colillas

No solo toallitas: nada de esto deberías tirarlo por el váter

No solo toallitas: nada de esto deberías tirarlo por el váter

Mecano decía que “los españolitos enormes, bajitos hacemos por una vez algo a la vez”, refiriéndose –claro– al hábito de tomar 12 uvas en fin de año. Eso une, pero hay algo que todos los humanos con un sanitario cerca hacemos a diario, y que une todavía más: tirar de la cadena. Esta sana e higiénica costumbre puede no serlo tanto dependiendo de lo que baje por el desagüe del inodoro.

Las colillas

Las colillas

La humanidad estival tiene -me incluyo- algo de plaga veterotestamentaria. Nos precipitamos sobre las playas con unánime ferocidad, agolpándonos en las orillas, como si quisiéramos regresar a los orígenes. Se sigue de aquí un ejercicio de convivencia democrática que apenas conoce divisiones ideológicas o de clase: todos, o casi, bajo el sol. Hay, sin embargo, una minoría que se comporta como mayoría: los fumadores. Basta escarbar un poco en la arena para encontrarse, en su obstinada fealdad, con las colillas; en todas partes y a cualquier hora. Son el testimonio de un vicio privado al que no se conocen virtudes públicas. Y quizá sea hora de preguntarse por qué las playas han de convertirse cada verano en planta de residuos de la industria tabaquera.

Egoísmo benéfico

También el ingenioso hostelero busca su beneficio. Le interesa que la playa esté limpia, para que vayan turistas y vecinos a tomar el sol y, de paso, beban o coman en su chiringuito. Su propio egoísmo le ha activado el ingenio para dar con una idea que redunda en el bien común. Sea cliente suyo o no, quien ponga su toalla sobre esa arena lo hará en un lugar más limpio.

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