«Arrimadas no lideraba ninguna corriente y nunca fue la alternativa a Rivera, sino su fiel escudera. Pero, precisamente por eso, puede ahora intentar hacer lo que está haciendo y mantener relativamente unido al partido»
«Ciudadanos no podrá ocupar el lugar ni del PP ni del PSOE, pero sí puede aspirar a ser clave en este sistema que refuerza un bipartidismo asimétrico»
«Cs perdió la centralidad, y con ella la versatilidad, cuando no dejó resquicio alguno abierto a poder entenderse con el PSOE»
«De Ciudadanos ya no se puede decir que sea un partido primordialmente anti-nacionalista ni regenerador: Ciudadanos es, ante todo, anti-sanchista»
«La capacidad de entendimiento y el diálogo permanente deben estar por encima de los intereses personales y partidistas para afrontar una agenda reformista en un Parlamento fraccionado»
Los ciudadanos andaluces, en las urnas, han votado claramente por el cambio de régimen tras 36 años de gobiernos socialistas que han dejado a la Comunidad en el furgón de cola en cuanto a crecimiento económico y empleo, con una sociedad subsidiada que clama por dar un paso adelante.
El acto en el que Ciudadanos presentó su plataforma España Ciudadana se ha convertido en carne de meme. Y no sin motivo. Las imágenes de una contrita Marta Sánchez tras cantar su particular versión del himno recuerdan más a una escena de la literatura del poder latinoamericano de Roa Bastos que al progresismo liberal europeo alrededor del cual Ciudadanos quiere congregar a una mayoría de españoles.
Una secuela que me dejó mi educación aristotélico-tomista es el principio de no contradicción. Con eso en la mochila, no tengo manera de adaptarme al mundo actual. Ya no me hallo ni como espectador.
“El poder desgasta a quien no lo tiene”. La frase de Talleyrand, que Andreotti popularizó antes de que Coppola la parafraseara en la trilogía de El Padrino, adquiere relevancia en el actual escenario político español. Ciudadanos decidió investir presidente a Rajoy con condiciones programáticas pero manteniéndose en la pertinaz oposición. En uno de los mejores discursos que le he escuchado Albert Rivera justificó el donde dije digo… apelando a una convincente y valiente responsabilidad de estado; esa de la que carecen tanto los hórridos populistas como el nacionalismo desleal (valgan las redundancias). C’s ha ensayado la estrategia del apoyo condicionado y centrífugo a nivel autonómico. Parece ser que la experiencia ha funcionado razonablemente.