«Es espectacular, es verdaderamente asombroso, lo mucho que le quiere todo el mundo. De no creerlo, de verdad»
«¿Murió Jeffrey Epstein solo? Parece lo más probable, pues, realmente, ¿quién podría haberle matado? ¿Quién, sino los propios funcionarios u otros presos podría acceder a Epstein?»
Dime con quién andas y te diré quién eres. Si estás preso, dime quién te visita y te diré por dónde andas. Carles Puigdemont recibió su primera visita en la cárcel de Neumünster. Las visitas no son obligatorias en prisión ni en Alemania ni en España. El interno ha de aportar una lista de personas a las que quiere ver, y las autoridades penitenciarias le dan el visto bueno, o no. La primera visita de Puigdemont fue el eurodiputado alemán Bernd Lucke, un economista afamado ultraderechista, xenófobo y anti europeo
Filmin ha estrenado recientemente El crimen de Liverpool, una serie de cuatro capítulos basada en el asesinato en 2007 del niño Rhys Jones y que tanto conmocionó al Reino Unido. La producción narra la investigación policial que condujo a los miembros de una pandilla de amigos y a algunas de sus familias a la cárcel.
La frase, que no me pareció afortunada, la pronunció un magistrado que no era de mi gusto en una causa que ocupó mucho escaparate, como esta de los independentistas catalanes.
Vaya por delante que jamás me he alegrado del ingreso en prisión de nadie, pero me temo que esta vez, como tantas otras, voy a ser una excepción, porque tiene toda la pinta porque el vicepresidente del Gobierno catalán, Oriol Junqueras, y los ex consejeros Jordi Turull, Josep Rull, Meritxel Borràs, Raül Romeva, Carles Mundó, Dolors Bassa, y Joaquim Forn han ingresado ya en la trena después de que la fiscalía así lo haya solicitado este jueves para todos los investigados en la Audiencia Nacional por delitos de rebelión, sedición y malversación tras la declaración unilateral de independencia por parte del Parlament.
Sin ninguna ironía (y sin que me mueva, espero, el pueril afán de llamar la atención entre una opinión que en este asunto se ha mostrado despiadada, cuando no directamente vil) diré que todo, en la manera en que ha puesto punto final a sus cuitas el señor Miguel Blesa, es literario y elegante.
Me lo cuenta un colega que estaba allí, en la Audiencia de Palma. Entraba Urdangarín y la peña, cabreada, le gritaba “ladrón, ladrón”, e incluso una señora, muy caliente, exaltada, lanzó un “todos a la cárcel” rotundo. Todos. Todos al talego. Y me espanta. No. Yo no quiero que vayan todos a la cárcel. No sé a qué “todos” se refería la señora, pero yo quiero que solo vayan a la cárcel quienes hayan sido declarados culpables en sentencia firme. O quienes esperan el fallo definitivo, pero en circunstancias que objetivamente hagan previsible una fuga, o la destrucción de pruebas. O sea, quiero vivir en un Estado de Derecho. Lo siento. ¿Debo pedir perdón a las masas? Pues no lo voy a hacer. No quiero que vayan todos a la cárcel, así, porque sí. Ojo por ojo y todos nos quedaremos ciegos.
La Hacienda de Montoro, el agujero negro del Gobierno, al vampiro insaciable, el inhumano confiscador que se pone machote con los cumplidores y los débiles jodiéndoles todo lo que puede, es manso y generoso con los incumplidores millonarios, pero, como todos los canallas (RAE, acepción tercera, persona de malos procederes), trata de dar el pego ejemplificando de cuando en vez con un famoso. Ahora le ha dado por los futbolistas, los peloteros del pastón.
Vaya por delante una confesión. Hace ya algún tiempo tuve una reunión de trabajo con uno de los más importantes implicados en el caso Gürtel; el colega tenía en mente construir un canal de Youtube en torno al concepto “tirar de la manta”: sin piedad pero con AdSense. De aquello (evidentemente) no salió nada, pero las cosas como son —fue la reunión más surrealista de mi vida.