya quitado el sueño por la noche. Aquí la lista para valientes.
Ayer fue el día de las escritoras, que se celebra en España desde 2016 con objeto de poner el foco en las mujeres que hacen cosas y cuya presencia, muchas veces por inercia, sigue siendo menor en la oficialidad de los premios y las mesas redondas que la de sus compañeros.
No era mi cantante francés favorito, un puesto bastante disputado porque mi gusto por lo francés es casi tan pasional como el de los afrancesados, pero en una versión un poco más cursi.
Después de años ordenando el paso del tiempo por el calendario escolar, que marcaba el año nuevo hacia mediados de septiembre, me resulta muy difícil verlo de otra manera. Ahora que tengo hijos, su curso escolar me sirve como justificación para mantener ese orden del tiempo, en realidad un poco forzado: como soy de Zaragoza
Una próspera abogada demócrata está en su casa frente al televisor viendo la toma de posesión como presidente de Estados Unidos de Donald Trump. No puede soportarlo y apaga la tele. Como si no verlo fuera a convertirlo en mentira. Así empieza The good fight, de Michelle y Robert King, spin-off de The good wife, protagonizada por Diane Lockhart, la abogada que ve cómo su mundo se tambalea, cómo una estafa millonaria se lleva por delante sus ahorros (y con ellos su plan de jubilación en Europa) y cómo se ve obligada a seguir trabajando. El mundo se ha vuelto loco es una de las frases que más repite a lo largo de la serie. Lockhart se debate entre entregarse también a la locura o tratar de mantenerse estable, al menos en su parcela. Me he enganchado este verano a la serie –desde Juzgado de guardia, que veía de pequeña con mi hermano y mi madre por las noches, me gustan las series de abogados–. Mi madre, mi hermana y yo la llamamos “la serie de las abogadas” porque los personajes mejor construidos y que llevan la carga narrativa son mujeres (y abogadas).
Este verano no veremos el mar. No iremos a la ría de Pontevedra, como los dos veranos pasados, gracias a mi empeño en pasar allí las vacaciones a pesar de lo lejos que está de Zaragoza. No nos bañaremos en la ría cuya temperatura oscila entre muy fría y fría según las corrientes y tanto le gusta a mi novio.
Además de por algunas leyes que pusieron a España a la cabeza de la igualdad y los derechos sociales, como el matrimonio homosexual, por lo que iba a ser recordado el gobierno de José Luis Rodríguez era por dejar una RTVE neutral y profesional que garantizase la independencia y la calidad de sus contenidos, en los informativos, en la programación y en todo lo que depende de la corporación, que incluye la radio y la televisión públicas, pero también la orquesta, como recordaba la violonchelista María José Vivó en un texto de Rosario G. Gómez en El País.
Estos días hemos vuelto a ver cómo políticos, periódicos y el gobierno se dejaban llevar por el populismo, se han apuntado a las críticas al sistema judicial y penal español a raíz de la concesión de la libertad provisional para los cinco acusados cuya condena aún no es firme.
En España cada vez nacen menos niños. Somos un país viejo en el que ni siquiera se garantiza la tasa de reposición. Tener hijos da pereza y es normal. Dan mucho trabajo, suponen un gran esfuerzo económico, personal y suelen venir acompañados de un sacrificio de las carreras profesionales de las mujeres –cada vez más, también de los hombres–. Normalmente quienes tienen hijos no lo hacen pensando en levantar la natalidad de su país. Lo hacen para satisfacer un deseo personal, por repetir un modelo y, en parte, por cierta ignorancia, o inocencia. Quiero decir que no hay épica en la decisión de ser padres, hay inconsciencia. Y es más fácil dejarse llevar por el lado inconsciente en un arrebato que si hay que empezar un proceso de inseminación artificial o de adopción. En eso, las mujeres heterosexuales con pareja llevamos ventaja sobre el resto. Pero no en mucho más. No es que no suponga un coste para nuestras carreras o que siempre hayamos alcanzado la estabilidad cuando decidimos tener hijos. A veces, es solo que nos dejamos llevar por un momento de pasión. También puede ser una decisión muy consciente y meditada y sopesada, claro. No debería haber nada heroico en el hecho de tener hijos. Y sin embargo, yo también miro con cierta admiración (a veces con envidia) a otros padres y madres: ¿cómo lo hacen?, me pregunto. ¿Tendrán familia en Madrid? ¿Podrán ir al cine algún día juntos? ¿Irá alguien a recoger al colegio a sus hijos? ¿Cómo resuelven los dos meses y medio de vacaciones de verano? La respuesta pasa por el dinero.
Durante mucho tiempo, Philip Roth (Newark, 1933 – Nueva York, 2018) escribió de pie. Empezó a hacerlo así porque le dolía la espalda. Luego descubrió que le permitía pasear y desatascarse cuando no conseguía la frase, el párrafo o la palabra que buscaba. Lo hacía de espaldas a la ventana, para no distraerse. Después, solo podía estar de pie la mitad del tiempo que dedicaba a su escritura. Después, anunció que dejaba de escribir. Para The Economist, el detalle de que Roth escribía de pie es más importante que el hecho de ser judío o de haber nacido en Nueva Jersey: “Hay páginas de su trabajo donde la vitalidad irreprimible de su escritura parece brillar como si estuviera cargada con algún tipo de incandescencia existencial: la gran y persistente pregunta de sus novelas no es menos ni más que: ¿qué demonios creen que hacen los seres humanos aquí en la Tierra?”.
El pintor aragonés Pepe Cerdá sostiene que no hay que volver a los sitios en los que uno ha sido feliz. Lo dice pensando en París, donde él fue feliz y donde vuelve siempre que puede, entre otras cosas, para saber de lo que habla. El primer trabajo que tuve cuando me mudé a Madrid fue en una caseta de la feria. Entonces me pareció inabarcable y que duraba demasiado.
Aloma Rodríguez recuerda el legado de Philip Roth y se decanta por un libro en particular: «Patrimonio. Una historia verdadera».
Aloma Rodríguez recuerda el legado de Philip Roth y se decanta por un libro en particular: «Patrimonio. Una historia verdadera».
Antes de que se leyera la sentencia sobre el caso de La Manada, cinco meses después del juicio oral, ya había un clima de tensión y movilización.
Debió de ser por estas mismas fechas cuando mi novio y yo fuimos a ver el Ebro la primera vez. La crecida había llegado a su punto álgido, anunciaban los periódicos. Quedamos en la universidad, me recogería con la furgoneta que usaba en el trabajo, en la puerta principal, la de la plaza San Francisco.
Éric Rohmer (Tulle, 1920 – París, 2011) habría cumplido mañana 98 años. Como Marguerite
Duras, una de mis escritoras favoritas (y de casi todo el mundo), nació un 4 de abril. Mi
hermano mayor también nació un 4 de abril, y casi todo lo que sé de la vida lo aprendí de uno
de los tres. La primera película que vi de Rohmer fue Pauline en la playa, y quise haber sido
Amanda Langlet. Después Mi noche con Maud y me hice un poco de lío con la discusión
sobre Pascal, pero me fascinaba la playa con los escalones de madera del final. La volví a ver,
la entendí mejor y quise veranear en una playa así para siempre.
Mario Vargas Llosa dedicó recientemente un artículo a alertar del peligro de una nueva censura ligada al feminismo. El Nobel exageraba cuando decía que es “el más resuelto enemigo de la literatura”.
Inicia sesión en The Objective
Crea tu cuenta en The Objective
Recupera tu contraseña
Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective